‘Amr ibn Shu’aib, que Al-la lo tenga en Su misericordia, a nombre de su padre, con la autoridad de su abuelo, narró que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Ordenen a sus hijos que realicen la Salah a los siete años, y castíguenlos (si no la hacen) a la edad de diez, y háganlos dormir en camas separadas”. [Ahmad]
En este hadiz, el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se dirige a los padres, no a los niños, como formadores y adultos, y como responsables de sus acciones, pues cualquiera de ellos que desobedezca es un pecador y está sometido a castigo. Cabe señalar que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no distingue entre oraciones, es decir, hay que enseñar a los jóvenes a realizar las cinco oraciones, teniendo cuidado de acostumbrar a los niños a rezar en la mezquita. Esto fue subrayado por el Shaij Al Islam Ibn Taimiah, que Al-la lo tenga en Su misericordia, quien dijo: “Toda persona con autoridad (que tenga autoridad sobre niños) tiene que ordenarle a aquellos que le deben obediencia (aquellos bajo su autoridad), incluso si no ha alcanzado la adultez, que lleven a cabo el Salah; y quien tenga un niño o un huérfano joven y no le ordene rezar, desobedece a Al-lah y a su Mensajero, y debe ser reprendido con severidad, ya que está sujeto al castigo de Al-lah Todopoderoso”.
A este respecto, algunos padres se quejan de que sus hijos adultos no asisten ni siquiera a las oraciones del Yum’ah (viernes) en la Mezquita. En muchos casos, los propios padres son los culpables de esto, pues se rehusaron a enseñarles a sus hijos a realizar el Salah cuando eran jóvenes, de modo que cuando estos niños crecieron no les fue fácil realizar las oraciones en la mezquita. Por lo tanto, la corrupción de los hijos suele ser causada por los mismos padres. Esta corrupción es muy perjudicial para los hijos, tanto para sí mismos como para sus padres. Aquí recordamos las palabras de uno de esos hijos que culpó a su padre diciendo: “¡Oh, padre!, has sido desobediente para conmigo cuando era joven, así que soy desobediente para contigo ahora que eres viejo. Y me arruinaste cuando era niño, así que soy descuidado contigo ahora que estás viejo. De lo que sembraste, recogerás”.
El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, permitía que los niños estuvieran presentes en las mezquita, y en ocasiones incluso interrumpía el sermón por ellos.
Buraidah, que Al-la esté complacido con él, dijo: “Mientras el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, estaba en el Minbar (púlpito) dándonos un sermón, vio a (sus nietos) Al Hasan y Al Husain (que eran niños pequeños) llegar con sus camisas rojas, caminando y cayéndose de vez en cuando. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, bajó (del púlpito), alzó a los niños y los sentó en su regazo, y entonces dijo: ‘En verdad, Al-lah, el Todopoderoso, habla la verdad (cuando dice): {…vuestros bienes y vuestros hijos son una prueba…} (Corán: 64:15) Y agregó: ‘Vi a estos dos niños caminando y tropezando, y me sentí tan impaciente que interrumpí mi sermón para ayudarlos a levantarse’ ”. (An-Nasa’i)
De modo que está claro que evitar que los niños vayan a las mezquitas no corresponde a la guía del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, ya que él, sallallahu ‘alaihi wa sallam, los llevaba a la mezquita y agradecía su presencia con sus padres. Si bien no hay duda de que el cuidarlos a menudo distrae y molesta a los fieles debido a su llanto o sus juegos, el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, pasó esto por alto, pues los niños cosechan los beneficios de asistir a la mezquita. Estos beneficios incluyen familiarizarse con las mezquitas, acostumbrarse a asistir a las oraciones y sermones, y rezar. El tutor debe ser perseverante en llevar a sus niños a las mezquitas, sin embargo, debe tener cuidado de hacer todo lo posible para reducir y limitar su ruido, ya sea permaneciendo cerca a ellos en la fila durante las oraciones, o vigilándolos después de ellas. Haciendo esto, las quejas recurrentes en las mezquitas debido al ruido de los niños y a la negligencia de los padres, ya no representará un problema.