El Islam y la liberación de los esclavos
Las sociedades preislámicas vivían bajo un estricto régimen tribal. La gente se diferenciaba por la tribu de la que provenía y el estatus que en ella tenía. Esto creó gran división entre los habitantes de la Península Árabe y generó conflictos internos y entre las tribus para mantener la hegemonía. Pero no sólo se diferenciaba entre las personas por los aspectos anteriormente mencionados, sino que además existía gran discriminación entre ricos y pobres, nobles y “plebeyos”, pero sobre todo entre libres y esclavos. A estos últimos se los trataba peor que animales.
Cuando Al-lah, Glorificado sea, escogió a Su último y sello de todos los Profetas y Mensajeros, Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, lo envió a una sociedad donde la esclavitud, más allá de ser algo común, era un negocio, y para la mayoría de la gente los esclavos representaban una buena parte del total de su patrimonio. Esta situación fue tenida en cuenta por Al-lah, por lo que estableció en el Islam un método que gradualmente logró acabar con esta costumbre de forma definitiva, porque no solamente se liberaron los esclavos físicamente, sino que se borró de las mentes de los creyentes cualquier indicio de racismo o complejos de superioridad e inferioridad, esta es la verdadera libertad que lleva a una justicia para todos.
Así, Al-lah, Glorificado sea, inició sembrando en los corazones y las mentes de lo creyentes el sentido de la igualdad. Tenemos que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo, por ejemplo, al respecto: “Todos los humanos son iguales como los dientes de un peine. No hay diferencia entre ellos más que por la Taqwa” [Ad-Dailami]. Luego, se animó a los creyentes a liberarlos, considerando esta acción como una obra piadosa, la cual merece una gran recompensa en esta y la Otra Vida. La legislación islámica instó a la emergente comunidad musulmana a liberar a los esclavos y dejarlos libres, prometiendo a sus amos una recompensa muy grande en la otra vida. Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, narró que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, recomendó dejar libre a las esclavas y casarse con ellas. Abu Musa Al Ash’ari, que Al-lah esté complacido con él, narró de que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Todo aquel que tiene una esclava y la educa, la trata bien, la libera, y después se casa con ella, recibirá una recompensa doble” [Bujari]. El Profeta sallallahu ‘alaihi wa sallam también dejo libre a Safia bint Huiai ibn Akhtab, una esclava judía que tenía, e hizo que su emancipación fuera su dote para casarse con ella, como ejemplo vivo para sus discípulos; esto fue registrado por Bujari y Muslim.
Seguidamente, la liberación de los esclavos pasó a ser una de las formas de expiar faltas como Adh-Dhihar (costumbre preislámica en la que el hombre le decía su mujer: “Tú eres para mí tan sagrada como mi madre”, de esta forma ella no era ni divorciada ni casada, y quedaba aislada por completo de la sociedad), por homicidio accidental y por mantener relaciones sexuales durante el día de ayuno del mes de Ramadán. También, se animaba a los creyentes a gastar de sus bienes en la liberación de los esclavos, pagándoles a sus amos su valor para que los dejaran libres.
Lo más sorprendente de esta metodología seguida por el Islam fue que no tuvo la necesidad de establecer una ley que prohibiera la esclavitud y otra que ordenara la liberación de los esclavos. En unos cuantos años todos los esclavos musulmanes fueron liberados.
Las recomendaciones del Enviado de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, sobre cómo tratar con los esclavos fueron vitales para preparar a la sociedad para aceptar su emancipación y liberación. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, incitó a que fueran benevolentes en su trato hacia ellos aunque fuera tan sólo con el uso de expresiones o palabras que mostraran los sentimientos de bondad y respeto. Él dijo: “Uno no puede decirle a una persona mi esclavo (‘Abdi) o esclava (Amati), todos ustedes son siervos y esclavos de Al-lah; y las mujeres, así sean sus esposas, son siervas y esclavas de Al-lah. Así que lo mejor es que digan, mi muchacho (Fatai), mi muchacha (Fatati), y mi pequeño (Gulami)” [Bujari].
El Islam también hizo obligatorio a los amos que alimentaran a sus esclavos y los vistieran de la misma manera en que ellos vestían y comían, que no los agobiaran con trabajos insoportables y que si sus labores eran muy difíciles, pues que los ayudaran. Yabir Ibn ‘Abdul-lah, que Al-lah esté complacido con él, narró que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, recomendaba a los musulmanes tratar a los esclavos bien y solía decir: “Los esclavos son sus hermanos. Al-lah los ha puesto al servicio de ustedes. Así que denles de comer su misma comida, vístanlos de la misma manera que ustedes se visten y no los agobien con lo que no pueden hacer…” [Muslim]. Entonces, nos encontramos con que el Islam en un principio decretó una serie de derechos que hizo que los esclavos fueran tratados como seres humanos, con dignidad y misericordia.
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Ver también:
La libertad de los esclavos emancipados en el Islam - I
La libertad de los esclavos emancipados en el Islam - III