La wa’i, la consciencia, es el conocimiento que el ser humano tiene de la existencia de su pensamiento, entendimiento y sentimiento, que cuando se hace más extenso abarca la comprensión de su relación con lo que lo rodea, la realidad y el tiempo, y logra discernir entre las fuentes que le dan alegría y las que le generan tristeza y depresión. Asimismo lo ayuda a avistar las oportunidades, dificultades y posibilidades que hay en el ámbito en el que se desempeña. Pese a esta definición, hay que aceptar que la wa’i de la persona siempre está expuesta al error, al debate y al replanteamiento de los conceptos.
La wa’i del ser humano permanecerá en un estado entre la represión, la libertad y la confusión, hecho que solo podremos evidenciar si nos hacemos conscientes de que la wa’i debe liberarse de las limitaciones que se ha impuesto a sí misma, es decir, que debe actuar como la piedra y el escultor al mismo tiempo.
En este escrito no se puede cubrir todas las formas posibles para liberar la wa’i islámica, pues es un tema sumamente extenso, por lo que nos centraremos más bien en la relación que tiene la wa’i con el presente y el pasado, basándonos en los dos siguientes aspectos:
1. La Ummah islámica tiene un pasado glorioso, nuestros salaf (predecesores justos) alcanzaron grandes logros, de lo cual no existe duda alguna, por lo que nuestra wa’i está ligada a ese pasado por una serie de vínculos, entre los que se destacan:
a. Las creencias, los principios y valores en los que creían nuestros salaf.
b. Las personas que aplicaron en sus vidas dichas creencias, principios y valores de forma clara, por lo que ahora los hemos tomado como un ejemplo a seguir.
c. Los sucesos y logros históricos más grandes, ya que estos representan en sí la creencia de la Ummah, además, son una muestra del papel fundamental que jugaron en la civilización.
d. Los medios y maneras que utilizaron los salaf para alcanzar todo lo que lograron.
Las naciones cuyo pasado fue glorioso, como fue el caso de nuestra historia, se sienten atraídas por la fuerza de dicho pasado; y la historia misma nos ha enseñado que es muy fácil transformar el pasado, de una fuente de inspiración y experiencia, en un obstáculo que frena limita la wa’i y le impide ver con claridad el presente. Esto se debe a un asunto puntual que no se tiene en cuenta: todo lo que lograron las personas en el pasado, sin excepción alguna, no es la perfección absoluta e indiscutible, y que no todo lo que hicieron estaba dentro de los límites de la genialidad y la flexibilidad, por lo que deben ser establecidos como un ejemplo a imitar en toda época.
Hoy nos preguntamos sobre la efectividad de muchos de los modelos históricos grandiosos y su aplicación en nuestra época para generar un renacimiento en nuestra vida moderna… ¿Hasta qué grado el ascetismo de Ibrahim Bin Ad-ham, el sufismo de Abul Qasim Al Yunaid, la manera en que Saladino combatió a su contrincante o la forma en que los otomanos administraron las diferentes gobernaciones del Imperio es efectiva y adecuada para nuestra época?
La historia no se repite de la misma forma, pues con el paso del tiempo se dan cambios comportamentales, sociales, químicos, físicos, etc., que hacen que la repetición de sucesos históricos sea imposible. Sin embargo, la wa’i de muchas personas no acepta este hecho y se aferran ciegamente al pasado, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo erróneo, y ven en la falta de adherencia a los sucesos del pasado un salto al vacío que solo llevará a la perdición o que es una clase de autotraición que no genera más que confusión y destrucción.