La gente que se dedica al Corán, a su memorización, estudio, entendimiento y explicación son una élite, una minoría que ha sido escogida dentro de todas las criaturas de la creación, pues ellos son uno de los medios que Al-lah designó para preservar Su Palabra, dijo: {Luego hice que heredaran el Libro quienes elegí entre Mis siervos} [Corán 35:32].
Personas así logran alcanzar un nivel de honor único, tal como lo señaló el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, cuando dijo: “Al-lah tiene un grupo de gente que ha escogido para Sí”, los que estaban con él le preguntaron: “¿Quién es esa gente?”, a lo que respondió: “Son la gente que se dedica al Corán, ella es la más cercana a Al-lah” (Ibn Mayah). Estas personas son aquellas que estudian y enseñan el Corán, y son el faro que ilumina el camino que los lleva a conocer lo que Al-lah dijo en Su Palabra.
El nombre del Imam Nafi’ aparece en todos los libros que se escribieron sobre las ciencias coránicas, como As-Sab’ah de Ibn Muyahid, Yamal Al Qurra’, Ma’rifa Al Qurra’ Al Kibar y Gaia An-Nihaia, entre muchos otros. También es mencionado en libros especializados en biografías como Tahdib Al Kamal de Al Mazzi, Siar A’lam An-Nubala’, Al A’lam del Zarkali, y muchos más.
El Dr. Taha Faris nos hizo un compendio de la biografía del Imam Nafi’ basado en los libros en los que fue mencionado. Nos dijo que su nombre completo era Nafi’ Bin ‘Abdur-Rahman Bin Abu Nua’im Al-Laizi; se lo solía llamar Abu Ruwaim o Abu ‘Abdul-lah. Originario de Isfahán, en Irán. En cuanto a su aspecto físico y comportamiento, él era de tez oscura, con un rostro radiante, caracterizado por ser educado y con muy buen humor. Cuando hablaba, la gente que lo rodeaba percibía de su aliento olor a almizcle, por lo que le preguntaron a qué se debía ese aroma, si él se perfumaba la boca, y lo que respondió fue: “No, no me he perfumado. Lo que sucedió es que una noche vi en un sueño al enviado de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, que me leía el Corán cerca de mi boca. Desde ese entonces mi aliento siempre huele así” (Ma’rifa Al Qurra’ 1/108 y Gaia An-Nihaia 2/332).
Le preguntaron a Nafi’: “¿Por qué tu rostro está siempre radiante y tienes tan buen comportamiento?”. Respondió: “¡Cómo no ha de ser así, si en mi sueño vi al Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y le leí el Corán!” (Gaia An-Nihaia 2/332).
Además de ser reconocido por sus buenas maneras, su ascetismo y su idoneidad en la lectura del Corán, él fue el Imam que dirigió la oración en la Mezquita del Profeta en Medina durante sesenta años. Acostumbraba a recitar el Corán en sus jergas reconocidas, lo hacía, según él mismo lo afirmó, para que los que quisieran que se le recitara el Corán en un argot en particular tuvieran la oportunidad de escucharlo.
Se relató que en una ocasión un hombre le dijo que él tenía una forma rápida de recitar el Corán, cuando Nafi’ lo escuchó le dijo que esa no era la forma de recitarlo, pues lo correcto es pronunciar cada letra, cada acento, cada forma gramatical y cada alargamiento o acortamiento de la forma debida, la cual era aprendida de los expertos en la recitación del Corán reconocidos y de quienes recibieron su conocimiento directamente de ellos, y que la recitación no podía hacerse según opiniones propias (Yamal Al Qurra’ 2/447).
Nafi’ fue uno de los expertos más prominentes de la recitación del Corán, fue contado dentro de los siete más reconocidos. Se dio a conocer en Medina, donde fue el principal de los recitadores durante setenta años.
Fue reconocido por los grandes imames de las escuelas de la jurisprudencia islámica, como el Imam Malik y Ahmad, como un sabio en su materia. Malik se refirió a él como el Imam de los recitadores del Corán y Ahmad mostró su preferencia por la lectura de la gente de Medina, a los cuales Nafi’ dirigía y representaba. El mismo reconocimiento se lo hicieron sabios, como Al Asma’i, Al-Laiz Bin Sa’d e Ibn Muyahid, para quienes su recitación y conocimiento de las diferentes formas de lectura del Corán eran incomparables.
Sus maestro fueron nada más y nada menos que los tabi’in (discípulos o aprendices de los sahabah), relatándose incluso que setenta de los tabi’in fueron sus mentores, dentro de los que podemos destacar a ‘Abdur-Rahman Bin Hurmuz Al A’ray, Abu Ya’far Yazid Bin Al Qa’qa’, Shaibah Bin Nisah, Yazid Bin Ruman, Muslim Bin Yundub, Nafi’ Mawla Ibn Omar, ‘Amer Bin ‘Abdul-lah Bin Az-Zubair, Abu Az-Zinad, ‘Abdur-rahman Bin Al Qasim Bin Muhammad Bin Abu Baker, Muhammad Bin Shihab Az-Zuhri y Salih Bin Jawat, entre otros.
Para entender la concordancia y el cuidado que hubo con el Corán, su preservación y lectura, además, de la prominencia de Nafi’ en el tema, encontramos en el reporte de ‘Ubaid Bin Maimun At-Tuban que después de haberle recitado el Corán a Harun Bin Al Musaieb, este le preguntó: “¿Quién fue tu maestro?”, a lo que respondió: “Nafi’”. Harun preguntó: “¿Y quién fue el maestro de Nafi’?” ‘Ubaid dijo: “Al A’ray”. Entonces Harun dijo: “El maestro de Al A’ray fue Abu Hurairah y el de Abu Hurairah fue Ubai Bin Ka’b, quien dijo que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le había recitado el Corán a él porque así lo había pedido Gabriel (por órdenes de Al-lah)” (As-Sab’ah, p. 55).
Así como fue discípulo, Nafi’ también fue un gran maestro durante muchos años. Fue tutor en la recitación del Corán de sabios reconocidos en las diferentes ciencias islámicas, como Malik Bin Anas, Ismael Bin Ya’far, ‘Isa Bin Wardan Al Hadha’, Sulaiman Bin Muslim Bin Yumaz; y de expertos en la recitación y las diferentes jergas: Ishaq Al Musaiebi, Al Waquidi, Yaqub Bin Ibrahim Bin Sa’d, Qalun, Warsh, Ismael Bin Uwais (este fue el último que recitó el Corán ante él antes de su muerte), Al Asma’i, Abu ‘Amru Bin ‘Ala’ y muchos más (Gaia An-Nihaia).
El Imam Nafi’ no se dedicó únicamente al campo en el que se especializó y en el que destacó como pocos, además, se ocupó del hadiz, siendo reconocido como uno de aquellos que transmitieron las palabras y acciones que sus maestros le relataron del Mensajero de Al-lah, aunque el número de relatos transmitidos por él no fue muy elevado. Transmitió hadices de Rabi’ya Bin ‘Abdurrahman, Zaid Ibn Aslam, Safwan Bin Salim, ‘Amer Bin ‘Abdul-lah Bin Az-Zubair, Abu Az-Zinad ‘Abdul-lah Bin Dhakwan, ‘Abdurrahman Bin Al Qasim Bin Muhammad Bin Abu Baker As-Siddiq, ‘Abdurrrahman Bin Hurmuz Al A’rayy, Muhammad Bin ‘Imran Bin At-Talhi, entre otros. Así mismo, muchos fueron los que transmitieron los relatos que él conocía.
En la ciencia del hadiz no destacó tanto como en la de la recitación del Corán, que era su especialidad, así que el nivel que alcanzó como transmisor del hadiz fue de aceptable, pues hubo especialistas de esta ciencia que tenían sus reservas en los relatos que reportó, por lo que los seis registradores más sobresalientes del hadiz no registraron uno solo transmitido por él, como mencionó Adh-Dhahabi. Ahmad Bin Hanbal dijo: “De él se toma todo lo que tenga que ver con el Corán, pero no lo del hadiz”, mientras que otros como An-Nasai’, Abu Hatim e Ibn ‘Udai arguyeron que era veraz, por lo que no había razón para rechazar sus relatos.
Murió en Medina en el año 169 o 170. Sus hijos le pidieron un último consejo en su lecho de muerte, y Nafi’ les recitó lo que Al-lah dijo: {Tengan temor de Dios, solucionen sus conflictos y obedezcan a Dios y a Su mensajero, si es que son creyentes} [Corán 8:1].