El Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, tenía unas cualidades que nunca se han reunido juntas en nadie, ni antes ni después de él. ¿Cómo no sería así, si él era la mejor persona y la más digna ante Al-lah, el Altísimo?
Y es que el Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, era el más elocuente, el más agradable al hablar, el más rápido en responder a quien preguntaba y el que tenía la más perfecta pronunciación, de tal modo que sus palabras atraían los corazones y fascinaban al espíritu, y cada persona que le escuchó, reconoció esto en él.
Cuando hablaba, lo hacía con palabras precisas y claras, que el oyente podía contar, porque no eran dichas tan rápidas de modo que no se pudieran memorizar, ni tan lentas de modo que el oyente perdiera el hilo del discurso, sino que su modo de hablar era el más perfecto, como lo describió la Madre de los Creyentes, ‘Aishah, que Al-lah esté complacido con ella, pues dijo en un Hadiz narrado por Al Bujari y Muslim, que Al-lah les dé Su perdón: “El Mensajero de Al-lah, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, no hablaba así como vosotros, sino que hablaba de una manera clara y expresiva, de modo que quien estaba sentado con él memorizaba sus palabras.”
Se confirmó en los dosSahih(de Al Bujari y Muslim)bajo la autoridad de Abu Hurayrah, que Al-lah esté complacido con él, que el Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “He sido enviado con el discurso conciso pero con mucho significado.” Frecuentemente, repetía sus palabras tres veces para que el oyente lo entendiera y lo comprendiera bien; pues Al Bujari, que Al-lah le dé Su perdón,narró: “Cuando el Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, hablaba, repetía sus palabras tres veces, para que se le entendiera, y cuando pasaba cerca de un grupo de personas y les saludaba, les saludaba tres veces.”
El Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, guardaba silencio frecuentemente y no hablaba sino de algo que le signifique una recompensa de Dios. Cuando hablaba, empezaba su discurso y lo terminaba recordando a Al-lah, y hablaba con palabras precisas sin bromear, sin decir ni más ni menos de lo necesario para aclarar lo que se quería decir. Sus palabras no incluyeron obscenidades ni represión.
En cuanto a la risa del Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, pues sólo sonreía, y lo máximo de su risa le hacía abrir su boca hasta enseñar sus dientes molares. Se reía de lo que provocaba risa y se sorprendía de lo que causaba sorpresa.
El llanto del Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, era tan moderado como su risa; pues, ni era llanto con sollozos ni con gritos, así como su risa no era con carcajadas, sino que sus ojos se llenaban de lágrimas hasta que éstas se derramaban, y se oía un silbido de su pecho. El Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, a veces lloraba de misericordia por el difunto, como cuando sus ojos se llenaron de lágrimas por la muerte de su hijo. Otras veces, lloraba por el miedo por su Ummah y por piedad de ella. Otras, lloraba por el miedo de Al-lah, pues lloró cuando Ibn Mas‘ud, que Al-lah esté complacido con él, leyó para él la sura de Al-Nisa’, hasta que llegó a esta aleya en que Al-lah, Glorificado Sea, Dice (lo que significa): {¿Y qué pasará cuando Traigamos a un testigo de cada comunidad y te Traigamos a ti [Muhammad] como testigo sobre éstos?} [Corán 4:41]
También, a veces lloraba por su anhelo, su amor y su exaltación de la Majestuosidad de su Creador, Glorificado y Alabado Sea.
Y lo que hemos citado de las cualidades del Profeta, sallAl-lahu ‘alayhi wa sallam, es sólo un poco de muchas virtudes, que no se puede enumerar en un artículo ni en un libro, y en lo que hemos señalado hay una enseñanza para quien quiera alabar o agradecer a Al-lah.
Y Al-lah Sabe mejor.