La conquista de Jerusalén 15 H/ 636 E.C.
Con el paso de los días, cuando las tropas musulmanas estaban obteniendo victorias en Antioquía y sus alrededores, Yazid Ibn Abi Sufián, gobernador de Damasco, mandó a su hermano Mu’awia Ibn Abi Sufián, que Al-lah esté complacido con ambos, hacia Cesarea por órdenes del Califa. Después de muchas bajas entre los cristianos, la ciudad cayó en manos de los musulmanes.
Heraclio ordenó a Artabún, un distinguido general, que reuniera tropas en Aynadín. Artabún mantuvo un gran número de tropas bajo su directo comando y tenía dos destacamentos menores, uno en Ramla y otro en Jerusalén. Los enemigos del Islam eran numerosos y estaban bien equipados esperando al ejército musulmán.
‘Amru Bin Al ‘As, que Al-lah esté complacido con él, marchó hacia Aynadín para enfrentar a Artabún a la vez que despachó a Alqama Bin Hakím Firasi y Masrúr Bin Al Akki hacia Jerusalén y a Aub Aiub Al Maliki hacia Ramla con el permiso de Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él.
En Aynadín se peleó una cruenta batalla similar a la de Yarmuk. Artabún no tuvo el valor de enfrentar a ‘Amru Bin Al ‘As y huyó a Jerusalén, así que la ciudad cayó en manos de los musulmanes.
Después de la huida de Artabún hacia Jerusalén, ‘Amru Bin Al ‘As, que Al-lah esté complacido con él, conquistó Gaza, Sebastia, Nablus, Ludd, Emaús, Bait Yibrín y Yafa. Luego se dirigió a Jerusalén y la sitió. Al mismo tiempo Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él, había marchado hacia la región palestina. La noticia de su llegada a la zona desmoralizó a los bizantinos sitiados en Jerusalén, que hasta entonces se estaban defendiendo con eficacia.
Esta nueva situación no les dejó otra alternativa más que aceptar las negociaciones de paz. Todos sabían la buena predisposición de los musulmanes para aceptar una propuesta de paz y los suaves términos que ellos exigían. Sin embargo, fueron los mismos cristianos de Jerusalén los que pusieron una sorprendente condición para firmar el tratado de paz. Ellos exigieron que el califa de los musulmanes viniese a Jerusalén a firmar dicho acuerdo.
A pesar de que la caída de la ciudad era cuestión de tiempo, Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él, estaba a favor de evitar más muertes y destrucción, así que prefería la paz sobre la guerra. Le escribió una carta al Califa describiéndole la situación detalladamente y solicitándole que viniera pues su presencia permitiría tomar la ciudad sin derramar una gota de sangre.
Omar, que Al-lah esté complacido con él, convocó una reunión de los sahabah, que Al-lah esté complacido de ellos; en ella, Ozmán, que Al-lah esté complacido con él, opinó que a los bizantinos les había azotado el temor y habían perdido el valor para luchar, y si el Califa rechazaba su condición se sentirían aún más desmoralizados al sentir que los musulmanes los trataban con absoluto desprecio y esto los obligaría a entregarse incondicionalmente. Sin embargo, Ali y Omar, que Al-lah esté complacido de ambos, tuvieron una opinión contraria.
El viaje de Omar a Palestina
En esta histórica travesía a Jerusalén, una bolsa con cebada, un camello, un sirviente y un recipiente de madera, eran todo el equipaje que Omar, que Al-lah esté complacido con él, el líder musulmán, llevaba consigo al salir de Medina, la capital de los musulmanes. Dejando a Ozmán el gobierno de Medina, inició este viaje lleno de penalidades y tensiones.
Fue un escenario único de igualdad islámica y dignidad humana. Parte del camino el Califa iba sentado, montando el camello, y el sirviente caminaba llevando las riendas; y en otras partes era el sirviente quien montaba y el Califa caminaba llevando las riendas. Era el viaje de un magnífico y poderoso gobernante musulmán cuyos ejércitos habían derribado palacios, coronas y tronos al paso de su caballería. En el año 16 después de la hégira los musulmanes tomaron Madaen, la capital del Imperio Persa, y Antioquía, ciudad sede del gobierno bizantino en Arabia.
Los comandantes de las fuerzas musulmanas en Damasco y en Jerusalén estaban al tanto del viaje del Califa del Islam. Es así que Yazid Ibn Abi Sufián, Abu ‘Ubaida Ibn Al Yarráh y Jalid Ibn Al Walíd, que Al-lah esté complacido con ellos, salieron a recibir al Califa con todos los honores. Sin embargo, cuando Omar vio las lujosas vestimentas y gala se molestó mucho y dijo: “¿En dos breves años han caído en las costumbres de los persas?”. Los oficiales le explicaron posteriormente que debajo de las galas llevaban sus armas y que no habían perdido su identidad islámica tras lo cual el Califa se calmó.
El Califa se quedó en la localidad de Yábia, donde algunos dignatarios de la ciudad procedieron a encontrarse con él y allí se firmó el tratado de paz. Los más distinguidos de los sahabah en Siria, Jálid Ibn Al Walid, Amru Ibn Al ‘As, Abdurrahmán Bin ‘Awf y Mu’awia, que Al-lah esté complacido de ellos, también firmaron.
La conquista de Egipto
Durante la estadía de Omar en Jerusalén, Amru Ibn Al ‘As, que Al-lah esté complacido con ambos, obtuvo permiso para realizar un ataque contra los bizantinos en Egipto y luego marchó con 4.000 guerreros hacia allá. En una carta desde Medina, el Califa le puso a Muqawqis, gobernador bizantino de Egipto, tres opciones: aceptar el Islam, pagar la yizia (tributo de vasallaje) o prepararse para la guerra. En ese tiempo, el general bizantino Artabún estaba en Egipto con todas sus tropas venidas de Palestina. Artabún avanzó para atacar a los musulmanes pero tuvo que retirarse después de sufrir una decisiva derrota.
Después, los musulmanes avanzaron más dentro de Egipto y pusieron sitio a Heliópolis (‘Ain Ash-Shams) y de allí mandó dos destacamentos para sitiar Farama y Alejandría. Ambas ciudades cayeron en manos de los musulmanes.
Luego, Amru Ibn Al ‘As mandó a Az-Zubair Bin Al ‘Awwám, que Al-lah esté complacido con ambos, a Fustat como comandante y él logró capturar la ciudadela después de un pesado combate. Mientras tanto, Amru Ibn Al ‘As atacó Alejandría, la cual cayó después de tres meses de sitio.
Un resumen de las conquistas de Omar
Se calcula que Omar, que Al-lah esté complacido con él, conquistó un área que se extendía por más de 2.250.000 millas cuadradas, un territorio mayor que las conquistas de Alejandro Magno. Estas conquistas fueron el resultado de las victorias logradas por gente una vez considerada insignificante y primitiva contra las potencias imperiales de Roma y Persia. Las conquistas de Omar incluían Persia, Mesopotamia, Jorasán, Baluchistán, Siria, Palestina, Egipto y Armenia.
Las provincias establecidas por Omar mismo en el año 22 H. fueron: La Meca, Medina, Siria, Mesopotamia, Basra, Kufa, Egipto, Palestina, Jorasán, Azerbaiyán y Persia. Algunas tenían el doble de extensión que las otras y tenían dos centros de gobierno, con gobernadores y administraciones separadas.
Aportes de Omar a la civilización islámica
Omar, que Al-lah esté complacido con él, inventó e instituyó varias prácticas en la esfera económica, política, administrativa y social de la civilización islámica por primera vez. A continuación presentamos una lista de sus más destacados aportes:
• Estableció Baitul Mal, un tesoro público formal.
• Estableció el calendario lunar islámico.
• Adoptó el título de “Emir de los creyentes” (Amir ul mu’minín).
• Estableció un ministerio de guerra y otro de economía.
• Estableció salarios para los servidores públicos voluntarios.
• Estableció la práctica de registrar y medir la tierra para su usufructo.
• Estableció un sistema censatario.
• Hizo excavar canales de riego para mejorar la agricultura.
• Fundó y pobló ciudades como Kufa, Basra, Giza y Fustat (El Cairo).
• Estableció una división administrativa y política en provincias.
• Abrió las fronteras y los mercados para los comerciantes de países enemigos que desearan comerciar con los musulmanes.
• Estableció los castigos corporales con azotes.
• Creó la policía y las prisiones.
• Creó un sistema de recolección directa de información sobre el estado de la población.
• Creó un servicio secreto de inteligencia.
• Excavó pozos de agua públicos y construyó casas para los desposeídos.
• Estableció un servicio social de ayudas diarias para los necesitados entre los judíos y los cristianos.
Martirio de Omar Al Farúq
Omar, que Al-lah esté complacido con él, caminaba un día por Medina cuando un joven persa, llamado Fairuz y apodado Abu Lulua, se encontró con él. Abu Lulua era un esclavo de Al Mughira Ibn Shu’ba, que Al-lah esté complacido con él, y había sido capturado después de la conquista de Nahavand. Se quejaba ante el Emir de los creyentes por su amo diciendo que le había impuesto una cuota muy pesada para su liberación. Omar, que Al-lah esté complacido con él, le preguntó en qué trabajaba y él respondió que hacía trabajos de carpintería, de herrería y pintura de casas. Entonces Omar, que Al-lah esté complacido con él, le dijo que la cuota que le impuso su amo era bastante razonable; el joven se molestó por el comentario de Omar y se marchó lleno de ira.
Al día siguiente la gente se había congregado en la mezquita para el rezo del alba. Fairuz vino a la mezquita armado con una daga envenenada. Mientras la gente formaba las filas del rezo y Omar, que Al-lah esté complacido con él, pasó a ocupar su puesto a la cabeza de la congregación para dirigir el rezo, Fairuz se lanzó contra él y le asestó seis puñaladas, una de las cuales fue debajo del ombligo.
Omar, que Al-lah esté complacido con él, fue herido el miércoles 27 de Dhul Hiyya del año 23 de la Hégira y fue enterrado el primero de Muharram del año 24 de la Hégira a los 63 años. Su gestión como Califa de los musulmanes duró diez años y medio.
Su rezo fúnebre lo dirigió Suhaib, que Al-lah esté complacido con él, y los que bajaron su cuerpo a la tumba y lo enterraron fueron Ali, Az-Zubair, Abdurrahmán Bin ‘Awf y ‘Abdul-lah Ibn Omar, que Al-lah esté complacido con todos ellos.