Zainab Bint Juzaimah
Su siguiente esposa fue Zainab Bint Juzaimah, que Al-lah Esté complacido con ella, otra viuda de un creyente discípulo. Luego que su esposo falleciera en Bader, ella se sentía sola y angustiada, y sufría de estrechez económica. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le tendió una mano y se casó con ella para ayudarla a soportar las vicisitudes de la vida. Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con ella, los Sahabah se animaron a casarse con las viudas de los que morían por la causa de Al-lah. En la batalla de Uhud, por ejemplo, los musulmanes perdieron setenta guerreros que dejaron viudas y huérfanos atrás.
Umm Salamah
La siguiente esposa del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue Umm Salamah, que Al-lah Esté complacido con ella, otra esposa de un mártir, Abu Salamah, que Al-lah Esté complacido con él. Él era el comandante del ejército musulmán. Fue severamente herido en la batalla de Uhud y murió días después. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con ella por protegerla y a los huérfanos, y para salvar el honor de un gran guerrero. Ella jugó un gran rol en la vida del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y de los musulmanes, el cual no ha sido olvidado en la historia del Islam. Ella era una autoridad en la emisión de fatawa (veredictos) y, así como hacía ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, ella también representaba al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, al hablar con las mujeres y enseñarles su religión.
Umm Habibah
Luego de Umm Salamah, que Al-lah Esté complacido con ella, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con otra viuda, Umm Habibah, que Al-lah Esté complacido con ella, la hija de Abu Sufian, quien era el más acérrimo enemigo del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Ella emigró con su esposo, ‘Ubaidul-lah ibn Yahsh, hacia Abisinia para poder practicar su religión en paz y libertad. Allí, su esposo cambió su religión convirtiéndose al cristianismo. Ella, como mujer musulmana, no podía seguir con él después de su apostasía. El murió poco tiempo después en la soledad y el alcoholismo. Ella quedó sola en un país ajeno y no podía volver con su padre que era un pagano. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, supo del problema y le propuso matrimonio y luego se casó con ella. Este matrimonio trajo un sinnúmero de bendiciones y buenos frutos. Luego del matrimonio, la enemistad de Abu Sufian, que Al-lah Esté complacido con él, hacia el Islam fue disminuyendo poco a poco; finalmente, acabó islamizándose junto a su esposa durante la conquista de Meca y les siguieron muchos mecanos. Así pues, este matrimonio mostró más de sagacidad política que de lujuria y deseo.
Safiah y Yuwairiah
Safiah y Yuwairiah eran prisioneras de guerra; ambas eran hijas de los jefes de dos tribus que los musulmanes derrotaron. El padre y los hermanos de Safiah murieron, junto con casi toda su familia, durante la guerra entre los musulmanes y los judíos de la península árabe. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, tuvo compasión de ella y le dio a elegir entre liberarla y volver a casa o islamizarse y aceptarlo a él como esposo. Sin dudarlo, ella aceptó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, como esposo y se realizó el matrimonio. Ella dedicó el resto de su vida a Al-lah y a Su Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y el resto de su gente aceptó felizmente el Islam.
Yuwairiah cayó como botín de un soldado musulmán luego que su gente fuese derrotada en la batalla de Bani Al Mustaliq. Se sintió humillada y fue con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pidiendo su ayuda. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pagó su rescate y la liberó. Luego la reconfortó más aún pues le pidió matrimonio. Ella aceptó la propuesta agradecida. Su matrimonio fue una gran bendición para su gente, pues los musulmanes los liberaron de la cautividad, ya que se habían convertido en parientes políticos del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Así mismo, fue una gran bendición para los musulmanes y el Islam, pues su padre, y la mayoría de su gente de Bani Al Mustaliq, se islamizaron en agradecimiento.
De este modo estas dos cautivas fueron liberadas y convertidas en señoras casadas. Esta es una clara prueba de la sensibilidad, la sabiduría y la elevada personalidad de las que gozaba el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pues las mujeres de otros pueblos preferían islamizarse y unirse a su casa que volver con su gente. Ellas también se dedicaron a la causa de Al-lah con sinceridad y enseñaron a las mujeres su religión.