Con el firme propósito de establecer la verdadera libertad en el mundo, el Islam, en su Shari’ah, ha dictado una serie de leyes, decretos y sanciones que le aseguren al ser humano lograr alcanzar este estado ideal. Cuando analizamos la Sirah (biografía profética) vemos cómo el Mensajero de Al-lah, sallallah 'alaihi wa sallam, edificó el Estado Islámico partiendo de la base de la castidad y todo lo que hemos hablado. En su primer y segundo encuentro con los Ansar (la gente de Medina) les pidió que le juraran fidelidad; pero el concepto de fidelidad iba más allá del que la mayoría de la gente conoce, pues dentro de este juramento se les pedía que no adoraran a otro más que a Al-lah, que no le asociaran con nada ni nadie y que se alejaran del adulterio, la fornicación y toda conducta contraria a la castidad. Esta misma exigencia se la hacía a todo aquel que emigraba a Medina –una vez se constituyó el estado– como lo encontramos en las últimas aleyas de la Sura número 60 (Al Mumtahana –la examinada–), donde Al-lah Ordena a Su Profeta, sallallah 'alaihi wa sallam, que les pida a las creyentes que habían llegado de la Meca que juraran cumplir con el Tawhid y que fueran rectas, piadosas y virtuosas.
En la Palabra de Al-lah, el Corán, y las enseñanzas del Profeta Muhammad, sallallah 'alaihi wa sallam, la Sunnah, encontramos un sinnúmero de disposiciones que buscan educar al ser humano. La mirada, cómo anunciarse y pedir permiso para entrar a una casa o cualquier otro lugar, la forma de vestirse, lo que es permitido mostrar del cuerpo, los adornos y accesorios permitidos en la vestimenta y el hogar, la forma de comportarnos con los parientes y familiares, las relaciones entre el hombre y la mujer; los derechos y obligaciones de los padres, los hijos, los esposos y los demás; la prohibición de los malos pensamientos, la duda sin fundamento, el espionaje, etc., son solo algunos de los comportamientos que se le exige seguir a todo musulmán y musulmana, para que se pueda lograr una sociedad pura y noble como la que pretende el Islam.
Siguiendo este orden de ideas, nos encontramos con que en el Islam se tiene en cuenta absolutamente todo lo que pueda desviar a sus seguidores del camino que ha trazado para que logren la felicidad en esta vida y la del más allá; por tal razón, desde el comienzo enseña la manera apropiada de cerrar cualquier puerta o ventana desde la cual pueda entrar la indecencia, instando a hombres y mujeres a tener cuidado con sus miradas, la vestimenta y los lugares donde se encuentran los unos con los otros, Dice Al-lah (lo que se interpreta en español):
· {Diles a los creyentes [¡Oh, Muhammad!] que recaten sus miradas y se abstengan de cometer obscenidades [fornicación y adulterio], pues esto es más puro para ellos. Ciertamente Al-lah Está bien Informado de lo que hacen. Y diles a las creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades…} [Corán 24:30-31]
· {…(mujeres) si teméis a Al-lah, no habléis con voz dulce, de modo que quienes tengan sus corazones enfermos sientan alguna atracción; hablad pues recatadamente.} [Corán 33:32]
· {Cuando pidáis a ellas algo, hacedlo desde detrás de una cortina [o que ellas tengan puesto un velo]. Esto es más puro para vuestros corazones y los de ellas.} [Corán 33:53]
Todas estas enseñanzas pretenden fortalecer a los creyentes para evitar que el demonio logre entrar con sus susurros de perversión por alguna parte, y no indican de ningún modo que no se contemple el trato entre hombres y mujeres, pues si lo hay, solo que está fundamentado sobre unas bases y limites que impiden el desvío y la perdición de los individuos.
De la manera en que el Islam estableció estos principios que protegen a todos los individuos de la nación, formuló límites que regulen las relaciones entre ellos. Todo musulmán sabe que lo que se está haciendo hoy en día para divulgar el libertinaje por todas partes es más que prohibido; pues bajo el lema de los derechos humanos y las libertades individuales se pretende que los hombres y las mujeres interactúen “libremente” en el trabajo, las universidades, las reuniones sociales y de trabajo, sin que haya decoro alguno (nadie puede negar que esta interacción ilimitada es la que ha conducido a tantos casos de acoso y abuso sexual, fornicación e infidelidad). El adelanto o el atraso de una sociedad tienen sus causas bien definidas; así que pretender que la castidad, el decoro, la vergüenza, la nobleza, la piedad y la buena conducta son las causas que han llevado a las sociedades islámicas a formar parte del mundo que está al margen del “desarrollo”, “el adelanto” y “la civilización”, es una gran mentira que demuestra las intenciones perversas de aquellos que pretenden acabar con todo lo que tenga que ver con el Islam (no es un secreto para nadie que las riendas de los estados demográficamente musulmanes han estado en manos de personas cuyo interés y apego por la religión es nulo, o que en algunos caso no va más allá de la pura imagen, desde hace más de siglo y medio; y que las sociedades que hoy se cuentan como parte del mundo desarrollado y civilizado, han llegado al culmen del adelanto a costas de la tranquilidad e integridad de las personas que las conforman. Así que no existe fundamento alguno para juzgar como malos los principios de rectitud promovidos por el Islam en base a lo que se vive en el “mundo islámico” o en occidente; sobre todo porque históricamente quedó más que demostrado que cuando hubo un Estado Islámico, en el verdadero sentido de la palabra, las personas que vivían dentro de sus fronteras encontraron todo lo que necesitaban en todos los aspectos de sus vidas). Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Por cierto que en las generaciones que os precedieron hubo sólo unos pocos piadosos, a quienes Salvamos, que se opusieron a la corrupción en la Tierra. En cambio, los inicuos [que eran la mayoría] permanecieron cegados por los placeres de la vida mundanal, y fueron pecadores.} [Corán 11:116]
La libido es la principal fuente de perdición del ser humano –hombres y mujeres, menores y mayores– cuando el deseo no es encaminado hacia la satisfacción legal, por lo que la Shari’ah ha decretado el matrimonio como medio natural y normal para que hombres y mujeres alcancen la plenitud en este sentido; además, no se ha olvidado de aquellos que no disponen de las condiciones necesarias para establecer una familia, protegiéndolos de la fornicación y la tentación por medio de algunas formas de adoración voluntarias como el ayuno, oraciones y lectura del Corán, entre otras. Es más, hasta se preocupa por las personas que se han casado, pues se debe saber que incluso ellas están expuestas a la tentación y el juego sucio del demonio, por lo que ha creado una gran muralla que protege a la familia de este peligro.