La voluntad de Al-lah, Glorificado y Exaltado sea, dispuso que Su Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, fuera iletrado. Es más, esta fue una características que lo distinguió entre todos los Profetas, la paz sea con ellos, y hombres.
Una de las razones por las que la voluntad divina estableció que el Enviado de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, no supiera leer ni escribir, fue el hecho de no darle paso a las dudas y falacias que sus detractores pudieran crear en torno a su profecía y el mensaje que transmitió. Este sentido se encuentra bien definido en las Palabras de Al-lah, Glorificado y Exaltado sea, cuando dijo (lo que se interpreta en español): {Y tú no sabías leer ningún tipo de escritura antes de que te fuera revelado el Corán, ni tampoco trascribirla con tu diestra; porque de haber sido así hubieran podido sembrar dudas acerca de ti los que inventan mentiras} [Corán 29:48].
Pese a esta declaración y a lo que se conoce con exactitud sobre el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, nos encontramos las tramas y alegatos de algunos orientalistas, que buscan borrar la verdad, distorsionar y adulterar los hechos que fueron registrados por la historia, en los que niegan esta característica tan conocida del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam. Pretenden obviar y pasar por alto los textos de la revelación, del Corán y la Sunnah, donde se pone de manifiesto esta particularidad de nuestro Profeta. Pero no se limitan a esto, van más allá, se valen de su conocido método de adulteración de los textos para sostener su falsedad, por lo que utilizan una serie de pasajes y relatos certificados, y los interpretan y deducen de ellos todo lo que les place. Incluso llegan a caer tan bajo, que nos encontramos que cuando no tienen nada para validar sus falsedades, fabrican mentiras, para así lograr su objetivo de desviación y confusión.
Es nuestro propósito y deseo despejar las dudas que han sido creadas por los falsarios, basándonos en los mismos textos en los que supuestamente se basan para negar que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, era analfabeto.
Una de las primeras pruebas que utilizan es el hadiz registrado por Bujari sobre lo sucedido en Al Hudaibiah según lo relatado por Al Bara, que Al-lah esté complacido con él, quien dijo: “Cuando el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, hizo la ‘Umrah en el mes de Dhul Qa’dah, la gente de la Meca se opuso a que entrara a la ciudad, pero él logró pactar que lo dejaran estar en ella tres días. Cuando estaban escribiendo el pacto se redactó: ‘Esto es lo pactado por Muhammad el Profeta de Al-lah’. Entonces dijeron: ‘No aceptamos esto, pues si supiéramos que eres el Profeta de Al-lah no te prohibiríamos nada. Te conocemos como Muhammad ibn ‘Abdul-lah’. Dijo el Profeta: “Yo soy el Profeta de Al-lah y soy Muhammad ibn ‘Abdul-lah”. Y le dijo a ‘Ali ibn Abi Talib, que Al-lah esté complacido con él: ‘Borra: Profeta de Al-lah’. ‘Ali refutó diciendo: ‘Por Al-lah que no lo borraré nunca’. Entonces el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, tomó el escrito, y él no sabía escribir, para escribir (Kataba): ‘Esto es lo pactado por Muhammad ibn ‘Abdul-lah: Nadie entrará a la ciudad armado, excepto con su espada enfunda (…)”.
Alegan que en este relato se menciona claramente que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, tomó el escrito para escribir: “Esto es lo pactado por Muhammad ibn ‘Abdul-lah”. Así que al tomar la hoja para escribir, se está señalando que él sabía leer y escribir, pues no puede ser que una persona que escriba no sepa leer. Esta “prueba” es la más fuertes en las que se basan.
La respuesta a esta adulteración de los hechos es la siguiente:
No aceptamos lo que ellos alegan de que en este relato se exprese claramente que el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, tomó el texto para escribir, por más que se use el término: escribir –Kataba en árabe–. Pues desde el comienzo del relato es claro que el que daba la orden de escribir era el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam. Y la palabra: escribir –Kataba– idiomáticamente, en la lengua árabe, se utiliza de forma metafórica para indicar que se está dando la orden para hacerlo, de la misma manera que se entiende el dicho: “El Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, labró (mandó a labrar) en su anillo: Muhammad el Profeta de Al-lah”. Y no hay nadie que afirme que fue el mismo Profeta el que grabó estas palabras en su anillo, pues todos reconoces que fue otro el que lo hizo. Pero además de lo idiomático, que es un principio fundamental para el entendimiento de los textos, existen versiones de este mismo relato que señalan con mayor relevancia que no fue el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, quien lo escribió, sino que fue él quien dio la orden para que se escribiera.
Tenemos el relato transmitido por Ibrahim ibn Yusuf ibn Abi Is-haq, de que Abi Is-haq, su padre, le dijo que Al Bara’, que Al-lah esté complacido con él, relató: “Entonces le dijo a ‘Ali: ‘Bórralo’. ‘Ali refutó diciendo: ‘Por Al-lah que no lo borraré nunca’. Le dijo: ‘Muéstrame dónde está escrito’. Le señaló dónde estaba y él mismo lo borró”. Sumada a esta versión tenemos lo registrado por Ibn Hibban, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, en su Sahih según lo relatado por Muhammad ibn ‘Uzman Al ‘Ayyli que dijo: “Me contó ‘Ubaidul-lah ibn Musa, de Israil, de Abi Is-haq de Al Bara’, que Al-lah esté complacido con él, que dijo: ‘Entonces el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, tomó el escrito, y él no sabía escribir, y ordenó que se escribiera en el lugar donde decía: el Profeta de Al-lah, Muhammad solamente. Así que se escribió: Esto es lo pactado por Muhammad ibn ‘Abdul-lah (…)’”.
En resumen, uniendo lo que el idioma nos da a entender y las otras versiones del mismo relato, no queda más que aceptar que cuando ‘Ali se negó a borrar: el Profeta de Al-lah, el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, le pidió que le mostrara dónde estaba escrita esa frase para él mismo borrarla, pues como no sabia leer, no podía distinguir dónde se encontraba la oración en el texto. Una vez borró la frase, le pidió a ‘Ali que escribiera: Ibn ‘Abdul-lah. Por otra parte, la persona con quien estaba suscribiendo el pacto y que representaba a los idólatras de la Meca, si se hubiera dado cuenta de que el mismo Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, había escrito algo, le hubiera contado esto a la gente de Quraish para que ellos lo usaran como una prueba en contra de él y su misión; sin embargo, y curiosamente, no existe un solo relato al respecto, lo que sustenta que no fue él quien lo escribió.
Además, si aun negando todo lo que hemos explicado con anterioridad, supusiéramos que fue el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, el que escribió su nombre, esto no sería prueba de que él supiera escribir y leer. El Imam Adh-Dhahabi, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “¿Qué problema habría si él supiera escribir su nombre? Que reconociera su nombre y lo supiera escribir no sería nada raro, en especial conociendo su gran inteligencia, la cual lo habría hecho reconocer su nombre luego de que sus escribas lo anotaban en todas las cartas que él mandaba escribir y que enviaba a los reyes y dirigentes de las tribus”. Una persona que puede escribir su nombre no deja de ser analfabeto.