La más prominente escritora y la mujer más influyente que ha emergido en África occidental durante el siglo XIX.
Partes de África occidental estaban experimentando los mayores disturbios en los siglos XIX y XVIII. Por cerca de mil años el Islam se había esparcido lentamente en la región, pero en términos generales la región continuaba siendo parte del estado mayor.
El Sheij ‘Usuman Dan Fodio (el Shehu) de Hausaland en la actual Nigeria, fue uno de los reformadores del occidente africano, quien se esforzó por llevar el Islam a las masas. Su prédica y su llamado hacia el Islam puro, sin embargo, terminaron poniéndolo en contra de las gobernantes de su tierra. Un resultado de las confrontaciones militares que siguieron fue la victoria del Shehu y el establecimiento del califato de Sokoto, un estado musulmán que abarcaba el tamaño de Europa occidental. Este estado de África occidental fue desmantelado por el colonialismo británico en el siglo XX.
Sin embargo, el movimiento de reforma del Shehu no solo resultó en la formación de un nuevo estado, sino que también llevó al florecimiento de la tradición islámica intelectual, literaria y humanitaria, que capturó las mentes de muchos investigadores contemporáneos. Nana Asmau, una de las hijas del Sheij ‘Usuman Dan Fodio, fue uno de los pilares de la revolución, cuyo legado espiritual e intelectual aún perdura.
Es difícil cubrir en unos cuantos párrafos la vida de una mujer que ha sido descrita por varios de sus contemporáneos y modernos comentaristas como “la mujer incansable que sobresale en todo lo que tiene que hacer”; “una extraordinaria educadora islámica y africana”; “una defensora de la fe”; “una abanderada” y “la escritora más sobresaliente e influyente que ha surgido en África occidental durante el siglo XIX”. Aquellos interesados en conocer más acerca de Nana Asmau harían bien en leer La hermana del Califa (1989), de Jean Boyd, libro del cual el presente artículo es un resumen.
Nana Asmau nació en 1793 en Degel, un pequeño establecimiento en lo que hoy es el norte de Nigeria. Su padre venía de una familia de estudiosos. Tanto su madre como su abuela materna fueron estudiosas y maestras. Su padre la animaba a estudiar en su casa. A una edad muy temprana, Nana Asmau comenzó a asistir a clases junto con sus hermanos y hermanas.
Su padre fue un erudito y carismático profesor de la élite y de las masas. En la década de 1780 él predicó en Zamfra, y en la década de 1790 emprendió un viaje de enseñanza por del reino de Kebbi. Miles se unieron a su Yama’ (congregación). Este desarrollo agitó a los reyes de Hausa y su vida sufrió un atentado. Sin embargo, él pidió a su Yama’ah que guardaran silencio al respecto y, de hecho, simplemente pidió la protección de Al-lah. Poco tiempo después, en Ramadán de 1830, la Yama’ah fue atacada. Este primer ataque, que fue particularmente sangriento y brutal, desencadenó el Yihad. A la corta edad de 10 años, Nana Asmau vio a los sobrevivientes ensangrentados, incluyendo mujeres. De ahí en adelante, y hasta que murió 62 años más tarde, ella supo lo que era la guerra. Presenció muchas batallas en su vida. Ella junto a otras mujeres de la Yama’ sufrieron la privación y las dificultades de la guerra experimentadas por los hombres. Su carácter se formó en los campos de batalla.
Nana Asmau comenzó a escribir probablemente a la edad de 27 años, y continuó haciéndolo prácticamente hasta su muerte. Escribió 6 poemas sobre la guerra. Veamos unas cuantas líneas del “La batalla de Gawakuke”:
“En ese jueves el paganismo fue derrocado,
Los cadáveres de sus líderes fueron cortados en pedazos,
Los buitres y las hienas se dijeron uno al otro,
‘¿A quién pertenece esta carne?’
Y se les dijo: ‘Es vuestra. Hoy no hay necesidad de reñir”.
Nana Asmau también es considerada como una de las principales historiadoras del califato. Cuando su hermano, el Califa Bello, murió en 1837, siguió un periodo de intensa actividad literaria. Existía una necesidad de “explicar las prácticas del Shehu”. En total, fueron producidos 9 trabajos por ella y su esposo, Gidado, con el objetivo de recordar a la comunidad sobre su pasado y sus ideales, así como guiarla durante los tiempos difíciles que seguían. Ella escribió 5 de esos importantes trabajos y él escribió 4. Ambos escritores eran considerados como los guardianes de la historia y la ideología de la Yama’.
Aunque la mayor parte de su trabajo estaba en su lengua madre, el fulani, también escribió en hausa y árabe. Su libro sobre medicina coránica para ciertos males físicos y emocionales, Tabshir Al Ijwan, estaba en árabe. Un verso del trabajo, “Cuando la luz entra en el corazón, la oscuridad se aleja de él y es guiado correctamente”, es evidencia de la profundidad espiritual de sus enseñanzas sobre el tema.
Los escritos de Nana Asmau tuvieron un gran impacto sobre la dirección que tomó el califato. Su voz era tan fuerte que su apoyo a Ahmad B. Atiku como sucesor del Califa Aliyu, fue muy influyente en determinar la decisión tomada por los electores. Pero lo que quizás fue más excepcional fue que su hijo, el Waziri (primer ministro), no disfrutó de su apoyo para el alto cargo.
Una de las imágenes más fuertes de Nana Asmau fue la de maestra. Canalizó sus energías hacia la educación de las mujeres de la comunidad. Organizó un movimiento educacional para mujeres entre las edades de 40 y 44 años, llamado el Yan Taru. Jean Boyd, el autor de “La hermana del Califa”, se reunió en los años 70 con mujeres involucradas en el trabajo educacional cerca de Sokoto, quienes se consideraban a sí mismas como las herederas del legado espiritual y educacional de Nana Asmau. Una de las mujeres dijo: “Esto es lo que Asmau les enseñó a nuestras abuelas y lo que continuamos enseñando”. Ella combinó su programa educativo con el trabajo de bienestar para la comunidad. Sus estudiantes solían llevarle regalos, los cuales ella distribuía durante su trabajo de beneficencia.
A mediados del siglo XX una propaganda en contra del hábito de algunas mujeres de poner un taco de tabaco en su labio inferior citaba un documento de localización desconocida, alegando que su autora era Nana Asmau. Necesitaron de la autoridad de Nana Asmau para respaldar su caso.
El liderazgo y perfil intelectual de Nana Asmau de ninguna manera es un fenómeno aislado en la región. África occidental tiene una antigua tradición de mujeres líderes. También existe evidencia de mujeres estudiosas distinguidas en la región, notablemente en Timbuktú. Además, Nana Asmau no fue la única escritora y líder en el califato de Sokoto. Algunas de sus hermanas también fueron escritoras y ejercieron el liderazgo.
Mujeres como ella no habrían podido sobresalir como lo hicieron si el ambiente en el que vivían hubiese sido hostil a sus actividades. La madre de Nana Asmau fue una mujer profundamente espiritual, y desde pequeña Asmau fue consciente de las experiencias metafísicas que vivían sus padres.
Su padre tenía un gran interés en la educación de las mujeres y su bienestar en general. Él incentivó la educación de todos sus hijos, hombres y mujeres, y animó a su comunidad a prestar atención a la educación de las mujeres. En un poema él critica los hábitos y puntos de vista de ciertos hombres: “Algunas mujeres están en problemas… porque sus esposos no piensan en nada más que en sexo… ellos son duros por naturaleza y fustigadores por disposición… mantienen confinadas a sus esposas… no las educan ellos mismos ni les permiten beneficiarse de ser educadas por otros…”
Nana Asmau llamaba a su esposo, Gidado, “el pacificador”. Su actitud hacia ella era de apoyo a su desarrollo personal y activismo. Ella no se sentía refrenada de dar rienda suelta a sus actividades intelectuales y de bienestar. El hermano de Nana, el Califa Muhammad Bello, creía en el avance de las mujeres. Él dedicó un libro entero, Kitab An-Nasiha (1836), al tema de las mujeres que inspiraron a gobernantes, enseñaron a las masas y se ganaron un gran respeto. Cuando Bello se hizo califa, utilizó a Nana Asmau, entonces de solo 27 años de edad, como uno de los instrumentos más poderosos para la formación de la sociedad. Y en esto ella tuvo éxito, de ese modo ganó su lugar en la historia y en los corazones de su gente como una de las principales líderes del califato de Sokoto.
Nana Asmau murió en 1865. Muchas personas viajaron para presenciar su funeral. Si hermano ‘Isa describió la escena diciendo: “Encontré un lugar abierto en frente de su casa lleno de gente. Incluso los hombres estaban llorando”. En su poema él escribió: “Nosotros, los hijos de ‘Usuman (el Shehu) seguimos su liderazgo (es decir, el liderazgo de Nana)… nuestra lámpara brillante ha sido tomada… La caridad que tenía era inmensa… casi podríamos decir que curó todos los corazones”.
Nana Asmau dejó un legado activo de trabajo y educación en la comunidad, el cual continúa inspirando generaciones en su tierra hasta nuestros días.