No es de sorprender, entonces, que quien recita el Corán es vinculado al mundo de lo oculto y recompensado con un criterio (Furqan) proveniente de lo oculto. Cada letra le vale a su recitador una Hasanah (recompensa), una obra buena, y cada Hasanah es multiplicada diez veces.
En el idioma, la letra no es más que una unidad fonética que no tiene un significado lingüístico. Sí, en el idioma. Pero en el Corán, incluso la letra tiene significado, y no me refiero a un significado esotérico desviado, sino a un significado correcto y divino. ¿Acaso no es Al-lah Quien lo ha dicho? Así es como se hace significativo. Ibn Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, narró que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Aquel que recita una letra del Corán recibe una Hasanah, y cada Hasanah es multiplicada por diez. Y no digo que Alif Lam Mim sea una letra. Al contrario, Alif es una letra. Lam es una letra. Y Mim es una letra” [Tirmidhi].
Es por esta razón que el recitador diligente del Corán consigue los mejores lugares en el Jardín del Deleite. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Le será dicho al recitador del Corán [en el Día del Juicio]: ‘¡Recita y asciende! ¡Tal como solías recitar en la vida mundana! Pues muy seguramente tu lugar [celestial] está en el último versículo que recitaste del Corán antes de tu muerte” [Ahmed].
Otra versión de este hadiz dice: “El Corán viene en el Día del Juicio y dice: ‘¡Oh, Al-lah! Adorna al recitador del Corán’. De modo que Al-lah pone la corona de la dignidad en la cabeza del recitador. Luego dice el Corán: ‘¡Oh, Al-lah, dignifícalo aún más’, tras lo cual Al-lah lo engalana con el manto de la distinción. Entonces el Corán dice: ‘¡Oh, Al-lah, complácete con él’. Así que Al-lah declara Su complacencia con él y dice: ‘¡Recita y elévate!’” [Tirmidhi]. {Este es el favor que Al-lah concede a quien quiere, y Al-lah es el poseedor del favor inmenso} [Corán 62:4].
Regocijarse en la cuerda de Al-lah
Al-lah ha hablado. Al-lah aún habla. Él es el Único que escucha y ve todo. Al-lah tiene pleno conocimiento y está bien informado de todas las cosas. A Él pertenecen los nombres más bellos, los atributos más elevados. Creemos en todos esos Atributos y los declaramos como hicieron los primeros musulmanes piadosos, sin despojarlos de su significado, interpretarlos ni darles antropomorfismo.
Al-lah, Glorificado sea, ha hablado. El Corán es parte de Su discurso. Y Él lo envió exclusivamente a esta Ummah honorable: la Ummah de Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam. El Corán sirve de enlace común entre los esclavos y su Señor, un vínculo sólido que se extiende como una cuerda entre el cielo y la tierra. Su extremo superior está en las Manos de Al-lah. Su extremo inferior está en las manos de cualquiera —de entre Sus siervos rectos— que elige sostenerlo.
El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo a este respecto: “El Libro de Al-lah es la cuerda de Al-lah que enlaza el cielo y la tierra” [Tabarani]. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, también dijo dirigiendo a sus Compañeros: “¡Regocíjense! ¡Regocíjense! ¿Acaso no aceptan que nadie excepto Al-lah es merecedor de adoración, y que yo soy el Mensajero de Al-lah?” “¡Sí, por supuesto!,” respondieron. Él les dijo: “Este Corán es una cuerda. Su extremo superior está en la Mano de Al-lah. El extremo inferior está en las manos de ustedes. De modo que aférrense a él. Pues si lo hacen, nunca se desviarán ni perecerán”.
El mensaje del Señor de los mundos te ha llegado, ¡oh, ser humano! Así que no creas que no está destinado para ti. No digas: “No soy más que un simple individuo insignificante entre miles de millones de seres humanos”. ¡No! ¡No!
El Corán es una comunicación del Señor de los mundos. Incluye todas las propiedades del discurso de lo Divino. Es majestuoso y perfecto. Quiero decir que esta comunicación divina está dirigida —al mismo tiempo— al grupo y a la persona individual: ¡Tú! Al-lah observa y evalúa los sentimientos de las comunidades y los individuos, dice (lo que se interpreta en español): {Di: Tanto si ocultáis cuanto hay en vuestros corazones como si lo manifestáis, Al-lah lo sabe. Él conoce todo lo que hay en los cielos y en la Tierra. Al-lah tiene poder sobre todas las cosas} [Corán 3:29].
¡Glorificado sea Al-lah! Una parte no Lo distrae del todo, y lo contrario también es verdad. De otro modo, ¿cuál es el significado y perfección de Rububiah (Señorío)? Así como Él es capaz de responder las súplicas de todos y cada uno de los que Le ruegan, de todos los que buscan Su ayuda, de todo tipo de criatura, aquellos que viven en la tierra o aquellos que viven bajo el suelo o en las profundidades del mar, o en las órbitas celestes; a estos y aquellos, Él responde, al mismo tiempo, mientras que está por encima y más allá del tiempo y del espacio. Nada Lo distrae de ninguna otra cosa. El dominio es completamente Suyo, como la alabanza. Y Él sobre toda cosa Poderoso.
Siguiendo esta misma lógica, lee el Corán. Hallarás que el Corán se dirige a ti personalmente. ¡Mantente atento! Para que no te pierdas este significado. Recuerda que el Corán es el discurso de Al-lah. Entonces, reflexiona. Entonces, ¡abre tus ojos y ve!
Al-lah dice (lo que se interpreta en español): {¿Acaso no meditan en el Corán, o es que sus corazones están cerrados con candados [y ello no les permite comprenderlo]?} [Corán 47:24].
Él dice también (lo que se interpreta en español): {¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Al-lah habrían encontrado en él numerosas contradicciones} [Corán 4:82].
Tal es el Corán: el gran y magnífico Libro que abarca toda la sabiduría del universo. Léelo y reflexiona, porque detrás de cada una de sus palabras se encuentra una sabiduría espectacular, un secreto celestial o terreno, una verdad sobre la vida o el destino, una guía para nuestra propia alma en su marcha obligatoria hacia su final. Así es que reflexiona, hermano/a. Reflexiona. En el Corán está todo lo que quieres, todo lo que necesitas.
¿No deseas ardientemente ser de la gente de Al-lah? Entonces toma por amigo al Corán. Aférrate a él asiduamente. Y si lo haces, seguramente serás de Su pueblo. El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Al-lah tiene Su propio pueblo entre Sus creaciones: la Gente del Corán son el Pueblo de Al-lah, Su compañía inseparable” [Ahmad, Ibn Mayah, Al Hakim, Al Albani].