Séptimo ejemplo:
Cuando una caravana llegó a Medina, Omar y 'Abdur-Rahman Ibn 'Auf, que Al-lah esté complacido con ambos, montaron guardia para la caravana. Durante esa noche, Omar escuchó el llanto de un bebé. Se acercó a la madre y le dijo: “Teme a Al-lah y encárgate de tu hijo”. Luego volvió al lugar donde estaba y nuevamente escuchó el llanto del bebé, se acercó a la madre y le dio el mismo consejo. Más tarde, durante la última parte de la noche, el niño volvió a llorar. Omar, que Al-lah esté complacido con él, se acercó a la madre y le dijo: “¡Guay de ti! Parece que no eres una buena madre. ¿Por qué no haces algo para que tu hijo duerma tranquilamente durante la noche?”.
La mujer, sin saber que estaba hablando con el Emir de los creyentes, le respondió: "Que Al-lah te bendiga, me ha molestado varias veces durante la noche. Quiero forzar su destete (antes de tiempo), pero el niño se resiste. Omar, que Al-lah esté complacido con él, le preguntó: “¿Por qué destetarlo a la fuerza?”, y ella respondió: “Porque Omar solo concede el subsidio para los niños que han sido destetados”.
Omar, que Al-lah esté complacido con ella, le preguntó: “¿Qué edad tiene tu hijo?”, ella le dijo que solo tenía unos meses. Omar, que Al-lah esté complacido con él, le pidió a la mujer que no se apresurara a destetar a su hijo. Luego cuando dirigió la oración del alba su llanto hizo inaudible su recitación del Corán y difícil de entender. Al terminar la oración dijo: “Omar está arruinado. Ha matado a los hijos de los creyentes”. Acto seguido, ordenó al pregonero que anunciara en Medina que las madres no debían destetar a sus hijos para adquirir el subsidio. Y que de ahora en adelante, todo niño, amamantado o destetado, debía recibir un subsidio.
Octavo ejemplo:
Uno de los acontecimientos únicos relacionados con la compasión y la equidad en la historia de la humanidad fue protagonizado por Omar, que Al-lah esté complacido con él. Él salía por las noches para ver con sus propios ojos las condiciones en las que vivía la gente. Una noche, escuchó que alguien lloraba en una tienda, en cuya entrada había un hombre. Omar, que Al-lah esté complacido con él, lo saludó y le preguntó quién era. El hombre respondió que era un beduino que había llegado a Medina para pedir ayuda al Emir de los Creyentes. Entonces Omar le preguntó por el llanto y los lamentos dentro de la tienda. El beduino trató de evadir la pregunta, diciéndole que como no le concernía no debía interesarse por ello y seguir su camino. Sin embargo, ante la insistencia de Omar, le comentó que su mujer estaba de parto y no tenía a nadie que la ayudara. Omar, que Al-lah esté complacido con él, se dirigió a su casa y le preguntó a su esposa, Umm Kulzum Bintu Ali, que Al-lah esté complacido con ambos, si estaba interesada en la recompensa de Al-lah que podría haberle traído. Le pidió que preparara los elementos necesarios para un recién nacido y para una madre que dio a luz, y también algunos alimentos.
Omar cargó todo lo que su esposa Umm Kulzum preparó y ambos partieron. Cuando llegaron a la tienda del beduino, Omar, que Al-lah esté complacido con él, hizo entrar a su esposa mientras él sentaba con el marido y, encendiendo un fuego, empezó a cocinar la comida con las provisiones que había traído. El beduino aún no era consciente de que estaba sentado junto a un gran hombre en la historia del mundo.
Luego el niño nació y Umm Kulzum, que Al-lah esté complacido con ella, llamó a Omar desde el interior de la tienda, dirigiéndose a él como “Amir Al Mu'minin”, y le pidió que felicitara a su amigo por el nacimiento de su hijo. El beduino, al oír sus palabras, se dio cuenta de que había estado con el líder del Estado Islámico todo el tiempo y que había sido algo grosero con él, y se asombró y comenzó a alejarse de Omar, que Al-lah esté complacido con él. Pero Omar lo tranquilizó y le pidió que siguiera sentado donde estaba, sin preocupaciones. Luego le pidió a Umm Kulzum que le ofreciera a la madre la comida que había cocinado mientras le ofrecía un poco a su marido diciéndole: “Aliméntate, pues has estado despierto toda la noche y has pasado por algunas molestias”.
Aquí debemos mencionar también que Omar, que Al-lah esté complacido con él, no es un ejemplo aislado presentado como una persona virtuosa y cordial de la civilización islámica. Las vidas de Abu Bakr, Uzman y 'Ali, que Al-lah esté complacido con todos ellos, también fueron modelos y ejemplos de gran humanidad, misericordia y amabilidad.
Similar fue la vida de Omar Ibn 'Abdul Aziz, Salahud-Din Al Aiubi, y muchos otros grandes personajes, legisladores y líderes que también presentan innumerables ejemplos inmortales. Ellos son en sí mismos una brillante evidencia representativa de esta gloriosa civilización vista desde todos los ángulos.