La filosofía materialista se encuentra en las bases de las teorías evolutivas. El materialismo se basa en la suposición de que todo lo que existe es materia. Según esta filosofía, la materia siempre ha existido y seguirá existiendo por siempre, y no hay nada más que materia. A fin de apoyar esta afirmación, los materialistas utilizan un tipo de lógica denominado “reduccionismo”, que es la idea de que las cosas que no son observables pueden ser, también, explicadas por causas materiales.
Para aclarar las cosas, tomemos el ejemplo de la mente humana. Es evidente que la mente no puede ser tocada ni vista, además, no tiene centro en el cerebro humano. Esta situación nos lleva inevitablemente a la conclusión de que la mente es un concepto más allá de la materia. Por lo tanto, el ser al que nos referimos como “yo”, que piensa, ama, se pone nervioso, se preocupa, siente placer o dolor, no es un ser material en la misma forma que un sofá, una mesa o una piedra.
Los materialistas, sin embargo, afirman que la mente es “reducible a la materia”. Según la afirmación materialista, pensar, amar, preocuparse y todas nuestras actividades mentales no son más que reacciones químicas que tienen lugar entre los átomos del cerebro. Los sentimientos de amor y temor son meras reacciones químicas en algunas células de nuestro cerebro. El célebre filósofo materialista Karl Vogt subrayó esta lógica con sus famosas palabras: “Así como el hígado segrega bilis, también lo hacen nuestros cerebros, segregan el pensamiento” (Enciclopedia Británica). Sin embargo, la bilis es materia, mientras que no existe evidencia de que el pensamiento sea lo mismo.
Una de las características más destacadas de esta imagen es la “información” que está presente en la naturaleza, y que no se puede reducir a la materia.
La materia no puede producir información
Hay información increíblemente amplia contenida en el ADN de los seres vivos. Algo tan pequeño como de una cienmilésima de milímetro contiene una suerte de “banco de datos” que especifica todos los detalles físicos del cuerpo de un ser viviente. Además, el cuerpo contiene también un sistema que lee esta información, la interpreta y lleva a cabo con ella una “producción en línea”. En todas las células vivas, la información en el ADN es “leída” por varias enzimas y así son producidas proteínas de acuerdo con dicha información. Este sistema hace posible la producción de millones de proteínas por segundo, con el tipo de proteína requerido por lugares específicos de nuestros cuerpos. De este modo, las células oculares muertas son reemplazadas por células oculares vivas, y las viejas células sanguíneas por otras nuevas.
Consideremos en este punto la afirmación del materialismo: ¿Es posible que la información en el ADN se reduzca a materia, como sugieren los materialistas? En otras palabras, ¿se puede aceptar que el ADN es una mera colección de materia, y que la información que contiene surgió como resultado de las interacciones aleatorias de tales piezas de materia?
Toda la investigación científica, experimentos y observaciones llevados a cabo en el siglo XX, muestran que la respuesta a esta pregunta es un No definitivo. El director del Instituto Alemán Federal de Física y Tecnología, Dr. Werner Gitt, dijo esto al respecto: “Un sistema de codificación siempre implica un proceso intelectual no material. La materia física no puede producir un código de información. Todas las experiencias muestran que cada pieza de información creativa representa a algún dador de ideas mentales que ejerció su libre albedrío y que está dotado de una mente inteligente. No existe ley natural conocida, ni proceso conocido ni secuencia conocida de eventos, que puedan causar la generación de información por sí misma en la materia” (Werner Gitt. En el inicio hubo información).
Las palabras de Werner Gitt resumen las conclusiones de la “teoría de la información”, que ha sido desarrollada en los últimos 50 años y que es aceptada como parte de la termodinámica. La teoría de la información investiga el origen y la naturaleza de la información en el universo. La conclusión a la que han llegado los teóricos de la información, como resultado de largos estudios, es que “la información es algo diferente de la materia, y jamás puede ser reducida a materia. El origen de la información y el de la materia física deben ser investigados por separado”.
Por ejemplo, pensemos en la fuente de un libro. Un libro consiste en papel, tinta y la información que contiene. El papel y la tinta son elementos materiales. Su fuente es material: papel hecho de celulosa y tinta hecha de ciertos químicos. Sin embargo, la información que contiene el libro no es material y no tiene una fuente material. La fuente de la información en cada libro es la mente de la persona que lo escribió.
Además, dicha mente determina cómo serán utilizados el papel y la tinta. Un libro se forma inicialmente en la mente del escritor. El escritor construye una cadena de lógica en su mente y ordena sus oraciones. Como segundo paso, las pone en una forma material, es decir, traduce la información en su mente a letras, utilizando una pluma, máquina de escribir o computador. Después, esas letras son impresas en una editorial y toman la forma de un libro compuesto de papel y tinta.
Por lo tanto, podemos establecer esta conclusión general: “Si la materia física contiene información, entonces dicha materia tiene que haber sido diseñada por una mente que poseía la información en cuestión. Primero está la mente. Dicha mente traduce la información que posee a la materia, lo que constituye el acto de diseño”.
El origen de la información en la naturaleza
Cuando le aplicamos esta definición científica de la información a la naturaleza se produce un resultado muy importante. Esto se debe a que la naturaleza se desborda con un cuerpo inmenso de información (por ejemplo, en el caso del ADN, y dado que esta información no puede ser reducida a materia, entonces proviene de una fuente más allá de la materia). Ese hecho es revelado en la siguiente aleya del Corán: {Dijeron: “¡Glorificado seas! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has concedido, Tú todo lo conoces, todo lo sabes”} [Corán 2:32].
Uno de los principales defensores de la teoría neodarwinista de la evolución, George C. Williams, admitió esta realidad, que la mayoría de los materialistas y evolucionistas es reacia a ver. Williams defendió el materialismo durante años, pero en un artículo que escribió en 1995, señaló el error del enfoque materialista (reduccionista) que sostiene que todo es materia: “Los biólogos evolucionistas no se han dado cuenta de que trabajan con dos dominios más o menos inconmensurables: el de la información y el de la materia. Estos dos dominios jamás se unirán en ningún tipo de sentido implicado en general por el término ‘reduccionismo’. El gen es un paquete de información, no un objeto. En biología, cuando hablamos de cosas como los genes, los genotipos y los grupos genéticos, hablamos de información, no de una realidad física objetiva. Esta escasez de descriptores compartidos convierte a la materia y a la información en dos dominios separados de la existencia, que deben ser discutidos de forma separada en sus propios términos” (George C. Williams. La tercera cultura: Más allá de la revolución científica).
Por lo tanto, contrario a la superposición de los materialistas, la fuente de la información en la naturaleza no puede ser la materia misma. La fuente de la información no es materia, sino una sabiduría superior más allá de la materia. Esta sabiduría existió antes que la materia. La materia fue traída a la existencia, le fue dada forma, y fue organizada por el Creador de los cielos, de la Tierra, y de todo cuanto existe.