La palabra árabe Hiyra literalmente se refiere al acto de abandonar algo o renunciar a ello. Por lo tanto la palabra derivada Muháyir, cuando se menciona en un hadiz, hace referencia a una persona que renuncia a lo que Al-lah Todopoderoso ha prohibido. Esto no está restringido por algún tiempo o lugar; cualquiera que se rige por los mandamientos de Al-lah Todopoderoso y abandona los pecados, es considerado un muháyir.
Sin embargo, la Hiyra del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, tiene una dimensión distinta; se refiere a su emigración buscando la complacencia de Al-lah Todopoderoso, a pesar de su apego a su patria y su afinidad a su ambiente natural y social. Esa añoranza por La Meca fue fervientemente expresada por los muhayirún (los que emigraron con el Profeta), particularmente los primeros días de melancolía en Medina.
Esto era tan intenso en términos del clima de Medina que algunos de los muhayirún sufrieron de fiebre, y por ello la Hiyra requirió una adaptación fisiológica a la atmósfera de Medina. Así también sucedió con la economía, pues Medina tenía una economía agrícola, mientras que La Meca, donde habían dejado sus bienes y capitales, vivía del comercio.
Sin embargo, la Hiyra era una obligación religiosa que debía cumplirse a pesar de todas las dificultades que traía su cumplimiento. Cuando inició, grupos de muhayirún sucesivamente se dirigieron a la nueva tierra, el destino de la emigración.
También las mujeres formaron parte de este bendito evento, como Umm Salama Hind Bint Umaiia, que Al-lah esté complacido con ella, quien estaba expuesta a un gran peligro a manos de los incrédulos de La Meca. Tratando de impedirle emigrar, habían intentado quitarle a su hijo recién nacido y lo jalaron al punto que le dislocaron la mano; pero ella insistió y tuvo éxito en su emigración a pesar de las dificultades.
Otra mujer que logró inscribir su nombre en la historia fue Asmá Bint Abu Baker, que Al-lah esté complacido con ella, que fue llamada Dhat un nitaqein (la de los dos cintos), pues cortó su faja para llevarles alimentos a los dos nobles perseguidos, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y Abu Baker, Al-lah esté complacido con él.
La emigración de mujeres continuó de forma esporádica hasta que se convirtió en una obligación. Al-lah Todopoderoso dijo: {¡Oh, creyentes! Cuando mujeres creyentes lleguen como emigrantes, comprueben su fe} [Corán 60:10].
El mandamiento era general para los creyentes y las aleyas del Corán se iban revelando de forma intermitente indicando los méritos de los emigrantes por haber realizado su Hiyra. Esto ocurrió desde el principio de la emigración hasta el año 8 H., en que se revocó por la conquista de La Meca. Esto es lo que se entiende de las palabras del Profeta: “No hay Hiyra desde la liberación de La Meca; solo queda el combate armado y las buenas intenciones (al hacer buenas obras). Así que, cuando se los convoque, deben partir de inmediato”.
Respecto al mandato de emigrar hacia Medina, Al-lah Mismo se lo especificó al Profeta en una revelación. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Tuve una visión, vi que emigraba desde La Meca a una tierra con palmares. Primero pensé que era Yamama o Hayar, pero era Yazrib (Medina)”.
Luego sería bien claro que esta ciudad, que ya florecía por la fe, necesitaba un flujo masivo de musulmanes que la protegieran de la acechante amenaza de los idólatras de Quraish, los judíos y los beduinos, contra quienes se ordenó combatir militarmente. Entonces fue que se revelaron aleyas del Corán motivando a los creyentes a emigrar, como las siguientes:
• {Aquellos que creyeron, emigraron y se esforzaron por la causa de Dios son quienes pueden esperar con certeza la misericordia de Dios} [Corán 2:218].
• {A quienes emigraron por la causa de Dios después de haber sido perseguidos, les concederé una hermosa recompensa en esta vida, aunque la recompensa en la otra vida será aún mayor, si lo supieran} [Corán 16:41].
• {Quien emigre por la causa de Dios encontrará en la Tierra muchos lugares para refugiarse y también sustento} [Corán 4:100].
Siendo Al-lah fiel a su promesa, los muhayirún lograron un gran honor en esta vida y una gran recompensa de su parte. Por ser las primeras personas en establecer el Estado musulmán, ganaron la complacencia de Al-lah y mayor cercanía a Él, pues Él dice: {Dios se complace con los primeros que aceptaron el Islam y emigraron [a Medina], se complace con aquellos que los socorrieron, y con todos los que sigan su ejemplo [en la fe y las buenas obras], y todos ellos se complacen con Dios} [Corán 9:100].
Así pues, Al-lah inmortalizó su recuerdo en el Corán, que es y será recitado por todos los musulmanes en adoración hasta el fin de los tiempos.
La Hiyra: Una norma para los profetas, la paz sea con ellos
El Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, no fue el primero en emigrar por la causa de Al-lah Todopoderoso. Muchos profetas, la paz sea con ellos, sufrieron tal prueba. Al-lah el Altísimo nos informó que Abraham, la paz sea con él, emigró desde su patria a Egipto y varios otros países predicando el monoteísmo. Jacob y José, la paz sea con ellos, fueron de Palestina a Egipto. Lot, la paz sea con él, abandonó el valle donde vivía por la corrupción que lo plagaba y el rechazo a su mensaje; y moisés, la paz sea con él, emigró con su gente de Egipto a Sinaí para escapar y poner a salvo su religión de la tiranía del Faraón.
Así pues, la Hiyra es una tradición para los profetas, siendo la emigración del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, la última y más significativa por su impacto.
La Hiyra: Un momento crucial en la historia
La Hiyra permitió el establecimiento de un Estado musulmán en Medina que consolidó la sociedad con base en la solidaridad, el amor, la hermandad, la libertad, la igualdad y la garantía de respetar los derechos humanos.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, era el jefe de Estado, el comandante en jefe, el juez supremo y el maestro definitivo. Fue implementando gradualmente la Sharíah así como se le iba revelando. Sus discípulos, los sahabah, la estudiaban y la aplicaban entre sí después de aprender su interpretación del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él.
Entonces, conformaron una generación que pudo fusionar la adoración a Al-lah Todopoderoso con la vida mundana. Trabajaban bajo la premisa: obra para tu vida terrena como si fueses a vivir para siempre; y obra para tu vida spiritual como si fueses a morir mañana.
En una década, la mayor parte de la península árabe estaba unida bajo el estandarte del Islam, que alcanzó zonas extensas desde Sind por el oriente hasta el Atlántico por el occidente, y la mayoría de la gente en estas zonas adoptó el Islam y la práctica de la Sharíah. Así, establecieron una civilización que produciría sus frutos por muchos siglos en los campos de la legislación, la educación, la astronomía y la física.