Conducía su automóvil en contravía, viendo cómo lo esquivaban los demás carros. La policía de tránsito pudo darle alcance y le preguntó el por qué manejaba en sentido contrario, su respuesta fue tan natural que sorprendió a los agentes, dijo: “¡pero si eran todos los otros automóviles los que venían en contravía!”.
Cuando le conté esta anécdota a mi hija, ella dijo: “Se parece al cuento en el que un hombre que llevó a su esposa al fonoaudiólogo y se quejaba con el especialista porque su mujer no escuchaba. Luego que el médico la revisó, le pidió al señor que se alejara un poco y le hiciera una pregunta, y que se fuera acercando si pensaba que ella no lo había oído, para poder establecer el nivel de audición de su esposa. Así lo hizo, le preguntó qué había cocinado, pero no escuchó ninguna respuesta; se acercó un poco e hizo lo que se le pidió, pero nada, así lo hizo otras dos veces, hasta que se acercó por completo y le dijo: “Te he preguntado varias veces sobre la comida…”, ella replicó: “¡¡¡Y yo te he respondido cinco veces que preparé pollo asado!!!”.
Lo mismo sucede cuando un amigo nos llama y de repente escuchamos alguna interferencia, comenzamos a preguntarle qué es lo que está pasando con su teléfono o como mínimo culpamos a la red. Y qué decir de la alegría que sentimos cuando le contamos nuestros problemas a alguien y esta persona nos dice que la culpa no es nuestra sino de los demás que no nos entienden; pero si nos dice que tal vez seamos nosotros los responsables, que las cosas pueden mejorar si ponemos de nuestra parte o nos recuerda lo que Al-lah, Altísimo sea, Dice en el Corán (lo que se interpreta en español): {…Ésta son las consecuencias de vuestras obras…} [Corán 3:165], comenzamos a excusarnos, a dar explicaciones a tratar de convencerla que es la gente la que nos trata mal o no nos entiende, y en ese momento todo cambia y nuestra actitud hacía esta persona cambia por completo, así sepamos que tiene la razón, y la tratamos como si fuera una traidora o enemiga.
Cuando un analista, pensador, periodista o escritor arremete contra el enemigo tirando con sus palabras lanzas acusatorias y recriminatorias, con las cuales quiere exponer las malas intenciones y planes que este tiene en contra nuestra, todos le aplaudimos, incluso si en la emoción del momento se pasa del límite y llega hasta lanzar improperios e insultos. Todo porque se está señalando al otro como el causante de nuestras desgracias. Sin embargo, si el tema va dirigido a nosotros, es decir, se nos hace un llamado a reflexionar sobre nuestra actitud, nuestra conducta, el grado de responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en la situación analizada y a cambiar las costumbres sociales negativas, inmediatamente ponemos el grito en el cielo y comenzamos a acusar al autor de semejantes “barbaridades”, de insensato e inmoderado; aunque, eso sí, dejamos bien claro que somos abiertos al diálogo y la crítica, y que además nos autocuestionamos y autoreprendemos cuando nos equivocamos.
Es “lógico” que esta sea la reacción, pues el que está atacando al enemigo está hablando de un tema de interés común, por lo que en general nadie le reprochará por nada. Pero al exponernos ante el espejo de nuestros errores y faltas, se ha adentrado en terrenos inhóspitos y el rechazo se hace evidente.
No debemos temer a la crítica por más que sea destructiva, solo debemos tener cuidado de que no seamos nosotros mismos quienes nos hayamos puesto en el centro del blanco de las flechas que se lanzan en contra nuestra. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Pero si sois pacientes y teméis a Al-lah, sus intrigas no os harán ningún daño.} [Corán 3:120]
Tampoco debemos ser reacios al cambio (desde que este se base en lo establecido por la Shari’ah), como, por ejemplo, cuando se nos llama a liberarnos del atraso en el que lastimosamente vivimos, no solo como individuos o sociedades, sino que además como familias y gobiernos. Al hablársenos sobre el tema, inmediatamente nos enfurecemos e iniciamos un ataque despiadado hacia quien nos hace este llamado.
Es muy importante que cuando hagamos un análisis general seamos conscientes de que también somos parte del problema, no solo debemos hablar con entusiasmo y atacar duramente las enfermedades sociales que nos aquejan, y luego, al terminar, hacer como si esas palabras solo hubieran sido dirigidas hacia los demás. Esto significa, en términos sencillos, que cuando hago una critica, además de ser objetivo, debo tener en cuenta que va dirigida hacia mí como hacia las otras personas; de lo contrario, se perderá el sentido de la misma.
La crítica no es para sacar a la gente del camino y mucho menos para vengarse o arreglar cuentas con alguien; es un medio que se emplea para mejorar, para hacer los ajustes necesarios sobre lo que se esté revisando, y para que se entienda mejor el asunto en cuestión. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {No se equipara obrar el bien y obrar el mal. Si eres maltratado responde con una buena actitud [sabiendo disculpar], y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente. Esto no lo lograrán sino quienes son perseverantes y pacientes; no lo lograrán sino quienes [por su buena actitud] reciban una gran recompensa [en esta vida y en la otra].} [Corán 41:34-35]