Umm Sulaim y Abu Talha
21/04/2009| IslamWeb
Anas, que Al-lah Esté complacido con él, relató:
Malik ibn Anas dijo a su esposa Umm Sulaim, que Al-lah Esté complacido con ella, la madre de Anas: “Este hombre –en referencia al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam– está prohibiendo el licor”, y abandonó Medina para irse a Sham, donde murió. (Abandonó Medina cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, llegó porque no le gustaba la prohibición de las bebidas alcohólicas, así que murió como un incrédulo en Sham).
Entonces Abu Talhah, que Al-lah Esté complacido con él, vino y le propuso matrimonio a Umm Sulaim. Ella le dijo: “Abu Talhah, un hombre como tú no se rechaza; pero tú eres un incrédulo y yo soy una mujer musulmana. No es lícito que yo me case contigo”. El le dijo: “Esta es la mayor oportunidad de tu vida”. Ella le preguntó: “¿Oportunidad de qué?” y él le respondió: “El amarillo y el blanco” (en referencia a una dote de mucho oro y plata). Ella le dijo: “No quiero ningún amarillo ni blanco; quiero que te hagas musulmán. Si te islamizas, esa será mi dote y no te pediré nada más”. El dijo: “¿Y quién puede ayudarme con eso? (a islamizarse)” ella respondió: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, te ayudará”.
Así fue que Abu Talhah fue a buscar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quien estaba sentado con sus Sahabah. Cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo vio venir, dijo: “Abu Talhah viene a vosotros con la luz del Islam brillando en su frente”. Este fue uno de los milagros del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pues supo que Abu Talhah venía a islamizarse desde antes que hablara.
Abu Talhah le dijo al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo que Umm Sulaim le había dicho y él se casó con ella sobre esa base. Zabit (Zabit Al Banani, uno de los que transmiten el relato de Anas) dijo: “Nunca oímos de una dote más grande que esta; ella aceptó su islamización como su dote”.
Así fue que se casaron. Ella era una mujer de hermosos ojos y algo pequeña. Así estuvieron juntos hasta que ella le dio un hijo, a quien Abu Talhah amaba mucho. Pero el niño enfermó y Abu Talhah estaba muy triste y angustiado por la enfermedad del niño. Abu Talhah despertaba para rezar la oración del alba. Iba con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y rezaba con él, quedándose allí casi hasta el mediodía, luego volvía a su casa para comer y hacer siesta, pero luego se alistaba nuevamente y se iba para no volver hasta la hora del ‘Isha’.
Una noche, Abu Talhah fue a ver al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, (en otra versión: fue a la mezquita o un huerto que poseía) y el niño murió, durante su ausencia. Umm Sulaim dijo: “Que nadie le diga a Abu Talhah sobre la muerte de su hijo hasta que yo se lo diga”. Ella cubrió al niño como si durmiese y lo dejó en una esquina de la casa. Abu Talhah volvió de visitar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en la mezquita y trajo alguna gente de allí con él. Preguntó: “¿Cómo está mi hijo?” y Umm Sulaim respondió: “Abu Talhah, desde que se enfermó, nunca estuvo tan tranquilo como ahora y tengo esperanzas de que esté descansando” (ella habló ambiguamente para no molestarlo, aunque no mentía, pues se refería a la tranquilidad de la muerte y el descanso del sufrimiento de su enfermedad, pero su esposo lo entendió como que mejoraba de su enfermedad). Ella trajo la cena y todos comieron, luego la gente se fue. Abu Talhah fue y se acostó para dormir y Umm Sulaim luego fue y se perfumó y embelleció para estar más bella que nunca (esta es otra señal de su paciencia y fe en el destino, pues trataba de lograr la Recompensa de Al-lah y esconder sus sentimientos con la esperanza de quedar embarazada esa noche y compensar la pérdida de su hijo).
Luego ella fue y se acostó en el lecho. Cuando Abu Talhah sintió su perfume, hizo con ella lo que los hombres acostumbran hacer con sus mujeres (aquí el narrador por cortesía evita referirse directamente a lo que pasó entre ambos). Al final de la noche, Umm Sulaim dijo: “Abu Talhah, ¿Crees que si alguien le presta algo a otra persona, cuando se lo pida de vuelta la otra persona tiene derecho de no devolverlo?”, y él dijo: “No”. Ella entonces dijo: “Al-lah, Glorificado Sea, te Ha prestado un hijo y ahora lo Recuperó para que tengas paciencia y ganes recompensa ante El”. Entonces él se enojó y dijo: “¿Me dejaste que haga lo que hice (tener relaciones) y luego me dices que mi hijo ha muerto?”, luego dijo: “Inna lil-lahi wa inna ilaihi rayi’un” (ciertamente pertenecemos a Al-lah y a Él retornaremos, las palabras que un musulmán pronuncia ante un desastre o calamidad), y alabó a Al-lah.
Por la mañana, hizo el gusul (baño ritual) y fue con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam; rezó con él y luego le contó lo sucedido. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: “Que Al-lah te Bendiga por anoche”. Y así fue que ella concibió un bebé (pues la plegaria del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue rrespondida).