La existencia de Dios y el problema del mal
Introducción
En el nombre de Al-lah, el más Clemente, el más Misericordioso.
Este ensayo argumenta que la existencia del mal no ofrece un fundamento ni lógico ni probable contra la existencia de Dios, y que el Islam brinda una teodicea completa –esto es, una solución sistemática al problema del mal–. Este trabajo es, en esencia, un resumen y traducción de la excepcional investigación realizada por el Dr. Sami Ameri sobre el tema.
La roca inamovible
No es ningún secreto el rol central que tiene el mal en el discurso ateo. George Büchner, un poeta alemán ateo, llama al tema del mal la “roca inamovible del ateísmo”. Durante un debate en el 2013 intitulado “El origen de la vida: evolución o diseño”, el ateo Michael Ruse declaró inequívocamente que la única razón para rehusarse a creer en Dios era el problema del mal. En su famoso trabajo, “Hay un Dios: Cómo el ateo más notorio del mundo cambió de parecer”, el otrora ateo Antony Flew dice que, sobre todo en el mundo occidental, el problema del mal es el argumento más citado comúnmente a favor del ateísmo. Esto no solo es verdad en las esferas intelectuales. En un estudio contemporáneo se les preguntó a los norteamericanos: “Si pudieras hacerle una sola pregunta a Dios y supieras que te responderá, ¿qué preguntarías?”. La pregunta más común fue: “¿Por qué hay dolor y sufrimiento en el mundo?” (Lee Strobel, Argumentos a favor de la fe).
Hay dos principales escuelas de pensamiento entre los teístas con respecto a este tema. La primera –a la cual, de acuerdo a Timothy J. Keller (cristiano), pertenecen la mayoría de filósofos cristianos– sostiene que la existencia del mal no excluye la existencia de Dios. En otras palabras, señalan correctamente el problema lógico con argumentar que la existencia del mal es prueba concluyente del ateísmo. La segunda es la de los teodicistas, aquellos que van más allá y tratan de comprender la sabiduría de Dios por la cual permite que haya mal.
Este ensayo presenta la teodicea del Islam sunní, aquella que emerge únicamente de nuestros textos sagrados preservados (el Corán y la Sunna auténtica), ya que es la distorsión de escrituras sagradas previas lo que impide a los teólogos ofrecer una teodicea coherente. Incluso dentro del Islam, como William Montgomery Watt señala, solo fueron las sectas revisionistas como los mutazilitas –quienes intentaron zanjar entre el Corán y la filosofía griega con una teología híbrida– quienes se encontraron forcejeando con el problema del mal en su literatura; las escrituras sunníes casi nunca tuvieron que hacerlo. La mentalidad sunní, la cual adoptó la revelación en su totalidad, no tuvo dificultad en ver cómo la Sabiduría Divina entrelazaba los hilos del dolor y el sufrimiento en una brillante historia, una historia que pone en armonía la misericordia y la justicia, una historia que lleva a finales felices luego de la congoja, una historia que ve la “roca inamovible” como un peldaño para nuestro ascenso espiritual.
¿Qué hace del mal un problema?
El mal en el mundo ha sido siempre un problema, pero solo en los últimos siglos se ha traducido en una revuelta en contra de Dios y la religión. ¿Por qué? ¿Qué es diferente hoy en día?
La vida vista como sin sentido
La reorientación gradual de la mentalidad occidental del “propósito de la vida” hacia la “calidad de vida” fue producto del período de Ilustración en Europa en el siglo XVIII. Este cambio de foco radical, en el cual los medios de supervivencia reemplazaron la búsqueda de un propósito trascendental, es lo que hizo que las frustraciones de esta vida se volvieran insoportables. Cuando se reduce la totalidad de la existencia a solo esta vida, y la vida ya no es considerada como un medio para un objetivo mayor, es de esperar que asegurar el placer inmediato y evitar el dolor se vuelvan las únicas metas –y son inalcanzables, sin duda–. En las palabras de C. S. Lewis:
Para los sabios antiguos, el problema cardinal era cómo conformar el alma a la realidad, y la solución fue el conocimiento, la disciplina y la virtud. Tanto para la magia [de los antiguos] como para la ciencia aplicada [de los tiempos modernos], el problema es como someter la realidad a los deseos del hombre.
No ha de sorprendernos, por lo tanto, que las comunidades occidentales en particular, a pesar de sus variados lujos y comodidades, tengan la mayor dificultad con lidiar con el problema del mal. Como dijo Viktor Frankl: “Mucha más gente tiene hoy en día los medios para vivir, pero ningún sentido por el cual hacerlo”. El no tener un sentido es lo que hace de la vida una prisión en la cual los ocupantes deambulan desesperados entre las paredes de la vida y la muerte, en pánico ante cualquier percance. En una vida sin significado cada pinchazo es un evento al azar sin explicación –e inevitable– que solo puede ser clasificado en términos de energía y materia, y que solo representa caos, conmoción y una tragedia.
Continúa...