Al-lah, Subhanahu wa Ta’ala, le concedió a Sus profetas y mensajeros milagros de toda índole, para honrarlos, señalar lo importantes que eran para Él, confirmar su profecía y como argumento a favor o en contra de sus contemporáneos. Nuestro Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, fue uno de los Profetas a los que Al-lah más milagros le dio, Ibn Taimia dijo: “Sus milagros superan los mil, entre los que podemos mencionar la partición de la luna y muchos otros más”. Ibn Hayar dijo: “An-Nawawi, en la introducción de su libro Sharh Muslim, dijo que los milagros del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, superan los mil doscientos”.
Muchos de los milagros del Profeta Muhammad fueron mencionados directamente en el Corán, como la partición de la luna o el Isra’ (el viaje nocturno), y otros de forma indirecta como el Mi’ray (ascensión al cielo). Otros fueron mencionados en los hadices Sahih registrados en los dos Sahih y demás colecciones del hadiz y libros de la Sira del Profeta. Pero de los milagros que muestran el gran nivel que ocupa el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, la honra que Al-lah le concedió y que confirman la veracidad de su misión, tenemos la rapidez con la que Al-lah respondió a su súplica para que descendiera la lluvia en varias ocasiones y que fueron mencionadas en la Sira. Algunas de las ocasiones en las que sucedió este milagro fueron:
- En el mes de Ramadán del año sexto de la Hégira hubo una gran sequía, el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, suplicó para que lloviera. ‘Aisha, que Al-lah esté complacido con ella, reportó: “La gente se quejó ante el Enviado de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, por la falta de lluvia. Entonces pidió que se le pusiera su minbar en la musal-la y allí citó a todo el mundo para que se reunieran en un día determinado. Cuando llegó ese día, el Profeta salió con los primeros rayos del sol, se sentó sobre el minbar, hizo el takbir, alabó a Al-lah y dijo: ‘Se han quejado por el retraso de las lluvias y por la sequía. Al-lah les enseñó que le suplicaran a Él y les prometió que, si lo hacían, Él les respondería’. Luego continuó y dijo: ‘Alabado sea Al-lah, Señor del universo, el Compasivo, el Misericordioso; Soberano del Día del Juicio, nada ni nadie merece adoración más que Él, hace lo que Él decide… ¡Oh, Al-lah! Nada ni nadie merece adoración más que Tú, eres Quien posee todo y nosotros no tenemos nada (somos pobres), haz que la lluvia baje y fortalécenos con ella’. Elevó sus brazos al cielo de tal modo que se vieron sus axilas, le dio la espalda a la gente y vistió al revés su bata mientras mantenía sus manos elevadas al cielo. Luego se volvió hacia las personas, descendió del minbar e hizo dos raka’at. Las nubes se agruparon, tronó y relampagueó y Al-lah hizo que comenzara a llover. Fue tanta la lluvia que cuando regresó a su mezquita, el agua corría por las calles. Al ver a la gente correr con rapidez para protegerse de la lluvia se rio tanto que sus molares se alcanzaron a notar y dijo: ‘Testifico que Al-lah es Poderoso y capaz de todo, y que yo soy Su siervo y Mensajero’” (Abu Dawud; Al Albani dijo que era Hasan).
- En la batalla de Tabuk. En el mes de rayab del año noveno de la Hégira, el ejército musulmán comandado por el Profeta Muhammad se dirigió hacia Tabuk. El agua se agotó durante la travesía, por lo que se quejó la gente ante el Profeta, así que le suplicó a Al-lah que les proporcionara agua para beber, entonces una nube apareció y descargó la lluvia sobre ellos. ‘Abdul-lah Bin ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, contó que le preguntaron a Omar Bin Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, sobre la dificultad por la que atravesaron de ida a Tabuk y él dijo: “El viaje lo realizamos en la temporada de calor extremo. En el camino nos dio sed a todos, era tanta la sed que sentíamos que nuestras gargantas se desgarraban. Algunas personas sacrificaron sus camellos para beber del agua de sus vientres e hígados. Entonces, Abu Baker As-Siddiq le dijo al Mensajero de Al-lah: ‘Profeta, Al-lah responde tus súplicas con bien, ruégale por nosotros (para que nos mande agua)’. El Profeta le dijo: ‘¿Eso es lo que deseas?’, a lo que le respondió afirmativamente. Así que elevó sus manos al cielo y no las bajo hasta que se oscureció el cielo y bajó la lluvia, así se llenaron todos los recipientes que había” (Ibn Hibban; Al Albani dijo que era Sahih).
- Lo registrado por Al Bujari en su libro bajo el título: Al Istisqa’ de Anas Bin Malik, que Al-lah esté complacido con él, de que un hombre llegó a la mezquita el viernes mientras el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, hacía el sermón de la oración. Se acercó y le pidió al Profeta que Le suplicara a Al-lah por lluvia, pues habían perdido todo por la sequía. El Enviado de Al-lah levantó sus manos y Le suplicó a Al-lah: ‘¡Oh, Al-lah!, haz que descienda la lluvia”, tres veces. Les juro que el cielo estaba totalmente despejado y de repente salió de entre las montañas una nube frondosa que se emplazó en la mitad del cielo y luego se extendió por todas partes y comenzó a llover. Por Al-lah que no vimos el sol durante seis días. Al siguiente viernes vino el mismo hombre pidiéndole al Profeta que suplicara a Al-lah para que detuviera la lluvia porque lo había inundado todo. Entonces elevó sus manos al cielo y le pidió a Al-lah que dejara de llover. Apenas salimos de la mezquita el cielo estaba despejado”.