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La mujer musulmana y sus deberes como hija

La mujer musulmana y sus deberes como hija

La mujer musulmana cumple con sus deberes hacia sus padres
Por su lectura del Corán, la musulmana comprende la elevada condición en la que Al-lah, Exaltado sea, Ha colocado a los padres, y ésta es una condición que la humanidad nunca conoció excepto en el Islam, pues ha colocado el respeto por los padres un escalón por debajo de la creencia en Al-lah y la verdadera adoración a Él. Muchas aleyas del Corán describen la complacencia de los padres como en segundo término después de la complacencia de Al-lah, Alabado sea, y confirman que el buen trato a los padres es la mejor de las buenas acciones después de tener fe en Al-lah. Dice el Corán (lo que se interpreta en español): {Adorad a Al-lah y no le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres...} [Corán 4:36]
Por tal razón, la musulmana que realmente comprende las enseñanzas de su religión, es más afectuosa y más respetuosa hacia sus padres que ninguna otra mujer en el mundo, y esto no cambia cuando abandona su hogar para casarse y tener su propia familia. Su respeto y cariño hacia sus padres siguen en curso, y permanecerá como una parte de su comportamiento hasta el fin de su vida, de acuerdo con la enseñanza coránica que ha prescrito el trato amable hacia nuestros padres de por vida, especialmente cuando llegan a mayores y se vuelven débiles, y tienen más necesidad de palabras amables y de un buen cuidado. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos, o ambos, llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto. Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño.}[Corán 17:23-24]
La mujer musulmana cuyo corazón ha sido iluminado con la luz de la guía coránica, siempre está receptiva y sensible a esta instrucción divina, al leer la aleya que prescribe el buen trato a los padres. Por eso, su afecto y respeto hacia ellos se acrecienta, y siempre está más dispuesta a servirlos. Ella hace todo lo posible para complacerlos, aunque tenga un esposo, una casa, hijos, y otras responsabilidades propias. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español):
  • {Le He ordenado al hombre ser benevolente con sus padres...} [Corán 29:8]
  • {Le Hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre le lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia...} [Corán 31:14]
Cualquiera que observe las fuentes islámicas en lo concerniente al trato afectuoso hacia los padres, encontrará también una abundante cantidad de hadices que refuerzan el mensaje de las aleyas citadas anteriormente, y reiteran las virtudes de la amabilidad y respeto hacia nuestros padres; de igual manera, advierten contra la desobediencia y maltrato hacia ellos por cualquier motivo.
‘Abdullah Ibn Mas‘ud dijo: "Le pregunté al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: '¿Cuál es el acto más amado por Al-lah, Glorificado sea?'. Dijo: 'La oración ofrecida a tiempo'. [Al Bujari y Muslim] Le pregunté: '¿Y luego cuál?'. Él contestó: 'El afecto y respeto hacia los padres'. Le pregunté nuevamente: '¿Y luego cuál?' Él contestó: 'El yihad por la causa de Al-lah".
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, gran educador, colocó el afecto y respeto hacia los padres entre los dos actos más grandes en el Islam: la oración realizada a su debido tiempo y el yihad por la causa de Al-lah, Glorificado sea. La oración es el pilar o fundamento de la fe, y el yihad es el pináculo del Islam. ¡Qué gran condición otorgó a los padres el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam!
Un hombre se presentó ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para hacer la bai‘ah y para comprometerse a emprender la hiyrah y el yihad, con la esperanza de recibir la recompensa de Al-lah. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no se apresuró en aceptar su bai‘ah, sino que le preguntó: "¿Alguno de tus padres está vivo?" El hombre replicó: "Así es". Entonces, el bondadoso y compasivo Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le preguntó: "¿Y tú deseas recibir la recompensa de Al-lah?”. . El hombre respondió: "Sí, ambos". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: "Vuelve con tus padres y permanece en su compañía de la mejor manera posible". [Al Bujari y Muslim]
De acuerdo a un relato narrado por Al Bujari y Muslim, un hombre se presentó y le pidió permiso al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para participar en el yihad. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le preguntó: "¿Tus padres están vivos?". El hombre contestó: "Sí". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Entonces, efectúa el yihad cuidando de ellos".
En el medio de los preparativos de su ejército para el yihad, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nunca olvidó la debilidad de los padres y su necesidad de los hijos. Por eso, gentilmente desalentó a este voluntario y le recordó cuidar a sus padres, a pesar de que necesitaba todo el potencial humano disponible para la próxima expedición. Esto resultó así, porque comprendía la importancia del respeto y el trato afectuoso hacia los padres y, por otra parte, conocía su posición en el conjunto de la estructura islámica que Al-lah, Exaltado sea, había diseñado para el bienestar y la felicidad de la humanidad.
Cuando la madre de Sa‘d Ibn Abi Uaqas objetó a su hijo haber abrazado el Islam, ella le dijo: "Abandona el Islam, o me abstendré de comer hasta morir. Entonces sentirás vergüenza ante los árabes, pues ellos dirán que mataste a tu madre". Sa‘d le dijo: "Deberías saber, por Al-lah, que aunque tuvieras cien almas, y abandonaran tu cuerpo una por una, yo jamás abandonaría el Islam". Luego Al-lah Reveló una aleya que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recitó a los musulmanes por la severidad de la réplica a su madre: {Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis copartícipes, no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto...} [Corán 31:15]
La historia del devoto adorador Yuraiy, contada por el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es una vívida ilustración de la importancia del respeto hacia nuestros padres y de estar prestos a obedecerlos. Cierto día, su madre lo llamó mientras estaba rezando, y mientras se preguntaba: "Mi Señor, ¿mi madre o mi plegaria?". Él escogió continuar su plegaria (en vez de responder a su madre). Ella lo llamó por segunda vez, pero continuó orando y no le contestó. Luego, lo llamó por tercera vez y no le respondió, ella se puso a rezar a Al-lah diciendo: "No lo dejes morir hasta que no haya visto el rostro de una prostituta". Había una prostituta en esa localidad que había fornicado con un pastor y se encontraba embarazada. Cuando se dio cuenta de que estaba encinta, el pastor le dijo: "Si te preguntan acerca del padre de la criatura, diles que es de Yuraiy, el devoto". Esto era lo que ella contaba a todos, por ese motivo, la gente fue y destruyó el lugar donde él acostumbraba orar. El gobernante lo llevó a la plaza pública, y en el camino, Yuraiy recordó la oración de su madre y sonrió. Cuando lo trajeron para ser castigado, pidió permiso para rezar dos raka‘at, luego pidió que compareciera el niño y entonces le susurró al oído: "¿Quién es tu padre?". El niño contestó: "Mi padre es fulano, el pastor" (esto fue un milagro pues el niño tenía sólo unos meses). La gente exclamó: "La ilaha illa Al-lah" y "Al-lahu akbar". Y luego dijeron a Yuraiy: "¡Reconstruiremos tu lugar de oración con oro y plata!". Él dijo: "No, solamente reconstruidlo tal como era, con ladrillos y argamasa". Con respecto a esta historia, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Si Yuraiy hubiese tenido un conocimiento íntegro, habría sabido que responder a su madre era más importante que continuar su oración". Por lo tanto, los juristas sugirieron que si alguien está rezando una oración voluntaria, y alguno de sus padres lo llama, está obligado a detener su oración y responderles.
La musulmana ama y respeta a sus padres aunque ellos no sean musulmanes
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, elevó sus enseñanzas hacia un nuevo nivel, cuando prescribió a sus seguidores tratar a sus padres con afecto y respeto, aunque fueran adeptos a otra religión. Esto está claro en el hadiz de Asma' Bint Abi Bakr As Siddiq, que Al-lah Esté complacido con ella, quien dijo: "Mi madre vino a mí, y ella era una mushrikah, en la época del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Entonces, le pregunté al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: 'Mi madre ha venido a mí y necesita mi ayuda, ¿debo ayudarla?’ Él contestó: ‘Sí, mantén contacto con tu madre y ayúdala’ [Al Bujari y Muslim]".
La verdadera musulmana que comprende el significado de la guía coránica y las enseñanzas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no puede sino ser la mejor y la más afectuosa entre todas las personas hacia sus padres, en todo momento. Ésta era la práctica de los Sahabah, y de quienes los seguían con sinceridad. Un hombre le preguntó a Sa‘id Ibn Al Musaiab, que Al-lah Esté complacido con él: "Comprendo todas las aleyas acerca de la amabilidad y respeto hacia los padres, con la excepción de la frase {...háblales con dulzura y respeto...} ¿Cómo puedo hablarles con dulzura y respeto?" Sa‘id le contestó: "Significa que debes dirigirte hacia ellos como el siervo se dirige a su amo". Ibn Sirin, que Al-lah Esté complacido con él, solía hablar a su madre con una voz suave, como la de una persona enferma, por respeto a ella.
La musulmana está dispuesta a pagar las deudas de sus padres
El deber de tratar a los padres con amabilidad y respeto se implantó en la conciencia de los musulmanes, por eso, ellos se apresuran en tratar bien a sus padres durante su vida y después de su muerte. Existen numerosos relatos que señalan esto. Por ejemplo, el relato que describe cómo una mujer de Yuhainah fue hacia el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le dijo: "Mi madre hizo la promesa (nadhr) de efectuar el Hayy, pero no la pudo cumplir antes de morir. ¿Puedo realizar yo el Hayy en su nombre?". Él respondió: "Así es. Ve y realiza él Hayy en su nombre. Si supieras que tu madre tiene una deuda, ¿no la cancelarías por ella? Compensa lo que es debido a Al-lah, porque Al-lah tiene más derecho a ser compensado".

De acuerdo a un relato brindado por Muslim, ella preguntó: "Ella debía un mes de ayuno ¿Puedo ayunar yo en su nombre?". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Ayuna en su nombre". Ella dijo: "Ella nunca realizó el Hayy, así que ¿puedo realizar el Hayy en su nombre?". Y él contestó: "Realiza el Hayy en su nombre".

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