El poeta, crítico y escritor estadounidense Coronel Donald S. Rockwell escribió: “La simplicidad del Islam, el poderoso atractivo y el ambiente irresistible en sus mezquitas, la seriedad de sus fieles seguidores, la confianza que inspira la constancia de millones de personas en todo el mundo que responden diariamente a las cinco llamadas a la oración, fueron los factores que me atrajeron desde el principio.
Pero después de haberme decidido a ser un seguidor del Islam, encontré muchas razones más profundas para confirmar mi decisión. El sutil concepto de la vida, fruto de combinar la acción y la contemplación, los sabios consejos, las exhortaciones a la caridad y la misericordia del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él.
El amplio humanitarismo, la declaración pionera de los derechos de la mujer, estos y otros factores de las enseñanzas del hombre de La Meca, fueron para mí una de las primeras evidencias obvias de una religión práctica, manifestada tan concisa y tan acertadamente en las aclaradoras palabras del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Confía en Al-lah y amarra tu camello”. Nos dio un sistema religioso de acción normal, no una fe ciega en la protección de una fuerza invisible a pesar de nuestra propia negligencia, sino la confianza de que si hacemos todas las cosas correctamente y lo mejor posible, podemos confiar en lo que viene como la voluntad de Dios...
Cuando estuve en las inspiradoras mezquitas de Estambul, Damasco, Jerusalén, El Cairo, Argel, Tánger, Fez y otras ciudades, fui consciente de una poderosa reacción: la potente elevación de la sencilla apelación del Islam al sentido de las cosas superiores, sin ayuda de elaborados adornos, ornamentación, imágenes, música y rituales ceremoniales. La mezquita es un lugar de contemplación tranquila y modesta en la gran realidad del Dios verdadero.
La igualdad del Islam siempre me ha atraído. El rico y el pobre tienen los mismos derechos en el suelo de la mezquita, arrodillados con humildad para la adoración. No hay bancos alquilados ni asientos especiales reservados.
El musulmán no acepta a ningún humano como mediador entre él y su Dios. Se dirige directamente a la fuente invisible de la creación y la vida −Dios−, sin depender de una fórmula salvadora de arrepentimiento de los pecados y de la creencia en el poder de un maestro para proporcionarle la salvación. La hermandad universal del Islam, independientemente de la raza, del partido político, del color o del país, me ha sido transmitida con gran intensidad muchas veces en mi vida, y esta es otra característica que me atrajo hacia la fe”.
La afirmación infundada de que los musulmanes convirtieron al Islam a los pueblos que habían “conquistado por la fuerza” también ha sido refutada por destacados personajes no musulmanes.
Mahatma Gandhi, por ejemplo, en 1924 escribió en Young India:
“Me convencí más que nunca de que no fue la espada la que ganó un lugar para el Islam en aquellos días en el esquema de la vida. Fue la extremada sencillez, la absoluta moderación del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, el escrupuloso respeto a sus promesas, su intensa devoción a sus amigos y seguidores, su intrepidez, su absoluta confianza en Dios y en su propia misión. Fue todo eso, y no la espada lo que llevó a superar cada obstáculo”.
James A. Michener escribe en el Reader's Digest (Selecciones), bajo el título “Islam: La religión incomprendida”:
“Ninguna otra religión en la historia se extendió tan rápidamente como el Islam. Occidente ha creído ampliamente que este auge de la religión fue posible gracias a la espada. Pero ningún erudito moderno acepta esa idea, y el Corán apoya explícitamente la libertad de conciencia”.
Laurence E. Browne escribe en The Prospects of Islam (Las perspectivas del Islam): “Por cierto, estos hechos bien establecidos descartan la idea tan ampliamente fomentada en los escritos cristianos sobre los musulmanes, de que dondequiera que iban obligaban a la gente a aceptar el Islam a punta de espada”.
De Lay O'Leany también escribió en Islam at Crossroads (El Islam en la encrucijada), Londres, 1923, p. 8: “La historia deja claro, sin embargo, que la leyenda de los musulmanes fanáticos, arrasando el mundo e imponiendo el Islam a punta de espada sobre las razas conquistadas es uno de los mitos más abiertamente absurdos que los historiadores han repetido.”
Vale la pena mencionar aquí que es absolutamente erróneo juzgar al Islam por el deterioro de la situación (actual) de los musulmanes y la indudable corrupción que salpica al mundo islámico. Lo que el Islam predica es una cosa, y lo que muchos musulmanes practican hoy en día es otra.
La única manera de hacer justicia al Islam es conocer sus nobles enseñanzas, que están claramente establecidas en el Sagrado Corán y en las tradiciones proféticas.
El famoso cantante pop Cat Stevens (Yusuf Islam), que abrazó el Islam, mencionó en una ocasión: “Sería un error juzgar el Islam a la luz del comportamiento de algunos malos musulmanes que siempre aparecen en los medios de comunicación. Es como juzgar un automóvil como malo si el conductor está ebrio y lo choca contra un muro. El Islam guía a todos los seres humanos en la vida cotidiana, en sus dimensiones espiritual, psicológica y física. Sin embargo, debemos encontrar las fuentes de estas instrucciones: el Corán y el ejemplo del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Entonces podremos conocer Islam”.
Lo que se dice generalmente sobre el Islam en los medios de comunicación y en muchos círculos académicos también puede dar una idea equivocada al respecto. Como dijo Maurice Bucaille: “Las declaraciones totalmente erróneas que se hacen sobre el Islam en Occidente son a veces fruto de la ignorancia, y a veces de una denigración sistemática.
Sin embargo, las falsedades más graves son las que se refieren a los hechos, ya que si las opiniones erróneas son excusables, la presentación de hechos contrarios a la realidad no lo es. Resulta inquietante leer falsedades evidentes en obras eminentemente respetables escritas por autores que a priori son bien calificados”.
(Extraído de: Una mirada a la belleza del Islam)