• Se abstuvo de hacer el tawaf desnudo, no bebía embriagantes y no se postraba ante los ídolos a los que adoraba su gente, costumbres y creencias comunes de su época. At-Tabarani en Al Mu’yam Al Kabir, Al Hakim en Al Mustaddrak y Al Baihaqui en Dala’il An-Nubuwa regsitraron: “Zaid Ibn Hariza, que Al-lah esté complacido con él, juró que el Enviado de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nunca adoró una estatua ni un ídolo en su vida”. Ibn Kazir en Al Bidaia Wan-Nihaia dijo: “Muhammad Bin Ishaq dijo: ‘El Profeta de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, creció y maduró destacándose por su noble comportamiento, por ser el más generoso, el más veraz, el más confiable y por abstenerse de cometer actos inmorales (por más que fueran bien vistos por sus contemporáneos), por ese motivo es que todos lo conocían como el más confiable, por todas las virtudes con las que Al-lah lo agració. Según lo que logré compilar, encontré que el Profeta mismo relató que hasta en los juegos tradicionales de los niños durante la yahilia él rechazaba participar desnudo como los demás. Este es un relato que se asemeja a otros encontrados en los Sahih, como el que menciona su participación en la reconstrucción de la Ka’ba”.
• Lo que algunos personajes de la Gente del Libro mencionaron sobre su profecía y características:
- Una de las señales que ratifican la misión del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, son las enseñanzas de algunos religiosos judíos y cristianos que aseguraban que estaba próximo el advenimiento del tan esperado sello de los profetas. Algunos mencionaban características que se ajustaban perfectamente a las de Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, atributos que ellos conocieron a través de lo que leían en las Escrituras (la Torá y el Evangelio). Un ejemplo de lo anterior es lo que mencionó Ibn Hisham en As-Sira An-Nawawia, hecho certificado por Al Albani como Sahih, de que ‘Asim Bin Qatada narró de varias personas de su tribu que dijeron: “Una de las cosas que nos hizo aceptar el Islam, después de la misericordia de Al-lah y Su guía, fue el hecho de que éramos politeístas e ignorábamos cosas que la Gente del Libro conocía. Siempre que había un problema entre nosotros y algunos judíos, ellos nos decían: ‘Ya se acerca el momento en el que nos será enviado un Profeta con el cual los combatiremos y los acabaremos, tal como sucedió con el pueblo de ‘Ad y de Iram’. Tantas veces escuchamos sus amenazas que apenas supimos del llamado del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, respondimos y aceptamos su invitación, pues reconocimos que él era ese Enviado con el que ellos nos amenazaban. Nosotros creímos en él, mientras que ellos lo rechazaron. Este versículo fue revelado por este suceso: {Y cuando les llegó el Libro de Al-lah [el Corán] que confirmaba lo que ya tenían [en la Torá], a pesar de que antes oraban [para que llegara el Profeta que los guiase a] la victoria contra los incrédulos, cuando se les presentó [el Mensajero] lo reconocieron [pero como no era judío], no creyeron en él. ¡Que la maldición de Dios caiga sobre los que niegan la verdad!} [Corán 2:89]’”.
- Las palabras de Heraclio, emperador de Bizancio, y Armah (An-Nayashi) rey de Axum (Al Habasha, Etiopía), ambos cristianos, son una prueba de que ellos conocían las profecías, señales y características del Profeta Muhammad, el Profeta esperado, pues era lo que sus monjes y sabios les habían enseñado, basados en sus Escrituras. Heraclio le dijo a Abu Sufian, luego de que este le había mencionado algunas de las características de Muhammad: “Si es verdad lo que me dices de él, será el dueño del suelo que está bajo mis pies. Sabía que ya había llegado, pero nunca me imaginé que fuera uno de ustedes. Desearía ir dónde él y lavarle los pies” (Bujari).
An-Nayashi, según lo transmitió Ibn Kazir en Al Bidaia Wan-Nihaia, le dijo a Ya’far, que Al-lah esté complacido con él: “¿Qué dice ese su profeta de Jesús, el hijo de María?”; Ya’far le respondió: “Lo que Al-lah le reveló: {[…] es un Mensajero de Al-lah y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María}. Nació de María, la virgen, la pura, a la que nunca había tocado hombre alguno”. An-Nayashi tomó un palo y dijo: “Sacerdotes y monjes, lo que ellos han dicho de él (Jesús), no cambia nada de lo que nosotros sabemos… Bienvenidos sean, yo doy testimonio de que él es el Profeta de Al-lah, el cual fue anunciado por Jesús. Permanezcan en estas tierras todo el tiempo que deseen”.
Al-lah envió una serie de profecías y señales que indicaban el advenimiento de Su Mensajero y Profeta, Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Dichas evidencias son tanto palpables y como subjetivas. Fueron descubiertas por todo aquel que lo vio y conocidas por los líderes religiosos de la Gente del Libro. Sin embargo, el orgullo, la soberbia y la envidia hizo que muchos lo rechazaran. Ibn Kazir mencionó en su Tafsir de: {Pero no es a ti a quien desmienten, sino que lo que los injustos rechazan es la palabra de Al-lah} [Corán 6: 33], que Al Ajnas estaba a solas con Abu Yahil y le dijo: “Ya que estamos solos y nadie nos escucha, dime, ¿Muhammad dice la verdad o está mintiendo?”. Abu Yahil le respondió: “¡Claro que dice la verdad! Muhammad jamás ha mentido. Pero no podemos aceptar su mensaje porque perderíamos todos los privilegios que como miembros de la tribu de Quraish tenemos en La Meca”.