Un gran número de musulmanes hoy en día, especialmente los que viven en países cristianos o aquellos influenciados en gran medida por la cultura occidental, han llegado a considerar que participar de las celebraciones de Navidad con los amigos y parientes es un pasatiempo inofensivo o una forma de diversión para niños y adultos.
En muchos casos, la presión para acomodarse a las prácticas de la sociedad es demasiado grande para aquellos de determinación débil. Los padres a menudo son tentados a ceder ante las súplicas de sus hijos que han sido invitados a una fiesta o son incapaces de comprender por qué ellos no puede disfrutar de las festividades que observan a su alrededor o por qué ellos no pueden recibir regalos en estas ocasiones como el resto de los niños.
De hecho, la estación de la Navidad ha sido agresivamente promovida por los comerciantes, en las escuelas, en todo lugar público. Las tácticas de alta presión de las ventas han invadido las casas mediante la televisión, la radio, las revistas y los periódicos, cautivando la imaginación con toda clase de atracciones, día y noche, todo el año.
Entre las primeras generaciones, Navidad era una ocasión que tenía una orientación básicamente religiosa. Los regalos, los árboles, las decoraciones y los banquetes asumían un papel menor. Pero ahora todo esto ha cambiado. Como se resaltaba en una publicación americana, la Navidad ha tomado el curso de muchos otros aspectos de la sociedad, convirtiéndose en un elemento más en el bagaje cultural, el cual cada estación permite a los fabricantes y comerciantes hacer millones de dólares mediante un sistema elaborado de intercambio de regalos.
La idea es comúnmente aceptada de que la felicidad se deriva en gran medida de las posesiones y que el entretenimiento es la fuerza impulsora detrás de las largas preparaciones del mes y las festividades que continúan hasta finalizar el año. Este hecho, a pesar de ser censurable en sí mismo, ha logrado atrapar a muchos musulmanes en la falsa ilusión de que la Navidad no es una ocasión religiosa y que por lo tanto no entra en conflicto con la creencia islámica.
La atmósfera materialista que rodea la celebración de Navidad es, en realidad, una manifestación de la cultura pagana (Yahiliah) en su máxima expresión. Esto solo puede ser percibido por el musulmán consciente como una carrera desenfrenada diseñada e implementada por Satanás para lograr una gran pérdida de tiempo, esfuerzo, dinero y recursos, mientras incontables familias a duras penas logras sobrevivir en un estado de pobreza extrema en muchas regiones del mundo.
En adición al lado comercial de la Navidad, aunque menos obvio al observador casual, hay ciertos aspectos religiosos que deben notarse. La celebración fue y continúa siendo una práctica cristiana como rememoración del nacimiento de Jesús, la paz sea con él, quien es considerado por muchos de ellos como “Dios encarnado” o la segunda persona de una trinidad, y así ellos celebran el nacimiento de la “divinidad”. La palabra misma es una abreviación de “Christ Mass”, es decir, sacramento en conmemoración de Cristo. Aunque ha sido adoptada por los cristianos para celebrar el nacimiento de Jesús, la actual fecha de la celebración, el 25 de diciembre, aparece recién alrededor del siglo IV después de Cristo. Irónicamente, este día también es considerado como la fecha de nacimiento del dios hindú Krishna, así como de Mithra, el dios griego de la luz. También, coincide con el Festival del Árbol, celebrado anualmente durante mucho tiempo en el norte de Europa antes de la era cristiana, y que ha sido recientemente revivido en algunos países árabes en un intento de incentivar la celebración disfrazando el significado religioso de la misma.
El árbol de Navidad es el aspecto más obvio de esa celebración pagana, el cual fue incorporado junto con su fecha de realización, el 25 de diciembre, a los ritos de la iglesia. Los paganos, antes de la era cristiana, creían que el pino, debido a que mantiene sus púas verdes durante los meses de invierno, tenía poderes especiales de protección contra las fuerzas de la naturaleza y los malos espíritus. El final de diciembre marcaba el comienzo de un visible alargamiento de las horas de luz del día: el retorno del calor y la luz, y la derrota las malvadas fuerzas del frío y la oscuridad. En una etapa particular de su desarrollo, la iglesia es conocida por haber adoptado algunas de las prácticas paganas populares dentro de la cristiandad por razones políticas o sociales.
Así, en unos aspectos más que en otros, la Navidad está profundamente enraizada en la adoración de diferentes formas de creación en lugar del Creador mismo. Un musulmán no puede aprobar tales creencias o las prácticas que de ellas provienen. Cualquiera con el mínimo conocimiento del Islam de seguro rechazará el kufur (la incredulidad) y el shirk (la idolatría o el asociar copartícipes a Al-lah) en cualquiera de sus formas. Solo por ignorancia o descuido puede alguien seguir participando en actividades que reflejan la aceptación de ambos. Los musulmanes deben ser firmes en rechazar todo lo que es contrario al concepto de “La ilaha il-lah Al-lah” (no existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Al-lah).
La consideración por los demás es buena, pero con la condición de que los principios islámicos no se vean comprometidos. Al-lah, Exaltado y Glorificado sea, Dice (lo que se interpreta en español): {Si obedecieras a quienes son mayoría en la Tierra [los incrédulos] te extraviarían del sendero de Al-lah…} [Corán 6:116]
Y Ordena: {Seguid lo que os ha sido revelado por vuestro Señor, y no toméis protector alguno fuera de Él…} [Corán 7:3]
Aunque algunos, con toda honestidad, admiten su debilidad frente a la continua presión social, otros defienden su participación utilizando la excusa de que participan de la ocasión por respeto a ‘Isa (Jesús), la paz sea con él, un Profeta del Islam. Si tal práctica, con su apariencia de atmósfera islámica, es inválida para el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, cómo entonces puede ser razonablemente válida para otros profetas, quienes no la practicaron ni animaron tales prácticas, las cuales fueron ideadas más tarde por quienes abandonaron las enseñanzas proféticas para seguir sus propias inclinaciones y preferencias?
{¿Acaso no reparas [¡Oh, Muhammad!] en aquel que sigue sus pasiones como si estas fueran una divinidad? Al-lah Decretó por Su conocimiento divino que se extraviaría...} [Corán 45:23]
Una vez más, el musulmán tiene que recordar el hadiz en el que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, advirtió sobre imitar a los incrédulos y animó a distinguirse de ellos en la vestimenta y en los modales.
Ya sea que esté tomada desde un punto de vista materialista o religioso, la Navidad no puede tener lugar ni en el corazón ni en el hogar del musulmán.
Cualquier musulmán, joven o anciano, que tiene un lugar seguro en una comunidad o grupo islámico que tiene actividades regulares y es una fuente de compañerismo, encontrará poca dificultad en rechazar lo que es dañino para sí mismo y para su familia, a pesar de la aparente atracción. En algunos países, el rechazo y la resistencia pueden requerir de un verdadero Yihad; pero quienes buscan la aceptación de Al-lah y le temen, podrán sobrellevar la tarea con el conocimiento de que ellos se están esforzando por su salvación, y así serán firmes y resueltos. Al-lah, Alabado y Exaltado sea, llama a los creyentes Diciendo (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Guardaos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras…} [Corán 66:6]
Y el Paraíso se logra evitando el Infierno.