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Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 4 de 8)

Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 4 de 8)

Buscar el estatus más noble
Es por nuestra naturaleza innata que valoramos la dignidad, el honor y el respeto. Nos sentimos naturalmente atraídos por la admiración, la alabanza y el amor de los demás. El estatus se mide a menudo en términos mundanos de riqueza, belleza y reconocimiento. La vida en sí misma es una prueba y una lucha constante para el creyente, que tiene la tarea de superar el ego y el deseo al esforzarse por perfeccionar la sumisión a Al-lah, con el fin de alcanzar algo mucho más grande y satisfactorio que este mundo fugaz en el que uno nunca está saciado, dijo Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Si el hijo de Adán tuviera un valle lleno de oro, le gustaría tener dos valles, pues nada llena su boca excepto el polvo. Y Al-lah perdona a quien se arrepiente ante Él” (Al Bujari). Sin embargo, es el verdadero siervo de Al-lah el que realmente ha alcanzado el más alto honor y estatus otorgado a la humanidad, como observamos en los ejemplos de los profetas de Al-lah y de los innumerables piadosos que siguieron sus pasos. El Profeta Muhammad ha sido elevado para siempre al máximo pináculo de la dignidad, el respeto y la nobleza frente a todo lo que soportó de insultos, injurias, falsas acusaciones y odio. Personas de toda condición, amigas o enemigas, se sintieron atraídas por su carácter y comportamiento convincentes.
Es a través de la sumisión que uno es bendecido con la dulzura de la fe. El Profeta dijo: “Quien posea las tres cualidades siguientes saboreará la dulzura de la fe: 1) aquel que considera a Al-lah y a Su Mensajero más queridos que cualquier otra cosa; 2) quien ame a una persona solo por Al-lah; 3) quien odie volver a [la incredulidad] después de que Al-lah lo ha sacado (salvado) de ella, como odia ser arrojado al fuego” (Bujari). Así, el verdadero siervo de Al-lah es bendecido con niveles más altos de fe (iman), piedad y temor reverencial de Al-lah (taqwa), confianza y seguridad en Al-lah (tawakkul), certeza de la fe (iaqin), y paciencia y constancia (sabr) que sirven para facilitar el camino en el perfeccionamiento de la propia sumisión y el logro de la satisfacción duradera. Estas son también las características propias de la fe sana que naturalmente se convierten en una atracción para los demás, en su hermosa manifestación externa de dignidad, fuerza y confianza. Dejar a un lado el ego, el deseo y la percepción limitada de los placeres temporales de esta vida son las mayores pruebas y es más fácil decirlo que hacerlo para la mayoría de nosotros. Sin embargo, Al-lah nos da el ejemplo de los ángeles, que superan a los humanos en fuerza, tamaño, número y dedicación en la adoración, pero nunca se vuelven demasiado orgullosos para humillarse ante Al-lah: {A Él pertenece cuanto existe en los cielos y en la Tierra, y quienes están junto a Él [los ángeles] no dejan, por soberbia, de adorarlo ni se cansan de hacerlo} [Corán 21:19] (ver también 7:205-206). Esto es humildad, y hay una gran diferencia entre la humildad y la humillación. Aquel que expresa su humildad ante Al-lah se mantiene erguido y amado ante Él. Es por esta razón que prosternarse ante Al-lah (suyud) es el acto de adoración más humilde y noble a la vez, que acerca al siervo a su Señor, convirtiéndose en uno de los mayores medios para lograr la aceptación de las súplicas. El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Lo más cerca que el siervo está de su Señor, el Poderoso y Sublime, es cuando se prosterna, entonces, que aumente la súplica durante ese momento” (An-Nasa’i).
{Los siervos del Misericordioso son aquellos que caminan sobre la faz de Tierra con humildad, y cuando son increpados por los ignorantes les responden [con palabras de] paz} [Corán 25:63]
Son estos verdaderos siervos de Al-lah los que serán protegidos de las artimañas, distracciones y corrupción de Shaiṭan (Satanás) por su creencia y confianza en Al-lah, y a su vez serán recompensados con la abundancia eterna en el Paraíso (ver Corán 15:39-40, 16:99-100 y 76:5-6).
Volviendo al tema del hiyab, es importante reconocer a quienes luchan con el hecho de sentirse como la “otra”, con una imagen negativa de sí mismas y una falta de confianza en la observancia del hiyab en una época en la que la libertad de autoexpresión, cada vez más desregulada, considera liberador e incluso festeja el hecho de quitárselo. Es importante reconocer a aquellas que han sentido la humillación al enfrentarse a la ignorancia, el odio y la intolerancia. Con demasiada frecuencia, estas mujeres son desestimadas, estereotipadas, culpadas e incluso juzgadas erróneamente como oprimidas o carentes de sinceridad, fe y fortaleza para elevarse por encima de todo. Las pruebas son reales, al igual que las luchas, y se encuentran en los relatos de vidas reales, en muchas formas y experiencias, tanto de naturaleza física como psicológica. Sin embargo, todos los ejemplos proféticos nos enseñan que no hay que temer a la humillación porque, en realidad, estos verdaderos siervos se mantienen firmes ante Al-lah, por su sinceridad, su fortaleza, su esfuerzo dentro de sus posibilidades y su humildad, a pesar de los desafíos que deben superar. Acudamos a Al-lah con certeza, pues es el más Misericordioso, el más Amoroso y el mejor Protector, Quien puede curar y poner respeto y amor por nosotros en los corazones de la gente. El Mensajero de Al-lah dijo: “Cuando Al-lah ama a una persona, llama a Gabriel y le dice: ‘Al-lah ama a fulano. Oh, Gabriel, ámalo’. Entonces Gabriel lo ama y luego anuncia en los Cielos: ‘Al-lah ama a fulano, por lo tanto ustedes también ámenlo’. Luego todos los moradores de los Cielos lo aman, y también se le concede la complacencia de la gente de la Tierra” (Bujari).

Continúa en la parte 5...

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