Conclusión
Los tres niveles de la religión en el Islam comienzan con sus componentes externos, seguidos de la mejora de sus componentes internos, y alcanzando su pináculo cuando los estados interior y exterior del adorador están totalmente renovados. Estos tres niveles no son mutuamente excluyentes, sino que se superponen de maneras importantes. Un nuevo musulmán, al comienzo de su viaje de fe, necesita trabajar en su interior, su espiritualidad, hasta que alcance la pureza del corazón, o la excelencia, tanto como pueda. En este estado de excelencia espiritual, el libre albedrío de la persona coincide con la voluntad de Al-lah, de modo que la persona se convierte en la herramienta a través de la cual Al-lah envía Sus bendiciones y misericordia a Sus criaturas. El adorador alcanza este estado a través del conocimiento y la implementación de las fuentes textuales del Islam y sus disciplinas académicas principales (Corán, Tafsir, Tayuid, Hadiz, Sira, Aqida, Shari’a, Fiqh, y la purificación del alma o espiritualidad).
Al igual que escalar una montaña, el adorador comienza por el nivel inferior y luego asciende, agregando gradualmente actos de adoración y buenos hábitos a sus rutinas cotidianas, y utilizando la introspección para identificar las enfermedades en su corazón (como la arrogancia, la codicia, la malicia y la envidia), y aplicando a dichas enfermedades las curas prescritas por los eruditos.
El éxito proviene de Al-lah, y Al-lah sabe más.