¿O sólo reservaremos esta narración para aquellos a quienes queremos mostrarles que somos buenos musulmanes? Cuando estamos afuera pretendemos aparentar que nuestros corazones están limpios, pero en realidad en casa abusamos de nuestros niños día tras día. Si nuestra conducta hacia los extraños es buena, cálida y amorosa, pero en nuestras casas está llena de suciedad emocional y verbal, es necesario que miremos profundamente dentro de nuestros corazones. Si este es el caso, no solamente estamos lastimando a nuestros niños, sino que les estamos enseñando a que tengan dos caras, a que sean hipócritas con sus corazones y sus lenguas.
El Imam Ash-Shafi‘i, que Al-lah le dé Su perdón, dijo: “Si deseas hablar, entonces es tu responsabilidad pensar antes de hacerlo. Si piensas que es algo bueno, entonces debes hablar; y si no, entonces debes callarte”.
Este dicho es de alguien que está buscando la salvación. Obviamente necesitamos disciplinar a nuestros hijos y reprenderlos cuando hacen algo malo, pero cómo lo hagamos será el resultado de nuestras verdaderas intenciones detrás de esto. ¿Los estamos haciendo como un verdadero consejo porque los amamos por la causa de Al-lah, o lo estamos haciendo por otros motivos como humillarlos, bajarles la autoestima, sentirnos más poderosos y que tenemos el control? Por la causa de Al-lah debemos observar nuestras intenciones para todos y cada uno de los movimientos que hacemos. ¿Realmente creemos que todas estas reglas acerca de los modales y la forma de hablar son solamente para la gente ajena a nosotros? ¿Será que verdaderamente, en el fondo de nuestro ser, vivimos en un mundo de fantasía donde somos los “reyes y reinas” de nuestras casas y por lo tanto podemos hacer lo que nos plazca?
Antes de hablar, debemos preguntarnos lo siguiente:
Nuestros hijos son musulmanes, y el siguiente dicho del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se aplica a ellos: “Un musulmán es quien no daña a los musulmanes ni con su lengua ni con sus manos”(Al Bujari).
Sabemos por la lección de abuso físico que no está permitido lastimar a nuestros hijos con nuestras manos. Ahora sabemos que no está permitido oprimirnos a nosotros mismos ni a nuestros hijos con nuestras lenguas. El abuso con la lengua puede lastimar el corazón. Obviamente este es un tema muy serio. ¡Que Al-lah nos Proteja de eso!
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quienquiera que refrene lo que está entre sus mandíbulas y lo que está entre sus piernas entrará en el Paraíso” (Ahmad y At-Tirmidhi).
Si no tomamos el tiempo para reflexionar y pensar acerca de la forma en la que estamos actuando con nuestros niños, podríamos estar acumulando pecados y ni siquiera saberlo. No es suficiente poner un techo sobre la cabeza de nuestros hijos y alimentarlos. Estamos criando a la futura Nación Islámica, y ellos necesitan ser miembros activos y útiles. Si los reprendemos emocional y psicológicamente, ¿qué clase de Nación podrían llegar a ser? ¿Realmente pensamos que podemos dar rienda suelta a nuestros propios deseos dentro de nuestras casas y que allí no nos puede ver el Único que lo Ve y lo Sabe todo? Un día, puede cambiar nuestra situación y podríamos depender de esos niños para alimentarnos. ¿Cómo nos gustaría ser tratados? ¿Realmente creemos que podemos abusar y luego esperar que ellos nos cuiden con amor y devoción? ¿Queremos que ellos sólo nos teman, o que nos respeten y nos amen? ¿Creemos que es suficiente forzarlos a repetir como loros las enseñanzas proféticas relacionadas con la obediencia a los padres?
Si creemos que todo esto es muy difícil de realizar, necesitamos suavizar nuestros corazones y pedirle a Al-lah que nos Perdone.