En el mes de Muharram del año quinto de la Hégira, el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, se enteró de la alianza conformada por Quraish (la gente de La Meca) y otras tribus de la región, para atacar a los musulmanes en Medina y así acabar con ellos de una vez.
En enviado de Al-lah consultó con sus sahabah la estrategia que deberían tomar para defenderse de este vil ataque. Salman Al Farisi, con base en la experiencia que reunión en las batallas de los persas, le sugirió construir el Jandaq (el Foso) alrededor de Medina, le dijo: “Mensajero de Al-lah, cuando vivía en las tierras persas y éramos sitiados, construíamos fosos y trincheras para protegernos”. Esta era una estrategia que nunca se había visto en la Península Árabe, por lo que tuvo gran aceptación. El Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, ordenó que se iniciaran los trabajos del Jandaq al norte de Medina, zona que estaba desprotegida y por la cual podría entrar el ejercito agresor. La situación vivida durante su ataque fue descrita por Al-lah cuando dijo: {[Recuerda] cuando los atacaron por la parte alta y por la parte baja [del valle], el terror desencajó sus miradas, se subieron sus corazones hasta la garganta, y tuvieron malos pensamientos sobre Dios [pensando que no socorrería a los creyentes]} [Corán 33:10-11]. Ibn Kazir, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, explicando los versos en los que se menciona este suceso, dijo: “En estos pasajes Al-lah les recuerda a los creyentes la gran misericordia que tuvo al protegerlos de semejante coalición y haberlos sacado victoriosos de dicha situación. Todo ocurrió en el mes de Muharram del año quinto de la Hégira”.
Inicio de la construcción del Jandaq
Al empezar la excavación del Foso, las condiciones climáticas eran extremas, hacía mucho frío y el viento era muy fuerte. Además, la pobreza obligaba a la gente a pasar hambre, y ni qué hablar del miedo que les generaba a todos el inminente ataque que se podía dar en el momento menos esperado. Ante esta situación el enviado de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, trabajó hombro a hombro con sus sahabah excavando y transportando los desechos fuera de la trinchera, pues buscaba ante todo lograr el beneplácito de Al-lah, Su bendición y recompensa, y también animar a sus seguidores que lo veían trabajar igual que ellos. En relatos transmitidos por Anas Ibn Malik y Sahl Bin Ka’b, que Al-lah esté complacido con ambos, mencionaron la forma en que el Profeta animaba a la gente al ver las dificultades por las que pasaban; decía: “¡Oh, Al-lah! No hay vida que valga más que la del más allá. Brinda Tu perdón a los Muhayirin y los Ansar” (Bujari).
Al Bara’ Bin ‘Azib relató que él vio al Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, excavando y transportando sobre sus hombros los escombros que salían de la excavación y que su cuerpo se llenaba de polvo, pues él era un hombre muy velludo, lo que hacía que se le notara más. Mientras trabajaba repetía un trozo de poesía de ‘Abdula Bin Rawaha que decía: “Si no fuera por Ti ¡oh, Al-lah! No hubiéramos sido guiados, no daríamos caridad y no rezaríamos. Haz que la paz y tranquilidad descienda sobre nosotros, danos firmeza ante el agresor, pues hay gente que pretende atacarnos, pero no cederemos antes su conspiración” (Bujari).
Yabir Bin ‘Abdul-lah reportó que mientras trabajaban en el foso se encontraron con una parte rocosa que no podían romper con sus herramientas. Le informaron al Mensajero de Al-lah sobre dicha dificultad, les dijo que él se haría cargo, “tomó una pica y al alzarla, se le vio el vientre, alrededor del cual tenía amarrado una especie de cinturón con piedras, para apretarlo y no sentir hambre, pues llevábamos tres días sin probar bocado alguno… le dio un golpe a la roca y esta se volvió polvo” (Bujari). Al Bara’ Bin ‘Azib reportó que el Mensajero de Al-lah ordenó la excavación del foso, mientras trabajaban se encontraron con una parte rocosa que no podían despejar. Le avisaron al Profeta y él acudió, tomó la pica y dijo: “Bismil-lah (en el nombre de Al-lah), recibí las llaves de Sham (Siria), les juro por Al-lah que desde aquí puedo ver sus palacios rojos”. Volvió a decir Bismil-lah, golpeó el suelo y tres rocas se rompieron, y dijo: “Al-lahu Akbar (Al-lah está por encima de todo), recibí las llaves de Persia. Les juro por Dios que desde este lugar puedo ver sus ciudades y su palacio blanco”. Una tercera ocasión volvió a decir Bismil-lah, golpeó el piso y se rompió la última roca, luego dijo: “Al-lahu Akbar, recibí las llaves del Yemen. Desde acá puedo ver las puertas de Sana” (Ahmad).
En los libros de biografía profética se menciona que el Jandaq medía casi tres kilómetros de largo, cinco metros de ancho y cuatro metros de profundidad. Pese a las complicaciones que se presentaron y los pocos recursos con los que se contaba, se logró terminar en seis días. Fue tan efectivo que los caballos del enemigo no pudieron cruzarlo, por lo que los confederados buscaban un punto débil para romper las filas de los musulmanes, pero el Profeta y sus sahabah mantuvieron sus posiciones y atacaron a sus adversarios con flechas para repelerlos. El sitio a Medina duró más de veinte noches y no hubo combate directo. Finalizados estos días, Al-lah fue Quien les dio la victoria a los musulmanes sin que ellos tuvieran que pelear e hizo que un viento fuerte destruyera el campamento de los confederados, lo que generó en ellos pánico y terror, por lo que terminaron retirándose. Al finalizar esta batalla, el Profeta dijo: “Ahora seremos nosotros los que los atacaremos” (Bujari).
El Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, se distinguió por ser una persona proactiva que participaba en todas las actividades familiares, comunitarias, sociales, etc. En su hogar ayudaba con los quehaceres domésticos. Son varios los relatos en los que Aisha, que Al-lah esté complacido con ella, reportó que el Mensajero de Al-lah colaboraba en las labores diarias de la casa.
En cuanto a las labores fuera de su hogar, él participó en las principales actividades de interés comunitario y los ejemplos que dejó fueron muchos. Apenas llegó a Medina participó activamente en la construcción de la mezquita, cargó ladrillos como cualquier otro, pese a que él era el enviado de Al-lah. Cuando excavaron el Jandaq él tenía cincuenta y siete años, pero ni su edad ni el hambre ni el frío y ni el cansancio lo detuvieron. Por eso encontramos que Al-lah dijo en el mismo capítulo: {En el Mensajero de Dios hay un bello ejemplo para quienes tienen esperanza en Dios, [anhelan ser recompensados] en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Dios} [Corán 33:21].