La imagen de la típica mujer musulmana usando el velo, obligada a quedarse en su casa, a la cual se le prohíbe conducir, es muy común en el pensamiento de muchas personas.
El lugar de la mujer en el Islam es a menudo el blanco de ataques de los medios de comunicación seculares. Al “Hiyab”, o código de vestimenta islámico para las mujeres, es citado por muchos como un ejemplo de “subyugación” de la mujer bajo la Ley Islámica. Antes de mencionar el razonamiento detrás del mandato religioso de Al Hiyab, permítanos primero estudiar el lugar de la mujer en las sociedades antes del advenimiento del Islam.
En el pasado, las mujeres eran degradadas y generalmente usadas como objetos de lujuria. A continuación observaremos algunos ejemplos de la historia, los cuales ilustran ampliamente el hecho de que el lugar de la mujer en las antiguas civilizaciones estaba muy degradado, hasta el punto en que se les negaba la dignidad humana básica:
- Civilización babilónica:
Las mujeres eran degradadas y se les negaban todos los derechos establecidos por la ley babilónica. Si un hombre asesinaba a una mujer, en lugar de ser castigado, su esposa era condenada a muerte.
- Civilización griega: La civilización griega es considerada la más gloriosa de todas las civilizaciones antiguas. Bajo este muy “glorioso” sistema, las mujeres eran privadas de todos sus derechos y eran vistas como inferiores. En la mitología griega, una mujer imaginaria llamada ‘Pandora’ era la causa de la desgracia de los seres humanos. Los griegos consideraban a la mujer un ser sub-humano e inferior a los hombres. La prostitución se convirtió en una práctica regular entre todas las clases de la sociedad griega.
- Civilización romana: Cuando la civilización romana estaba en el cenit de su “gloria”, un hombre podía incluso tener el derecho de tomar injustificadamente la vida de su esposa. La prostitución y el nudismo eran prácticas comunes entre los romanos.
- Civilización egipcia: Los egipcios consideraban a las mujeres como seres del mal y una señal del demonio.
- La Arabia pre-islámica: Antes de que el Islam se extendiera en Arabia, los árabes consideraban inferiores a las mujeres, y muy a menudo, cuando nacía una niña, era enterrada viva.
Cuando vino el Islam, elevó a las mujeres y les dio igualdad. El Islam elevó el estatus de la mujer y le concedió sus justos derechos hace más de 1400 años.
Muy a menudo, la imagen de una mujer cubierta es usada para representar lo que la mayoría de las personas consideran como opresión. Su misma existencia es descrita en términos que expresan ignorancia e infelicidad. Palabras como ‘golpeada’, ‘reprimida’ y ‘oprimida’, son divulgadas por los medios de comunicación occidentales en un desesperado intento para convencer al público de que la mujer en el Islam no tiene derechos. Términos descriptivos e intrínsecamente opresivos, como “cubierta” y “encadenada”, son usados para reflejar la imagen de aquellas mujeres que no tienen mente propia y son esclavas o posesiones de sus padres o esposos.
Esta es una idea muy equivocada de la imagen real de la mujer en el Islam. En el Islam, una mujer tiene la libertad básica de decisión y elección, basada en el reconocimiento de su personalidad individual. Ella es libre para elegir su religión. Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {No está permitido forzar a nadie a creer. La guía se ha diferenciado del desvío} [Corán 2:256].
En el Islam, la mujer es animada a expresar sus opiniones e ideas. Existen muchas enseñanzas del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que indican que las mujeres podían plantearle preguntas directamente a él y ofrecer sus opiniones con respecto a la religión, economía y temas sociales.
Una mujer musulmana escoge a su esposo y conserva su nombre después del matrimonio. El testimonio de una mujer musulmana es válido en disputas legales. De hecho, en áreas donde las mujeres están más familiarizadas, su evidencia es conclusiva.
La razón por la cual Al Hiyab ha sido prescrito para la mujer está mencionada en el Sagrado Corán, en la Sura “Los Aliados”; Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {¡Oh, Profeta! Dile a tus mujeres, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran [todo el cuerpo] con sus mantos; es mejor para que se las reconozca y no sean molestadas. Al-lah Es Absolvedor, MisericorAl-laho}. [Corán 33:59].
El Sagrado Corán dice que Al Hiyab ha sido prescrito para que la mujer sea reconocida como una mujer modesta, lo cual también evita que sea molestada. Supongamos que dos hermosas hermanas gemelas caminan por una calle, una de ellas va vestida con Al Hiyab islámico, es decir, todo su cuerpo está cubierto, excepto su cara y sus manos hasta las muñecas. La otra hermana está usando ropa occidental, como minifaldas o pantalones cortos. A la vuelta de la esquina está un patán esperando por alguna muchacha a quien molestar. ¿A quién molestará: a la muchacha que está usando Al Hiyab islámico, o a la chica que usa la minifalda o el pantalón corto? Naturalmente, él molestará a la muchacha con la ropa más reveladora. Esa clase de vestimenta es una invitación indirecta al sexo opuesto para ser molestada o seducida. El Corán acertadamente dice que Al Hiyab protege a la mujer de ser molestada.
Según la Sharí‘ah, un hombre declarado culpable de haber violado a una mujer, es condenado a la pena capital. Muchos se asombran por esta sentencia tan “severa”. Algunos incluso dicen que el Islam es una religión inhumana y salvaje. He formulado una simple pregunta a cientos de hombres no musulmanes. Supongamos, que Al-lah no lo Permita, que alguien hubiese violado a tu esposa, tu madre o tu hermana. Tú eres el juez y el violador es traído en frente tuyo. ¿Qué castigo le darías? Todos, sin excepción, dijeron que lo condenarían a muerte. Algunos se fueron al extremo de decir que lo torturarían hasta la muerte. Les dije: si alguien viola a tu esposa o tu madre, querrías para él la pena de muerte; pero si el mismo crimen es cometido en contra de la esposa o la madre de alguien más, tú dices que la pena capital es una barbarie. ¿Por qué existe esa doble moral?
Las sociedades occidentales argumentan falsamente haber elevado a la mujer:
En los países occidentales, donde la liberación implica libertad ilimitada, realmente las mujeres se encuentran a sí mismas viviendo vidas insatisfactorias y sin sentido. En su búsqueda por la liberación, han abandonado los ideales de moralidad y estabilidad, y se han encontrado a sí mismas en matrimonios y familias que son burdas imitaciones de la “vida real”. ¿Qué tan liberado puede estar alguien que es forzado a trabajar todo el día, y por la noche tiene que regresar a la casa a cumplir con los quehaceres domésticos? ¿De qué se está liberando alguien que tiene un bebé, al que, a la edad de seis semanas, tiene que dejar en una guardería para que aprenda la conducta y moralidad de extraños?
La liberación femenina occidental no es nada más ni nada menos que una forma disfrazada de explotación del cuerpo de las mujeres, degradación de su alma y privación de su honor. La sociedad occidental sostiene que ha “elevado” a las mujeres. Sin embargo, las han degradado al estatus de concubinas y amantes, las cuales son simples objetos en las manos de los buscadores de placer y los comerciantes del sexo.
En conclusión, a la mujer musulmana se le ha concedido un rol, derechos y deberes desde hace 1400 años -de los cuales no disfrutan muchas mujeres incluso hoy en día en Occidente. Éstos han sido otorgados por Al-lah y han sido diseñados para mantener el balance en la sociedad; lo que puede ser visto como injusto o inexistente en un lugar, es compensado o explicado en otro lugar.