Las áreas del conocimiento son representadas en los dos mundos de lo visible y lo oculto, o el mundo físico y el metafísico. El hombre utiliza todas las herramientas y métodos disponibles en su búsqueda del conocimiento, incluyendo innovaciones y máquinas que expanden el alcance de la percepción de sus sentidos. Es algo incuestionable que los sentidos tienen capacidades limitadas, y el hombre ha trabajado para aumentarlas durante mucho tiempo. De todas formas, su conocimiento sigue estando atado a lo que esas herramientas pueden hacer. Por consecuencia, el saber humano –obtenido a través de los sentidos y los instrumentos de medición– permanece limitado con respecto al mundo visible, y eso es solo una porción pequeña de todo lo que se puede saber. Esto es porque el área donde vivimos y todo aquello que hemos llegado a descubrir en nuestra galaxia solar representa solo una gota en un vasto mar.
El conocimiento que obtiene el ser humano del mundo físico depende de la metodología de los sentidos, lo cual está gobernado por un lugar y tiempo que se encuentran enmarcados dentro de lo que es posible.
En cuanto al mundo de lo oculto, lo que sabemos de él depende de reportes auténticos provenientes de una fuente que tiene conocimiento absoluto y que excede los límites de los sentidos, el tiempo y el espacio. Esa fuente es Al-lah, el Todopoderoso.
Cuando el hombre investiga el mundo físico lo hace para descubrir las normas de Al-lah en Su creación. Como consecuencia, un cierto hecho científico jamás puede contradecir uno religioso, ya que ambos provienen de Al-lah, el Altísimo. Hay señales de Él en los horizontes, sobre las que nos informa en Su revelación:
• {Les haré ver Mis signos en los horizontes y en ellos mismos, hasta que se les haga evidente la Verdad. ¿Acaso no es suficiente tu Señor como Testigo de todo?} [Corán 41:53]
• {Quienes recibieron la sabiduría y el conocimiento saben que lo que tu Señor te reveló es la Verdad que guía al sendero del Poderoso, el Loable} [Corán 34:6]