Reconocimiento de Al-lah
La pregunta que surge aquí es: ¿Cómo se puede esperar que todas las personas crean en Al-lah, dado sus diversos antecedentes, sociedades y culturas? Para que las personas sean responsables de adorar a Al-lah, deben al menos tener acceso al conocimiento de Al‑lah. La revelación final enseña que toda la humanidad tiene el reconocimiento de Al-lah impreso en sus almas, una parte de su naturaleza innata con la que han sido creados. En la sura Al Araf, aleyas 172 a 173, Al-lah explica que, cuando Él creó a Adán (la paz de Al-lah sea con él), hizo que todos los descendientes de Adán vinieran a la existencia e hicieran un juramento de lealtad, diciéndoles: {¿Acaso no Soy Yo su Señor?}, a lo que Le respondieron: {Sí, atestiguamos que así es}.
Al-lah explica luego por qué hizo que la humanidad atestiguara que Él es su creador y el único Dios verdadero y digno de adoración; Él dice: {Esto es para que el Día de la Resurrección no digan: “No sabíamos nada de esto”}, es decir, para que los humanos no digamos que no teníamos idea de que Al-lah es nuestro Dios y que nadie nos dijo que se suponía que debíamos adorarlo solo a Él. Al-lah explica que esto fue para el caso de que dijéramos: {Nuestros padres eran idólatras, y nosotros solo somos sus descendientes siguiendo lo que ellos hacían. ¿Acaso vas a castigarnos por lo que hicieron los que falsearon [la verdad del monoteísmo]?} [Corán 7:173]. Por lo tanto, todo niño nace con una creencia natural en Al-lah y con una inclinación innata a adorarlo solo a Él, denominada fitrah en árabe.
Si el niño se quedara solo, adoraría a Al-lah a su manera; pero todos los niños se ven afectados por aquellas cosas que los rodean, visibles o invisibles.
El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) reportó que Al-lah dijo: “Creé a Mis siervos en la religión correcta, pero los demonios los hicieron desviarse”. El Profeta dijo también: “Todo niño nace en un estado de fitrah, luego sus padres lo hacen judíos, cristiano o zoroastra, de la misma forma que un animal da a luz a una descendencia normal. ¿Han notado que alguno de ellos nació mutilado?” (Bujari y Muslim).
Entonces, así como el niño se somete a las leyes físicas que Al-lah ha puesto en la naturaleza, su alma también se somete naturalmente al hecho de que Al-lah es su Señor y Creador. Sin embargo, sus padres tratan de hacerlo seguir su mismo camino, y el niño no es lo suficientemente fuerte en las primeras etapas de su vida como para resistirse u oponerse a la voluntad de sus padres. La religión que sigue el niño en esta etapa es una de costumbre y educación, y Al-lah no lo responsabiliza ni lo castiga por esa religión.
A lo largo de la vida de las personas, desde la infancia hasta el momento de su muerte, se les muestran señales en todas las regiones de la Tierra y en sus propias almas, hasta que se hace claro que solo hay un Único Dios Verdadero (Al-lah). Si la gente es honesta consigo misma, rechaza sus dioses falsos y busca a Al-lah, y se le facilitará el camino; pero si rechaza continuamente las señales de Al-lah y continúa adorando la creación, le será más y más difícil escapar de ello. Por ejemplo, en la región suroriental de la Amazonía brasilera, una tribu primitiva erigió una nueva cabaña para albergar a su ídolo principal, Skwatch, que representa al dios supremo de toda la creación.
Un joven se prosternó para rendirle homenaje a su deidad, y mientras estaba en postración ante lo que le habían enseñado que era su creador y sustentador, un viejo perro sarnoso plagado de pulgas entró en la cabaña. El joven levantó la vista a tiempo para ver al perro levantar la pata trasera y orinar sobre el ídolo. Indignado, el joven expulsó al perro del templo, pero cuando se calmó su ira, se dio cuenta de que el ídolo no podía ser el Señor del universo. Al-lah debía estar en otra parte. Él ahora tenía la opción de actuar según este conocimiento y buscar a Al-lah, o seguir deshonestamente las creencias falsas de su tribu. Por extraño que parezca, esa fue una señal de Al-lah para ese joven, una señal que contenía la guía divina de que lo que él estaba adorando era falso.
Como mencioné anteriormente, los profetas fueron enviados a cada nación y cada tribu para apoyar la creencia natural del ser humano en Al-lah, y su inclinación innata a adorarlo solo a Él, así como para reforzar la verdad divina en las señales cotidianas reveladas por Al‑lah. Aunque, en la mayoría de los casos, muchas de las enseñanzas de los profetas fueron distorsionadas, partes de ellas se mantienen, señalando lo correcto y lo incorrecto. Por ejemplo, los diez mandamientos de la Torá, su confirmación en el Evangelio y la existencia de leyes contra el asesinato, el robo y el adulterio en la mayoría de las sociedades, apuntan a esto. En consecuencia, toda alma deberá rendir cuentas por su creencia en Al-lah y su aceptación de la religión del Islam, es decir, la sumisión total a la voluntad de Al‑lah.
Rogamos a Al-lah, Glorificado sea, que nos mantenga en el camino correcto hacia el cual Él nos ha guiado, y que nos otorgue una bendición proveniente de Él, pues Él es sin duda el Más Misericordioso. Todas las alabanzas y la gratitud son para Al-lah, el Señor de los mundos, y que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con el Profeta Muhammad, su familia, sus compañeros, y aquellos que lo sigan correctamente.
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