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Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 3 de 3)

¿Qué interpretación seguir?
Tal vez la mayor fuente de error y confusión con respecto al mandato del hiyab sea la interpretación errónea de los textos sagrados a través de los cuales ha sido legislado por Dios. Como atestigua el propio Corán, el Libro fue revelado a toda la humanidad en un discurso claro, en lengua árabe (ver Corán 26:192-95). Hasta el día de hoy, el lector se siente asombrado y maravillado, sea musulmán o no, incluso al leer una mera traducción de este milagroso discurso divino. Aunque el Corán es, en gran parte, fácil de entender en su redacción y significado literal, hay una serie de versículos que, en el momento de la revelación, requerían explicación, elaboración y demostración (como los rituales de la oración) por parte del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sea con él, a sus compañeros; de hecho, en muchas ocasiones, estos le pidieron abiertamente dichas explicaciones.
Es importante señalar que todo lo que se nos transmite a partir de la Sunna, definida aquí como los dichos, las acciones y la aprobación tácita del Profeta, es una forma de revelación de inspiración divina (wahi) que debe tomarse junto con el Corán como autorizada, ya que el Profeta no actuó por cuenta propia con respecto a ningún asunto de la Shari’a. Ibn Al Qaiem (fallecido en el año 1350) lo resumió así: “Si Al-lah hizo que fuera un elemento necesario de la fe que los compañeros pidieran permiso para ir a algún sitio cuando estaban con el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, entonces es aún más obvio que es un elemento necesario de la fe que no adopten un punto de vista en [la] Religión sin pedir primero su permiso...”.

{No te he revelado el Libro [¡oh, Muhammad!] sino para que les aclares aquello sobre lo que discrepaban, como guía y misericordia para los creyentes} [Corán 16:64]
Los versículos que requieren una mayor aclaración pueden basarse en otros factores, como el contexto y el momento de la revelación, en su agrupación a la luz de otros versículos relacionados con el mismo asunto y, en algunos casos, en versículos redactados de forma más específica que deben tenerse en cuenta. Además, se presta atención a los versículos que contienen la evolución y la abrogación de una norma concreta ordenada por Al-lah, y a la lengua y la práctica del pueblo tal y como se entendía y existía en la época, por nombrar algunos factores para determinar la interpretación correcta del texto. Esto es un mero vistazo al vasto conocimiento y la metodología que comprenden las ciencias islámicas que los eruditos de la exégesis coránica y la jurisprudencia islámica emplean hasta hoy. Por lo tanto, es suficiente para el propósito de nuestro planteo señalar que uno no puede asumir el cargo de reinterpretar arbitrariamente el propósito de Al-lah detrás de una norma particular. Esto es válido para cada norma establecida, una vez que ha sido legislada y tiene precedentes en cuanto a cómo debe ser entendida y aplicada, desde el Profeta y después sus compañeros, quienes fueron testigos presenciales y lo entendieron mejor, y sus nobles sucesores a quienes el Profeta nos instruyó seguir: “Sigan mi Sunna y la sunna de los califas rectos y guiados, aférrense (a ellas) con los dientes, eviten los asuntos dudosos y las innovaciones pues son un desvío, y todo desvío conduce al Infierno” (At-Tirmidhi).
Aunque no se puede negar la necesidad de sensibilidad, empatía e inteligencia emocional por parte de hombres y mujeres eruditos a la hora de abordar esta cuestión, nunca se insistirá lo suficiente en que la ḥaia está prescrita para todos los individuos, tanto hombres como mujeres, y no pretende suprimir o marginar a las mujeres. Una vez más, esta objeción indica un desprecio por la autoridad legislativa del Profeta y sus compañeros, así como por el legado de la erudición islámica femenina ejemplar, que se remonta a las compañeras que estuvieron entre las primeras receptoras de la revelación y las reglas enseñadas directamente por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él .
El Mensajero de Al-lah dijo: “Les he dejado dos asuntos. Mientras se aferren a ellos no se equivocarán de camino. Son el Libro de Al-lah y la Sunna de Su Profeta”.
Ahora que hemos establecido que la sumisión a Al-lah solo puede entenderse y practicarse a la luz del Corán y la Sunna, las dos fuentes primarias del Islam que contienen la religión en su totalidad para todos los tiempos (ver Corán 5:3), corresponde al creyente reconocer y comprender la importancia de adherirse a la correcta interpretación y práctica del texto, tal y como lo transmitió el Profeta a sus compañeros, que son la generación más noble de creyentes, y a las siguientes generaciones tempranas conocidas como “los predecesores piadosos” (salaf). El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Las mejores personas son las de mi generación (sus contemporáneos), y luego las que vendrán después de ellas (la siguiente generación), y luego las que vendrán después de ellas (es decir, la siguiente generación); y luego, después de ellas vendrán personas cuyo testimonio precederá a sus juramentos, y cuyos juramentos precederán a su testimonio [debido a su falta de veracidad y poca confiabilidad]” (Al Bujari). Por lo tanto, en su explicación del versículo, {Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor. Él es el Poderoso, el Perdonador} [Corán 67:2], Al Fuḍail Bin ‘Iiaḍ concluyó que, para que cualquier acción sea aceptada por Al-lah, debe hacerse con sinceridad en el corazón y adhesión a la Sunna en la acción. Dijo: “La mejor acción es la más sincera y la más apropiada”. La gente preguntó: “¡Oh, Abu ‘Ali! ¿Cómo puede ser la más sincera y la más apropiada?”, dijo: “Si la acción fuera sincera pero no fuera apropiada no sería aceptada, y si fuera apropiada pero no fuera sincera no sería aceptada; la sincera debe realizarse para Al-lah solamente, y la apropiada debe ser conforme a la Sunna” (Ibn Taimia).
{En cambio, los creyentes, cuando se los llama a aceptar el juicio de Al-lah y Su Mensajero en sus asuntos, dicen: "¡Escuchamos y obedecemos!". Ellos son los bienaventurados. Quienes obedezcan a Al-lah y a Su Mensajero, tengan temor a Al-lah y sean piadosos, ellos serán los bienaventurados} [Corán 24:51-52]
Respecto a la correcta comprensión del hiyab, es suficiente para el propósito de este artículo señalar que existen tanto pruebas textuales como precedentes que confirman que la correcta adherencia al hiyab es una obligación ordenada por Al-lah y Su Mensajero, y entendida y practicada por los compañeros y quienes les siguieron. Cuando escucharon los versículos del hiyab, las compañeras actuaron inmediatamente, dejando claro que su cumplimiento era un mandato de Al-lah que implicaba cubrirse y taparse modestamente desde que fue revelado. Estas nobles mujeres que presenciaron personalmente el momento de la revelación nos dieron cuenta de cómo se entendieron y se aplicaron los versículos, bajo la instrucción y aprobación del Profeta. Aisha, la amada esposa del Profeta, Madre de los Creyentes, gran erudita y maestra de los compañeros, dijo: “Que Al-lah tenga misericordia de las mujeres pioneras de los Muhayirun. Cuando Al-lah reveló el versículo: {y que dejen caer el velo sobre su escote} [Corán 24:31], cortaron sus sábanas y se cubrieron con ellas” (Al Bujari). Esta y otras narraciones similares, especialmente tomadas en conjunto con los versículos del Corán que ordenan el uso del hiyab, no dejan lugar a especulaciones. Además, Al-lah afirma sobre aquellos que aún deciden negar Su mandato: {[Esos tres ídolos] son solo nombres que ustedes y sus padres han inventado, porque Dios no les dio autoridad alguna para ello. [Los idólatras] solo siguen suposiciones impulsados por sus propias pasiones, a pesar de haberles llegado la guía de su Señor} [Corán 53:23].
Así, la propia revelación divina niega todos los argumentos falsos esgrimidos de quien sigue fuentes no calificadas y fatwas reformistas que se desvían de estos límites −por muy populares, extendidas o racionales que parezcan−, del mismo modo que niega la derivación de las interpretaciones y reglas basadas en los propios deseos. El seguimiento ciego y la mentalidad de rebaño, alimentados hasta nuevas dimensiones en la era digital, son parte integrante del engaño del Shaitan contra el que se advierte estrictamente. Ibn Taimia describió a quienes se entregan a tal innovación en la religión bajo la categoría de “permitir lo prohibido y seguir ciegamente a los antepasados”. Él explicó que: “El origen del extravío de quien se descarría está en anteponer su razonamiento por encima del texto revelado por Al-lah, y en anteponer el seguimiento de los deseos y no el seguimiento de los mandatos de Al-lah” (Al ‘Ubudiya). La otra cara de la moneda es que la era digital no deja ninguna excusa para la ignorancia, especialmente a la luz del hecho de que a la humanidad se le ordenó hace más de mil cuatrocientos años lo siguiente: {No envié antes de ti sino hombres a quienes les transmitía Mi revelación. ¡Consulten a la gente de conocimiento lo que no sepan!} [Corán 16:43].
{¡Oh, Profeta! La protección de Dios es suficiente para ti y para los creyentes que te sigan} [Corán 8:64]
El hiyab como medio de liberación y empoderamiento
Como se ha mencionado anteriormente, no puede existir un sistema de vida más justo y beneficioso que el prescrito por nuestro Creador y Dueño. Toda la religión sirve para salvaguardar las necesidades fundamentales de la humanidad para que se beneficie y mantenga una vida familiar y comunitaria sana mediante un código moral insuperable, como explicó Ibn Al Qaiem: “La ley islámica tiene que ver con la sabiduría y con lograr el bienestar de las personas en esta vida y en la otra. Se trata de la justicia, la misericordia, la sabiduría y el bien. Por lo tanto, cualquier sentencia que sustituya la justicia por la injusticia, la misericordia por su opuesto, el bien común por la maldad, o la sabiduría por ignorancia, es una sentencia que no pertenece a la ley islámica, aunque se afirme que es así según alguna interpretación”. A nivel individual, hemos hablado de los beneficios de la sumisión a Al-lah como medio para reconocer y vivir la verdadera identidad de uno como siervo de Al-lah, un medio para la dignidad, la autoestima y la confianza y, en última instancia, la satisfacción. Esto permite además contribuir a beneficiar la sociedad; y en el contexto del hiyab, las mujeres no son una excepción. De hecho, es la conciencia moral, la modestia y, por tanto, el hiyab lo que permite a las mujeres tener su propio espacio en la sociedad, libres de la objetivación y de las pesadas expectativas de los estándares sociales de valor y belleza.
Basta con mencionar las contribuciones de las mujeres musulmanas a lo largo de la historia, que se remontan a la época del Profeta, para desmentir el falso pensamiento de que el hiyab es un medio de opresión, o que impide a las mujeres tener voz o presencia en la sociedad. Más bien, es dentro de la seguridad y la comodidad de los límites de la haia y el hiyab que muchas mujeres se encuentran liberadas y empoderadas para desempeñarse en muchos roles y desarrollar diferentes capacidades, libres de juicios superficiales y adversos. Adherirse al hiyab correctamente les permite seguir los pasos de las compañeras (discípulas del Profeta), que fueron hijas respetadas, esposas, madres, estudiantes, eruditas y profesoras, en el hogar y en la mezquita, en el mercado y en el campo de batalla, responsables de la toma de decisiones, empresarias y especialistas en las ciencias de su época, al servicio de Al-lah y de Su creación. Fueron luminarias y creadoras de tendencias, no por su apariencia externa o su hiyab, sino por su sumisión a Al-lah y su contribución a la sociedad, que dejó un rico y noble legado grabado en la historia que sigue inspirándonos. Fueron, en efecto, el sello de la belleza real y atemporal. Reconocidas por la belleza y las voces que emanaban de su interior, mucho más allá de las limitadas nociones de belleza vinculadas a los grilletes de la moda y las redes sociales. La suya era una presencia de admirable dignidad y excelencia (iḥsan) tanto en su apariencia como en su carácter, un comportamiento potenciado por la fuente misma de la verdadera belleza y de todo bien. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien tiene, en su corazón, el peso de una hormiga de arrogancia no entrará en el Yanna (Paraíso)”. Alguien preguntó: “Pero ¿qué pasa si a un hombre le gusta vestir ropa y zapatos bonitos?”; el Mensajero de Al-lah respondió: “Al-lah es Hermoso y ama la belleza. La arrogancia significa ridiculizar y rechazar la verdad y despreciar a la gente”.
Lamentablemente, hoy en día existen más barreras dentro de nuestras propias comunidades, familias e incluso mezquitas que a menudo marginan y desmotivan erróneamente, aunque sin quererlo, a las mujeres y niñas para que no desarrollen el potencial que Al-lah les ha dado. Estos mensajes erróneos, a veces resultado de un juicio superficial, de la creación de estereotipos y de la falta de reconocimiento de los numerosos desafíos personales y sociales a los que se enfrentan cada vez más los musulmanes, han contribuido a la crisis de fe que vemos hoy en día. Para salvaguardar la fe de las generaciones presentes y futuras, hay que rectificar con el conocimiento, la concienciación y la empatía adecuados para provocar un cambio efectivo desde dentro y, posteriormente, tener un impacto positivo en el mundo que nos rodea. Como dice el proverbio, se necesita un pueblo para criar a un niño. Volviendo al modelo profético, esto comienza con el fomento de la fe, la convicción y la confianza en nuestros hijos, así como en nuestros hermanos y hermanas por igual, con el mensaje de Tawhid, de conocer a Al-lah, y de la sumisión como fundamento de la existencia y la identidad de uno como verdadero ‘abd (siervo) de Al-lah. La adoración, la obediencia y específicamente la ḥaia en este caso, se asentarán mucho más sinceramente en la práctica una vez que los corazones se inclinen hacia Al-lah.
{A quienes se esfuercen por Mi causa los guiaré por Mis caminos. Dios está con los que hacen el bien} [Corán 29:69]
Conclusión
La hermana que está pensando en embarcarse en la travesía de usar el hiyab, o que está luchando por mantenerse adherida a él, debe saber que en el centro de cada acción del creyente está su conexión con Al-lah. Trabajar para fortalecerla la mantendrá firme y le facilitará el camino de la sumisión. La sierva de Al-lah nunca se rinde. Recuérdate a ti misma tu propósito recordando a Al-lah por Sus nombres y atributos. Él es el más Misericordioso, el Conocedor de todo, el más Justo, el más Sabio, el más Perdonador, el más Amoroso, tu Creador y Señor, Él es la fuente de guía y legislación. Dirígete a Al-lah en oración y súplica. Él está con los que se esfuerzan en Su causa. Mantén el rumbo y quédate cerca de otras mujeres que hagan lo mismo. {Aférrense todos a la religión de Dios y no se dividan en sectas. Recuerden la gracia de Dios cuando los hermanó uniendo sus corazones siendo que eran rivales unos de otros, y cuando se encontraban al borde de un abismo de fuego, los salvó de caer en él. Así les explica Dios Sus signos para que sigan la verdadera guía} [Corán 3:103]. Ningún desafío se supera con éxito sin fe y convicción en el corazón. Perfeccionar la propia sumisión es la prueba definitiva de la vida, que no termina hasta la muerte. El hiyab es una lucha, a diferentes niveles, para muchas mujeres. No es bueno el comportamiento condescendiente que algunos pueden mostrar hacia quienes no lo utilizan, ni la negación rotunda de su lugar en el Islam. Es un desafío, para algunas mayor que para otras, pero ningún desafío carece de su debida recompensa por parte del Señor de los Mundos. El puerto seguro de la sumisión requiere una profunda confianza en Al-lah y en Su promesa. El Mensajero de Al-lah dijo: “El Islam comenzó como algo extraño (raro) y volverá a ser algo extraño. Entonces, bienaventurados los extraños” (Sunan Ibn Maya). Los remos que nos llevarán a puerto seguro se construyen sobre la confianza (tawakkul) en Al-lah para guiar el camino con seguridad y facilidad. Al-lah establece una conexión en el Corán entre la sumisión y la completa confianza en Él:
{Te he enviado a una comunidad que fue precedida por otras, para que les recites lo que te he revelado, pero ellos no creyeron en el Compasivo. Diles: "Él es mi Señor, no hay otra divinidad salvo Dios, a Él me encomiendo y confío, y a Él he de retornar"} [Corán 13:30]
Ibn Taimia señaló, a la luz de este y otros versículos que tienen un significado similar, que la confianza en Al-lah se encuentra en la búsqueda de Su ayuda, y que está ligada de forma única a la sumisión en el sentido de que no se puede ser siervo de Al-lah ni adorarlo sin Su ayuda (Al ‘Ubudiya). Por último, Al-lah nos recuerda que en cada esfuerzo en Su camino la verdadera sierva es cuidadosa y firme. Mientras que el mundo puede haber colocado un foco en su hiyab, su vista está fijada inquebrantablemente en el faro de la sumisión. Las buenas acciones de adoración y obediencia, por muy disminuidas que parezcan en un mundo esclavizado a las normas y valores creados por el hombre, nunca se pierden con Al-lah, Aquel a Quien todos los siervos sinceros regresarán, para encontrar una recompensa eterna por cada esfuerzo realizado en este mundo.
{... Quienes tengan temor de Al-lah y sean pacientes [ante las adversidades], sepan que Al-lah no dejará de recompensar a los que hacen el bien} [Corán 12:90]
 

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