Umm Sulaim y Abu Talhah se casaron. Anas, su hijo, estaba complacido y los musulmanes dijeron: “Nunca hemos escuchado de un maher (dote) que sea más valioso y precioso que el de Umm Sulaim, porque ella hizo que el Islam sea su maher”.
Umm Sulaim estaba complacida y deleitada con su nuevo esposo, quien puso su energía y talento al servicio del Islam. Él fue uno de los 73 hombres que juraron lealtad al Profeta en el segundo juramento de Aqabah. Con él, de acuerdo con un reporte, estaba su esposa Umm Sulaim. Otras dos mujeres, la célebre Nusaibah Bint Kab y Asma Bint Amer estuvieron en Aqabah e hicieron el juramento de lealtad al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
Abu Talhah estaba dedicado al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y se deleitaba enormemente con solo observarlo y escuchar la dulzura de sus palabras. Él participó en todas las principales campañas militares. Vivía una vida muy acética y era conocido por ayunar por largos periodos de tiempo. Se dice que tenía un huerto fantástico en Medina, con palmeras de dátiles, uvas y corrientes de agua. Un día, mientras estaba haciendo el Salat bajo la sombra de los árboles, un hermoso pájaro con plumaje de brillantes colores voló en frente de él. Quedó absorbido por la escena y olvidó cuántos rakats había rezado. Cuando completó la oración fue donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le describió cómo se había distraído. Al final dijo: “Sé testigo, Mensajero de Al-lah, que entrego este huerto como caridad por la causa de Al-lah, Exaltado sea”.
Abu Talhah y Umm Sulaim tuvieron una ejemplar vida familiar musulmana, entregados al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y al servicio de los musulmanes y del Islam. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía visitar su casa. A veces, cuando llegaba el tiempo de la oración, él rezaba en un tapete que le había dado Umm Sulaim. A veces también él tomaba una siesta en su casa y, mientas él dormía, Umm Sulaim secaba la transpiración de su frente. Una vez, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, despertó de su siesta y le preguntó: “Umm Sulaim, ¿qué estás haciendo?” Ella respondió: “Estoy tomando estas gotas (de transpiración) como una bendición que viene de ti”.
Otra vez, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue a su casa y Umm Sulaim le ofreción dátiles y mantequilla, pero él no tomó nada porque estaba ayunando. Ocasionalmente, ella enviaba a su hijo Anas con bolsas de dátiles a su casa.
Era notorio que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, tenía una compasión especial por Umm Sulaim y su familia, y cuando le preguntaban por ella, él respondía: “Su hermano murió a mi lado”.
Umm Sulaim también tenía una hermana muy conocida, Umm Haram, esposa del imponente Ubadah Ibn As-Samit. Ella murió en el mar durante una expedición naval y fue enterrada en Chipre. El esposo de Umm Sulaim, Abu Talhah, también murió mientras estaba en una expedición naval durante el tiempo del tercer Califa, ‘Uzman, y fue enterrado en el océano.
Umm Sulaim se destacaba por su gran coraje y valentía. Durante la batalla de Uhud ella cargaba una daga en los dobleces de su vestido. Ella llevaba agua y atendía a los heridos e intentó defender al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cuando la batalla se estaba tornando en contra de él. En la batalla de Jandaq, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la vio cargando una daga y le preguntó qué estaba haciendo con ella. Ella dijo: “Es para pelear contra quienes deserten”. Él respondió: “Que Al-lah te Otorgue satisfacción en eso”. Al enfrentar adversidades, Umm Sulaim demostraba una tranquilidad y una fortaleza únicas. Uno de sus hijos menores (Umair) se enfermó y murió mientas su esposo había salido a cuidar su huerto. Ella lavó al niño y lo envolvió en mortajas. Le dijo a los demás en su casa que no le informen a Abu Talhah porque quería decírselo ella misma.
Umm Sulaim tuvo otro hijo cuyo nombre fue Abdullah. A los pocos días de que dio a luz envió a Anas con el bebé y una bolsa de dátiles ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. El Profeta puso al niño sobre su regazo, masticó unos dátiles y puso un poco en la boca del bebé. Él bebé succionó los dátiles con gusto y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “El Ansar solo está encariñado con los dátiles”.
Cuando Abdullah creció tuvo 7 hijos quienes memorizaron el Corán.
Umm Sulaim fue una musulmana ejemplar, una esposa y madre ejemplar. Su creencia en Al-lah era fuerte e inflexible. No puso en peligro su fe y la educación de sus hijos a causa de la riqueza y del lujo. Era devota del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y entregó a su hijo Anas a su servicio. Ella tomó la responsabilidad de educar a sus hijos y jugó un rol activo en la vida pública, compartiendo con los otros musulmanes las adversidades y las alegrías de construir una comunidad y vivir para la complacencia de Al-lah.