Solamente estableciendo y adoptando la visión del Corán las comunidades musulmanas, tanto de Oriente como de Occidente, podrán prosperar. El Corán contiene no solo la guía que es la fuente de una buena vida, sino que también contiene una visión sobre cómo hacer que el proceso de comunicación intergeneracional funcione para crear comunidades saludables.
El Profeta Ibrahim y su hijo
Una muestra de la visión coránica sobre la educación de los hijos es encontrada en Ibrahim (Abraham), el amigo de Al-lah, y su hijo Ismail (Ismael), la paz sea con ellos. Repasemos la historia de la prueba más grande que un ser humano haya tenido jamás, una historia estremecedora de un padre y un hijo:
{¡Oh, Señor mío! Concédeme un hijo justo.Y le Albriciamos con un niño que sería paciente y tolerante.Y cuando éste alcanzó la pubertad, [Abraham] le dijo: ¡Oh, hijito mío! Ciertamente he visto en el sueño que te sacrificaba; dime pues, qué opinas. Dijo: ¡Oh, padre mío! Haz lo que te es ordenado; por cierto que me encontrarás, si Al-lah quiere, entre los pacientes.Y luego que ambos se resignaron, y lo echó sobre la frente [para sacrificarlo],le Llamamos: ¡Oh, Abraham!Has realizado tu visión. Y por cierto que así Retribuimos a los benefactores.} [Corán 37:100-105]
El mensaje más grande que aprendemos de esta historia es la predisposición de un hombre para sacrificar todo por Al-lah. Y cuando uno está dispuesto a vivir una vida de sacrificio por Al-lah obtiene una recompensa como la de Ibrahim, la paz sea con él. Actualmente, los musulmanes conmemoramos su sacrificio cada año, 4.000 años después, y lo seguiremos haciendo hasta el final de los tiempos. Sin embargo, hemos olvidado gran parte de la esencia de su sacrificio: aquel sacrificio no fue un acto aislado de pasión momentánea o una celebración anual, sino la culminación de una vida de devoción y sumisión.
La parte más pequeña de la recompensa de Ibrahim fue que él sería honrado y amado por las personas de todo el mundo para siempre, y todos los grandes profetas de Al-lah y muchos reyes surgirían de su semilla. Pero esta fama y honor en este mundo es una minúscula parte de la inigualable recompensa que le espera a este devoto amigo de Al-lah (Jahlul Al-lah) en su vida eterna. Para todo aquel que siga su ejemplo de devoción y sinceridad al Único Dios la recompensa será similar, tanto en este mundo como en el más allá.
Observemos la obediencia, disciplina y confianza de su hijo, Ismail. Ibrahim le pidió su vida, y no necesitó hacerlo dos veces. Imaginemos lo que esto significa: este jovencito conocía a su padre, conocía su sinceridad y devoción hacia Al-lah, sabía que nunca mentía y que podía confiar en su padre incluso si le pedía su vida.
Otra parte sobresaliente de esta historia que ejemplifica el ideal de la visión coránica sobre la relación padre-hijo, es la forma en que Ibrahim se acercaba a su hijo. Si él había decidido sacrificar a su hijo, ¿no podía haberlo hecho mientras este dormía? ¿Por qué preguntarle su opinión? Pero Ibrahim le enseñó a la humanidad una gran lección: la confianza genera confianza, la sinceridad engendra sinceridad, la bondad produce bondad y la belleza da a luz belleza.
Al preguntarle a su hijo adolescente su opinión sobre un tema ordenado por Al-lah, Ibrahim nos enseña el poder de la consulta. La consulta tiene un gran poder. Ahora, el asunto ya no se trataba únicamente del sacrificio de Ibrahim, sino también del acto de Ismail. Él estaba dispuesto a ser sacrificado, quería ser sacrificado por voluntad propia para demostrar su devoción a Al-lah. Incluso aconsejó a su padre que pusiera una venda sobre sus ojos para que su compasión paternal no impidiera que realizara su sacrificio por Al-lah. Esto fue así porque él estaba completamente involucrado, incluso deseaba más que su padre que se realizara el sacrificio.
El poder de la consulta es universal; desafortunadamente, muchos musulmanes han olvidado o perdido este poder a nivel de las familias, comunidades y naciones. Al nivel de las familias, los padres imponen sus órdenes a sus hijos; socialmente, los Sheijs y otros líderes imponen sus órdenes a sus seguidores; políticamente, los autócratas militares o monárquicos ordenan al resto del país. Este es un círculo vicioso que se genera a sí mismo, y con él la ineficiencia, incompetencia, rencor y desconfianza. Esto, en pocas palabras, es el problema del mundo musulmán actualmente.
El poder de la consulta que Al-lah nos Ha enseñado una y otra vez en el Corán, es el secreto del poder de las naciones que han adoptado la democracia en sus sistemas político y social. Algunos musulmanes razonablemente critican el principio democrático para legislar debido a que esto es solo potestad de Al-lah; pero, si miramos más profundamente, la esencia del poder de las sociedades democráticas no está en la legislación, sino en la consulta y la participación. Debido a la forma en que Ibrahim crió a su hijo y el amor por Al-lah que le inculcó, no necesitó convertirse en un “dictador”.