Alguien puede tener una vida de pecado que lo llevaría al Infierno, pero puede ser bendecido con un amigo piadoso que lo aleje de eso y lo lleve al Paraíso. Un amigo que te recuerda de Al-lah no es como el que te hace olvidar de Su recuerdo. Un amigo que te lleva a la mezquita para adorar no es como el que te conduce a un motel para pecar. Un amigo que te describe un buen libro que leyó y te invita a leerlo no es como el que te describe la belleza de una bailarina que vio y te incita a que la veas también.
Si buscas una amistad que fomente el bien y una acción que rectifique a todas las demás, entonces escribe los nombres de tus amigos, compañeros y conocidos con quienes tienes un trato amistoso, investiga el estado de cada uno. ¿Es virtuoso o una mala influencia? ¿Es leal a sus amigos o solo le importa aquello que lo beneficie y le agrade? ¿Es una compañía reconfortante o es mal educado y molesto? Al hacer esto verás que tus compañeros son diferentes.
Encontrarás al que se dedica al ayuno y las oraciones y tiene la apariencia de la virtud, pero en realidad utiliza esa imagen como una escalera para ascender en el mundo y conseguir dinero; verás que su verdadera personalidad subyace debajo de su pretendida de piedad. Si haces un acuerdo con él, te traiciona, si haces una transacción con él, te defrauda. También podrás encontrar a alguien que es honesto y confiable, pero no observa el ayuno o las oraciones y es un musulmán solo nominalmente. Esa persona puede arruinar tu religiosidad.
Puede que encuentres a alguien devoto, firme en su adoración, confiable y honesto, pero que tiene un deseo insaciable y necesidades que no controla, y no habla de otra cosa que sexo. Se abstiene de cometer pecados, ¡pero no para de hablar de ello! Tal persona puede dañarte al despertar tus deseos dormidos y hacer que seas como él.
También puede estar el que practica el bien, es confiable, y cuida su lengua, pero no es un buen amigo ni buena compañía. ¡Si estuviera en las orillas del Éufrates mientras ardes con sed no te daría ni un vaso de agua!
Otro es aquel que está dispuesto a ayudar y complacer a sus amigos pero no tendría problema en poner su religión en riesgo al hacerlo. Puede que engañe y socave su propio honor por sus amigos, ayudándolos a cometer pecados, pisotear los derechos de la gente, o incluso robar sus bienes. ¡Percibe tal compromiso como aceptable y permisible en nombre de la amistad! ¡Un compañero así toma tu mano hasta llevarte al mismísimo Infierno!
Otro compañero puede ser piadoso, servicial con sus amigos, y no trasgrede los límites de Al-lah. No comete pecados ni hace nada prohibido, pero ignora los modales más básicos y etiqueta de interacción social, o los modales en la mesa, o cualquier norma común de decoro. Tal persona puede que te disguste y te moleste su actitud.
También puede estar el necio y vulgar, o el descuidado y repugnante, o el que entabla amistad contigo por tu prestigio o posición. Te utiliza como adorno hoy y como una posibilidad de escalar el día de mañana. ¡Para él no eres más que un trofeo en la pared!
En resumen, podemos decir que hay cinco categorías de compañeros: 1) aquel que es como el aire, no puedes vivir sin él; 2) aquel que es como la comida, no puedes vivir sin él pero puede que tenga un mal gusto o sea difícil de digerir; 3) un compañero que es como una medicina que sabe mal pero a veces es necesaria; 4) aquel que es como el vino, da placer al que lo bebe pero arruina su salud y su honor; 5) y aquel que es como una calamidad que te acecha.
Con respecto al amigo que es como el aire, es aquel que te beneficia en tu religión y la vida mundanal. Disfrutas de su compañía y su amistad.
El amigo que es como la comida es el que te beneficia en la vida mundanal y la religión, pero a veces te molesta por su rudeza, falta de humor o naturaleza severa.
El que es como la medicina que sabe amarga, puede que lo necesites y te beneficies de él pero no apruebes su religiosidad ni disfrutes de su compañía.
Aquel que es como el vino es el que te ayuda a satisfacer tus placeres y deseos, pero corrompe tu carácter moral y te hace de los perdedores en el más allá.
Finalmente, el compañero que representa una calamidad es el que no te beneficia en torno a tu vida mundanal o religión, tampoco disfrutas de su compañía ni la conversación, pero tienes que estar a su lado inevitablemente.
Debes tomar la religión como un estándar y la complacencia de Al-lah como una escala. Aférrate al amigo que te beneficia con respecto a tu religión, a menos que no puedas soportar su compañía. Aléjate del amigo que te perjudica en el din, a menos que estés obligado a estar a su lado; en un caso así, tal compañía es una necesidad, y la necesidad se superpone a las prohibiciones (o sea, permiten lo que normalmente está prohibido), siempre y cuando no se traspase el límite de lo necesario.
En cuanto al que no te perjudica en la religión ni te beneficia en la vida mundanal pero es agradable estar a su lado, puedes disfrutar de su personalidad siempre y cuando tal compañía no te impida cumplir tus deberes o te lleve a la futilidad o el pecado.
Y con relación a los compañeros que no pertenecen a ninguna de estas categorías, son aquellos sobre quienes un poeta árabe dijo: “Si no tienes un conocimiento que nos beneficie, ni tienes una religiosidad por la cual valga la pena estar a tu lado, y no eres alguien de quien se pueda esperar ayuda cuando azota una calamidad, ¡sería mejor crear una figura de arcilla para reemplazarte!”.
- Sección:
Personalidad del Musulmán