Para aquellos que han estudiado, han ponderado y se han esforzado mucho con la idea de convertirse en musulmanes, generalmente se sienten muy aliviados en el momento de pronunciar la Shahadah.
Conforme pasa el tiempo y se adquiere más conocimiento respecto al Islam otra realidad va saliendo a flote: los desafíos y los cuestionamientos no han terminado sino que apenas empiezan. Esto es particularmente cierto cuando se trata de relacionarse y compartir con los familiares que no son musulmanes, especialmente con los que desarrollamos una relación estrecha.
Este tema es en especial relevante por el hecho de que la mayoría de los recién islamizados son mujeres (aunque esta tendencia puede cambiar según entren más hombres en el Islam) y también porque las mujeres pueden tener más oportunidad de visitar y tratar a otros miembros de la familia.
Si hay niños de por medio, este será el caso la mayoría de las veces. Entendemos, claro, que los padres y otros familiares deben ser tratados con cariño y respeto y que hay severas consecuencias esperando a quienes cortan los lazos de parentesco.
Los desafíos y dudas que puedan surgir son respecto a los límites y reglas generales que se deben establecer al tratar con familiares no musulmanes principalmente, pues esto pertenece a los aspectos prácticos del Islam.
Veamos los siguientes escenarios para aclarar el tema. Lea a través de los escenarios planteados y las sugerencias que les siguen, y determine qué sugerencias se aplican a cada escenario planteado.
Primer escenario
Sarah, una musulmana nueva, siempre mantuvo una estrecha relación con sus padres y hermanos y no desea que esto cambie ahora que se ha islamizado.
La familia de Sarah ha sido muy comprensiva, incluso tomaron ciertas medidas para que ella se siga sintiendo cómoda durante sus visitas. Algunos ejemplos de esto son que ya no sirven cerdo en las comidas, las bebidas alcohólicas son retiradas, etc. Varios familiares incluso han empezado a preguntar por el Islam, sus creencias y sus prácticas.
Segundo escenario
Somaia es musulmana desde hace 5 años y ha tenido conflictos con su familia desde el principio. Cuando ella los visita, generalmente ponen música estridente y exhiben programas inapropiados en la televisión. Su familia no toma en serio su religión y frecuentemente hacen bromas sobre el Hiyab que ella viste o las “reglas estrictas”, como la prohibición de consumir bebidas alcohólicas, la prohibición de apostar, etc.
A pesar de que Somaia ha tratado de enseñar a su familia cuáles son las cosas que le incomodan y son ofensivas a sus creencias, la familia se rehúsa a cambiar sus costumbres sólo porque ella los visita.
Ella se avergüenza un poco de tocar estos temas con su familia y no desea ofenderlos. Pero estos temas han empezado a preocupar a Somaia aún más, pues sus hijos están creciendo y ella teme por la influencia negativa que su familia puede ser para ellos. Los feriados son desafíos notables.
Tercer escenario
Zahra está muy preocupada porque cada vez que ella visita a sus parientes la confrontan por su nueva religión. Esto viene sucediendo desde hace años, desde que ella se islamizó, y se hace cada vez más serio. Su familia está muy molesta y descontenta por los cambios en la vida de ella y a veces le dicen que debe estar loca. Incluso han hecho intentos descarados de ridiculizar a Zahra, a su esposo y a sus hijos.
A veces, después que sus hijos han pasado la noche donde su familia, ella se da cuenta que han sido deliberadamente expuestos a cosas o situaciones que ella claramente explicó que son prohibidas en el Islam. En una ocasión, su familia sirvió cerdo en una comida e hicieron bromas alegando lo ridículo que es la prohibición de comerlo. Zahra se siente alejada de su familia, pero le preocupa llegar a romper los lazos con ellos por completo. Algunos de sus familiares incluso rompieron unilateralmente relaciones con ella.