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Él cambio de Quiblah - II

El cambio de Quiblah - II

Todos los sucesos son planeados por Al-lah, Él deja que transcurran según lo ha decretado
Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los musulmanes se encontraban en La Meca, y debido a la dirección geográfica de Jerusalén, podían rezar hacia Jerusalén y al mismo tiempo se encontraban dirigiéndose hacia la Ka’bah, y eso los hacia muy felices. Pero en Medinah ya no podían hacer lo mismo, debido a que la posición geográfica cambió. Y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, deseaba con todo su corazón que los musulmanes se diferenciaran de la gente del Libro. Y no lo hacía simplemente para llamar la atención, ni porque los judíos habían soltado sus intrigas y acusaciones. No, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quería una religión completa e independiente. Es como si un gobierno promulgara una ley nueva que reemplace una ley que funcionó por mucho tiempo. La ley anterior se respeta, pero ya no se la aplica, sino que la nueva ley es la más importante. Además, con la llegada del mensaje del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, todos los demás Libros revelados por Al-lah perdieron su vigencia. La ley nueva es el Corán y la Sunnah. Al-lah está esperando que todas las personas de la Tierra entren en el Islam; pues a partir del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no aceptará religión que no sea el Islam.
Algunos hermanos se confunden en este tema, pues es sabido que el Islam es la religión de la tolerancia; es decir, que el Islam tolera y respeta a las otras religiones. Pero estamos seguros que el Islam es la religión correcta, la que Al-lah ordena seguir. Este concepto lo debemos tener bien claro, pues de lo contrario nos veremos expuestos a diluirnos en las sociedades en que vivimos, al punto que perdamos nuestra identidad religiosa. Si no les enseñamos a nuestros hijos el Islam ni las costumbres propias del Islam, después de nuestra muerte se perderán absorbidos por el mundo que los rodea. El musulmán debe sobresalir en todo, debe ser diferente a la mayoría. Debemos sobresalir con nuestros modales y nuestra moral. Donde sea que vaya no miento, no robo, no cuento ni escucho chismes, no perjudico a los demás, etc.
Es por esto que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quería que la Ka’bah fuese nuestra Qiblah; además, la Ka’bah fue la primera casa construida sobre la tierra para adorar a un solo Dios. Entonces, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, miraba hacia el cielo, como esperando que Al-lah cambiara la Qiblah, pero nunca dijo una palabra, pues sus modales con Al-lah eran los más elevados. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nunca cuestionaba la Voluntad Divina. Así mismo debe ser el musulmán, educado con Al-lah. Imaginémonos la situación, Al-lah mismo nos la describe en el Corán cuando Dice (lo que se interpreta en español): {Vemos que vuelves tu rostro hacia el cielo. Te orientaremos a una dirección [Qiblah] que te agrade; oriéntate, pues, hacia la Mezquita Sagrada [La Meca]. Y dondequiera que estéis, orientaos hacia ella…} [Corán 2:144] Y no es que Al-lah haya cambiado sus planes debido al deseo del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam; por el contrario, todo lo que iba a ocurrir ya había sido planeado y registrado por Al-lah.
La inmediata obediencia de los musulmanes
Cuando Apenas descendió la orden de dirigirse hacia la Ka’bah en las oraciones, los musulmanes obedecieron inmediatamente debido a su gran amor por el Islam y su total y completa sumisión a Al-lah. Tanto así, que hubo un grupo de musulmanes quienes se encontraban rezando en una mezquita en dirección a Jerusalén, porque aún no habían recibido la información del cambio de Qiblah; y ocurrió que un musulmán, que sí conocía del cambio, pasó por la mezquita y, mientras ellos rezaban, les informó del cambio; entonces, ellos cambiaron inmediatamente de dirección, siendo que podían haber esperado, pero su obediencia era ejemplar. Así mismo debemos ser: debemos cambiar el rumbo de nuestras vidas, dejar la desobediencia y dirigirnos a la obediencia de Al-lah.
Al-lah no nos creó para jugar ni perdernos en los goces de esta vida, sino que nos creó para adorarlo. Tenemos un trabajo en esta vida y debemos realizarlo. El esforzarnos por ganarnos el sustento, el casarnos, tener hijos, etc., no son sino medios que nos ayudan a alcanzar el verdadero objetivo de nuestra vida: adorar a Al-lah.
En el mes de Sha’ban nuestras acciones son expuestas ante Al-lah

Además del acontecimiento del cambio de Qiblah, el mes de Sha’ban es importante y especial porque durante este mes nuestras acciones son elevadas a los cielos para ser expuestas ante Al-lah. Imaginémonos que nuestras acciones sean expuestas ante Al-lah hoy mismo ¿Cómo nos sentiríamos? Cuando le preguntaban al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, acerca del mes de Sha´ban, él respondía: “En el mes de Sha’ban nuestras acciones son expuestas ante Al-lah, y yo deseo que mis acciones sean expuestas estando yo ayunando”. Ese era el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, un hombre que no cometía pecados…¿y nosotros?

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