Algunos de los hadices del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, son bastante concisos y, sin embargo, transmiten una multitud de significados, y esto no es de extrañar, ya que fueron pronunciados por aquel a quien se le dio el don del discurso elocuente y los dichos sabios. Algunas de sus afirmaciones sirven como principios fundamentales, reglas generales y normas justas. Para cada tema, hay hadices que se consideran principios fundamentales inclusivos y de ellos se desprenden todos los subtemas respectivos. Algunos de estos concisos hadices abordan el tema de la riqueza, estableciendo el punto de vista islámico correcto sobre la misma y fijando los criterios para tratarla y las formas de disponer de ella.
Uno de ellos es el siguiente hadiz, narrado por Amr Ibn Al ‘Aas, que Al-lah esté complacido con él: “El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, mandó a buscarme, ordenándome que empacara mis ropas y armas y fuera con él. Hice lo que me pidió y me acerqué mientras él realizaba la ablución. Me miró de pies a cabeza y me dijo: ‘Oh, Amr, quiero enviarte al mando de un ejército para que Al-lah te bendiga con el botín, y te asignaré tu parte legítima del mismo’. Le dije: ‘No me islamicé para obtener riquezas; me hice musulmán para poder estar con el Mensajero de Al-lah’. Me dijo: ‘¡Oh, ‘Amr! Qué excelente es la riqueza lícita en las manos de una persona piadosa!” (Ahmad y Al Bujari, Abu 'Awana, Ibn Hibban, Al Hakim, Al Albani lo calificó auténtico).
Según su propia redacción, el hadiz afirma claramente que la riqueza es digna de elogio si se obtiene legalmente y está en manos de una persona piadosa. La licitud de la riqueza significa que es pura y que se ha obtenido por medios lícitos, y la piedad del propietario significa que utiliza su riqueza lícita en lo que le beneficia a él mismo y a su comunidad. Cumple con los derechos de Al-lah con respecto a su riqueza pagando el Zakat obligatorio sobre ella y también puede gastarla en caridad voluntariamente. Esta es una actitud elogiable hacia la riqueza, como lo demuestra su dicho: “Qué excelente es la riqueza lícita...”. En la misma línea, otro hadiz elogia la riqueza cuando se gana lícitamente y se emplea correctamente. Narró Abu Said, que Al-lah esté complacido con él, que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Esta riqueza es dulce (seductora); para quien la gana lícitamente y la emplea correctamente, ¡qué excelente ayuda es!” (Al Bujari). En este caso, la riqueza es un medio excelente para que el musulmán cumpla con los derechos debidos sobre él, mantenga los lazos de parentesco, alivie a los afligidos, y se ahorre la humillación de mendigar dinero, así como todos los demás beneficios de la riqueza. Los textos de la Shari’a que elogian la riqueza y la recomiendan deben interpretarse desde esta perspectiva explicada en este artículo.
Del mismo modo, el hadiz indica la gravedad del asunto cuando la riqueza está en manos de una persona malvada y corrupta; que no cumple los derechos de Al-lah con respecto a su riqueza y, por lo tanto, se convierte en una herramienta destructiva que incurre en su propia destrucción y en un medio para causar maldad en la tierra. Esta persona también puede combinar el pecado de adquirir riqueza ilegalmente con el de despilfarro. Este significado fue declarado por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, en la segunda parte del hadiz citado anteriormente, narrado por Abu Said, que Al-lah esté complacido con él: “... y quien la obtiene de forma incorrecta es como quien come pero nunca queda satisfecho” (Al Bujari). Esto es tener además de un alma glotona un corazón vencido por la fitna (tribulación) de la riqueza. Los textos de la Shari’a que desprecian la riqueza, advierten contra la extravagancia y fomentan el ascetismo y la renuncia a la avidez por los placeres mundanos, deben interpretarse desde esta perspectiva.
Este hadiz y otros que apoyan la actitud obligatoria correspondiente a la riqueza, como el narrado por Abu Said, que Al-lah esté complacido con él, en sus dos partes: “Esta riqueza es dulce (seductora); para quien la gana lícitamente y la emplea correctamente, ¡qué excelente ayuda es! Quien la obtiene de forma incorrecta es como quien come pero nunca está satisfecho”, se consideran una norma profética y una metodología islámica de equilibrio en la obtención de la riqueza, sin un ascetismo excesivo ni una acumulación despreciable de la misma y excediendo los límites adecuados en su adquisición y gasto. Estos hadices, por lo tanto, dirigen a los musulmanes hacia el punto de vista correcto sobre la verdadera naturaleza de la riqueza y subrayan que el Islam no desprecia la riqueza en un sentido absoluto, como afirman algunos sufíes, ni la elogia en un sentido absoluto. El objeto del elogio y el desprecio aquí no es la riqueza en sí, sino la manera en que la persona la adquiere, la gasta o dispone de ella. Quien obtiene la riqueza (lícita) con la intención de mantenerse a sí mismo y a sus dependientes y de reformar el mundo con dicha riqueza invirtiéndola y gastándola en lo que es bueno y beneficioso para el individuo y la comunidad, ¡qué excelente es dicha riqueza! Algunos de los compañeros eran ricos y exitosos comerciantes. Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, era un comerciante, y su riqueza fue bien empleada en apoyo del Islam y los musulmanes. Narró Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él, que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Ninguna riqueza me ha beneficiado tanto como la de Abu Baker”. Entonces, Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, lloró y dijo: “¡Oh, Mensajero de Al-lah! Yo y mi riqueza son solo para ti, oh, Mensajero de Al-lah!” (Ibn Maya, Al Albani lo calificó auténtico). Hubo muchos otros compañeros ricos cuya riqueza fue una fuente de misericordia y ayuda para la gente y que se empleó en apoyo de las causas islámicas, como la del tercer califa, ‘Uzman, que Al-lah esté complacido con él, que equipó al ejército musulmán para la batalla de Tabuk con novecientos cincuenta camellos, alcanzando los mil al sumar cincuenta caballos.
En cuanto a los que obtienen la riqueza para acumularla y presumir de ella, convirtiéndola en un medio para causar maldad en la Tierra y corromper la economía mediante la realización de transacciones prohibidas como la riba y el juego, contribuyen a la pobreza y el desempleo en sus sociedades al concentrar la riqueza en manos de una determinada clase social. En consecuencia, la riqueza, en sus manos, se convierte en un medio de destrucción y maldad, al igual que Qarun, cuya historia se relata en el Corán. ¡Él perjudicó a su pueblo al negociar con la riba con su riqueza y al afirmar que había ganado y obtenido dicha riqueza exclusivamente por medio de sus conocimientos y esfuerzos! Este punto de vista corrupto sobre la riqueza y la injusticia económica fueron para él pecado suficiente para merecer la destrucción inmediata que le sobrevino. En contra de sus aspiraciones de dominar la Tierra, Al-lah, Glorificado sea, lo destruyó haciendo que la tierra se lo tragara, y así seguirá hundiéndose hasta el Día de la Resurrección. Al-lah, Exaltado sea, dice: {Hice que la tierra se tragará a Qarún y a su palacio, y no hubo nadie que pudiera socorrerlo, ni siquiera pudo salvarse a sí mismo} [Corán 28:81].